Un equipo de la Universidad de Columbia acaba de publicar en Nature que es capaz de integrar un trozo de ADN en el genoma de una célula con una precisión nunca vista. De confirmarse, no estamos solo ante un nuevo enfoque en el mundillo de la ingeniería genérica, estamos ante un avance sustantivo que pone en manos de los científicos herramientas que cambian el terreno de juego.
Del "bisturí" al "pegamento molecular"
Las limitaciones de CRISPR En los últimos años no hemos parado de hablar de CRISPR, el bautizado como "bisturí molecular". Y es que, efectivamente, CRIPSR-Cas9 es capaz de cortar el ADN con una precisión nunca vista, pero ese es solo el comienzo. Tras CRISPR, vienen los mecanismos de reparación del genoma para “resolver” el corte. Si imaginamos el ADN como un enorme documento de texto, esta herramienta nos permitiría cortar y separar párrafos con la esperanza de que el 'autocorrector' resuelva los errores en forma de mutaciones interesante.
El problema es que, como con el autocorrector, las herramientas de reparación no son exactamente precisas. No solo es que borren nuestra edición o introduzcan errores, es que no tienen memoria. Es decir, no se coordinan entre sí. Esto hace que cada vez que se encuentran con un corte lo reparen de una forma distinta. Por eso, los resultados de nuestras intervenciones genéticas suelen ser seres mosaico (con numerosas células en las que se han resuelto los cortes de forma distinta).
Un nuevo enfoque Sternberg y su equipo se pudo a estudiar mecanismos celulares similares a CRISPR para ver si encontraban alguno que nos permitiera resolver ese problema. Así se dieron de bruces con los transposones (elementos genéticos que puede moverse de manera autosuficiente a diferentes partes del genoma) de la bacteria Vibrio cholerae. La edición genética con transposones ya existía, "lo alucinante es que ahí [en el transposón] quepa un sistema CRISPR", nos dice el biólogo Javier Arcos.
Un paso interesantísimo. Este transposón utiliza el sistema CRISPR asociado y lo utiliza para 'pegarse' en el genoma. Esto es un cambio sustancial porque el nuevo enfoque retiene la precisión de las herramientas CRIPSR-Cas9, pero (al menos, según los datos de su trabajo) bloquea la fuente de error derivada de los mecanismos de reparación del genoma. Se trata, si la memoria no me falla, del primer sistema de inserción genética completamente programable que hemos descubierto y estudiado con detalle.
¿Hacia dónde nos lleva esto? Si como ocurre con CRISPR, INTEGRATE funciona de este mismo modo en células de mamíferos (algo que están probando en este momento), el nuevo enfoque abre numerosas oportunidades a la investigación genética y a la práctica clínica. Pero, incluso en caso negativo, estamos realmente ante la confirmación de que CRISPR no estaba solo. Allá, en los mil millones de tipos de bacterias que existen hay un patrimonio lleno de posibilidades. Un patrimonio que solo acaba de empezar a cambiar el mundo.