Es posible que en las últimas horas hayáis leído las "noticias" que llegan de Extremo Oriente: cosas como que "China asegura que ha desarrollado con éxito una vacuna contra el coronavirus" o "China dice haber desarrollado "con éxito" una vacuna contra el coronavirus". En plena cuarentena y mientras el número de contagios y fallecidos no deja de subir, hacen falta buenas noticias. Lamentablemente, es demasiado bueno para ser cierto.
No, China no ha desarrollado con éxito una vacuna contra el coronavirus. China va a comenzar la Fase I de las pruebas en humanos de una vacuna. Esa fase durará hasta final de año y nos dirá si es segura. Luego quedan tres fases más para confirmar su eficacia, que son mejores que las alternativas y que no provocan efectos secundarios. Evidentemente, es muy posible que en circunstancias como las actuales se fuercen al máximo los tiempos, pero es prácticamente imposible que haya una vacuna útil y segura antes del año que viene en China.
Ni China, ni Estados Unidos, en realidad. Porque el anuncio de China, emitido este martes a última hora, viene justo después de que Estados Unidos anunciara el domingo que estaba listo para iniciar los ensayos clínicos de su propia vacuna contra el coronavirus. Actualmente hay más de 30 empresas, centros de investigación y universidades trabajando a contrarreloj para desarrollar una vacuna y todos saben que quedan muchos meses antes de llegar al final de camino. Entonces, ¿qué está pasando?
¿Cómo se desarrolla una vacuna?
Pese a lo que solemos ver en el cine de epidemias, crear una vacuna no es nada sencillo. A diferencia de los medicamentos comunes, las vacunas funcionan "enseñando" al sistema inmune a reconocer a los patógenos y preparándolo para que los ataquen. En este caso, eso quiere decir que necesitamos identificar partes del virus lo suficientemente estables y características como para que el cuerpo pueda identificarlos con facilidad.
En muchos casos, como en el de la gripe, el virus muta muy rápidamente y la única solución que tenemos es ir actualizando la vacuna casi a tiempo real. En otros, los agentes infecciosos son lentos y estables y las vacunas tienen una vida útil muy grande. Sea como sea, el proceso "normal" para desarrollar una vacuna normal puede requerir hasta 15 años.
Al fin y al cabo, las vacunas son productos de uso masivo en poblaciones sanas. No solo deben crear inmunidad ante el virus, sino que deben estar libres de cualquier efecto secundario no deseado. Según la OMS, solo de la vacuna de la gripe A se hacen, cada año, entre 1.000 y 2.000 millones de dosis. Cualquier problema con la vacuna afectaría a miles de personas y crearía, en sí mismo, un problema de salud pública.
Sin embargo, en casos de enfermedades como el Ébola, el SARS o el COVID, se comprimen los plazos y se ponen todos los métodos técnicos para conseguir crear inmunidad en las poblaciones y controlar los brotes epidémicos (o pandémicos). En este caso, ya sabemos que al menos una decena de universidades han creado ratones modificados genéticamente para usarlos en las pruebas iniciales y varios grupos de investigación están haciendo pruebas con vacunas parecidas o enfoques simples. Si todo va bien, en 12 ó 18 meses la vacuna estará preparada. Si todo va bien.
Una carrera (científica/comunicativa) por obtener la vacuna
Desde hace casi un lustro, EEUU y China están enzarzados en una particular "carrera" por la supremacía en el mundo de la investigación científica. Países como Rusia, Japón o la Unión Europea) también han querido entrar en liza de una u otra forma, pero por diversos motivos no lo han conseguido.
La crisis del coronavirus también ha acabado por formar parte de esta "carrera científica". Desde un primer momento, y como es lógico, CHina ha llevado el liderazgo de la investigación sobre el SARS-CoV-2 y su enfermedad. En 23 días, el gigante asiático fue capaz no solo de identificar el virus, sino que lo secuenció, diseñó tests para permitir su diagnóstico e inició una recogida de datos clínicos, terapéuticos y epidemiológicos que han sido de muchísima utilidad en los últimos meses.
Sin embargo, la joya de la corona del abordaje científico del coronavirus parecen ser dos elementos: la vacuna y el tratamiento. Buscando la primera y adelantándose (al menos) a nivel comunicativo, el lunes el gobierno de EEUU anunció su primer ensayo y China, horas después, anunciaba el suyo. La buena noticia es que esta competencia parece estar estimulando a los sistemas científicos para alcanzar la vacuna lo más rápido posible; la mala es que esta "carrera" también es comunicativa y eso, como hemos visto estas horas, nos va a exponer a anuncios apresurados, malinterpretaciones y propaganda.
Imagen | Trust Tru Katsande
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