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Por qué vivimos 90 años y la mosca de la fruta solo 15 días: el ritmo de acortamiento de los telómeros predice la longevidad

llega un momento en la vida en que, como dice el viejo chascarrillo de biólogos, uno no sabe si cortarse los telómeros o dejárselos largos. Los telómeros son regiones de ADN altamente repetitivas que se sitúan en los extremos de los cromosomas y tienen como función principal darles estabilidad estructural. Son, por así decirlo, como los herretes (las puntas de plástico de los cordones) que impiden que se deshilachen.

Evidentemente, no nos los podemos cortar. Pero es que, aunque pudiéramos, sería una malísima idea. Hoy más que nunca. Un grupo de científicos del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) han descubierto que “el ritmo de acortamiento de los telómeros es un potente predictor de la duración de la vida de las especies”, quizás el mejor que tenemos. Una prueba más del papel crucial que tienen los telómeros en la lucha científica contra la muerte.

Telómeros veloces

Cabras, delfines, gaviotas, renos, buitres, flamencos, elefantes, ratones y humanos. No, no es la relación de tripulantes del Arca de Noé, sino el listado de especies que han analizado los investigadores del CNIO liderados por una de las mayores expertas internacionales en el asunto, María Blasco. Durante años, la pregunta de por qué unas especies morían pronto y otras eran extremadamente longevas ha tenido a lo científicos muy intrigados.

Los investigadores han descubierto una relación muy clara entre la vida de las especies y la velocidad a la que se acortan sus telómeros. Tanto es así que gracias al modelo se puede predecir con exactitud la longevidad de la especie con solo estudiar el ritmo de acortamiento. Y lo hace mucho mejor que otros indicadores anteriores como el tamaño corporal o el ritmo cardiaco.

Por ejemplo, en el trabajo publicado en PNAS, los investigadores señalan que los ratones (que tienen una esperanza de vida de dos años) pierden 7.000 pares de unidades teloméricas al año. Mientras tanto en un ser humano (que puede vivir hasta 90 años) la velocidad de pérdida es 100 veces menor.

Como explica Blasco, han “hallado un patrón universal, un fenómeno de la biología que explica la duración de la vida de las especies, y que merece más investigación”. Sobre todo, porque “estos resultados apoyan la idea de que el acortamiento crítico de los telómeros y la consiguiente aparición de daño en el ADN telomérico y de la senescencia celular es un factor determinante de la duración de la vida”.

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