Durante las últimas semanas, para entender lo que realmente representaba el coronavirus y las consecuencias a las que nos exponíamos, hemos tenido que recurrir a eventos que ocurrieron hace más de 100 años. A la 'Gripe española', la última vez que la humanidad se enfrentó a una epidemia con características similares a la actual. Pero eso se ha acabado.
A medida que vamos desbrozando los datos de la pandemia actual, estamos viendo a tiempo real cómo la historia se repite una y otra vez. Ahora, para ver el efecto devastador de retrasar medidas (o de que estas no sea lo suficientemente agresivas) no tenemos que ir a la Filadelfia y al San Luis de principios de siglo XX, basta con viajar a las provincias italianos de Bérgamo y el Lodi hace solo unos días.
Italia: la curva que no se aplanó
El 21 de febrero de 2020, Italia confirmó el primer caso de coronavirus en Codogno. A partir de ese momento, la provincia lombarda de Lodi se convertía en el epicentro del mayor brote europeo de COVID-19 y las cifras de todas las regiones del norte de Italia empezaban a crecer de forma muy rápida. Dos días después, el 23 de febrero, el Gobierno de Roma impuso un decreto que cerraba diez municipios de Lodi y uno de Padova.
Los casos en la provincia de Bérgamo empezaron el 24 de febrero, pero, a diferencia del caso anterior, no se impusieron medidas ni restricciones equivalentes de forma tan rápida. Ese mismo día, Lombardía y Véneto anunciaron el cierre de escuelas, institutos y universidades y empezaron a cancelar eventos públicos. No fue hasta el 8 de marzo cuando el Gobierno italiano aprobó un cierre de la región lombarda (incluida Bérgamo) similar al que se vivió en la provincia de Lodi.
Jenn Dowd, Melinda Mills y su equipo de la Universidad de Oxford recogieron los datos de la evolución de ambas provincias y al compararlas descubrieron que, como podemos ver en la gráfica superior, estábamos viendo el fenómeno de "aplanamiento de la curva" en vivo y en directo. En Lodi, donde se aplicaron las medidas rápido y de forma 'agresiva', se fue capaz de controlar el crecimiento de casos. En Bérgamo, en cambio, la situación se disparó. Pero, ¿es esto solo un dato anecdótico o hay razones para pensar que la velocidad de acción es fundamental?
¿De verdad era tan importante actuar rápido?
Esa es la pregunta que se hicieron Shengije Lai y Andrew J. Talem de la Universidad de Southampton. Los investigadores utilizaron modelos sobre movimiento humano, evolución de brotes de enfermedades infecciosas en ciudades de la China continental y contención de epidemias para trazar un modelo epidemiológico con el que estimar el impacto de atrasar o adelantar la introducción de medidas como la detección temprana, el aislamiento de los infectados y las restricciones de movimientos.
Según sus estimaciones, China tenía en torno a 114.325 casos de coronavirus a finales de febrero de 2020. Aún que parezca una cantidad enorme, lo que señala el modelo es que esa cifra habría sido 67 veces mayor si no se hubieran tomado las medidas que se tomaron en el momento en que se tomaron. Sin embargo, también nos dice que, si las intervenciones hubieran podido implementarse solo una semana antes, los contagios habrían caído un 66%. Si hubieran sido tres semanas antes, la caída habría estado cerca del 95% de los infectados.
Los investigadores reconocen que el modelo es puramente epidemiológico. Es decir, no tiene en cuenta factores políticos, ni estrategias para reducir los daños sociales o económicos que este tipo de medidas puedan tener. No obstante, las conclusiones son claras. "Desde un punto de vista puramente científico, implementar las intervenciones lo antes posible es la mejor manera de frenar la propagación y reducir el tamaño del brote", señalaba Tatem.
En la misma línea, un equipo de la Universidad Northeastern y varios centros de investigación italianos liderados por Alessandro Vespignani utilizaron varios modelos de transmisión de enfermedades para proyectar el impacto de las limitaciones de viajes en la propagación nacional e internacional de la epidemia.
Según sus cálculos, cuando se implementó la prohibición de viajar a Wuhan el 23 de enero de 2020, la mayoría de ciudades chinas ya habían recibido muchos viajeros infectados. Por eso, esa medida retrasó solo entre 3 y 5 días la epidemia en el resto de China continental, pero tuvo "un efecto más marcado a escala internacional donde las importaciones de casos se redujeron en casi un 80% hasta mediados de febrero".
No obstante, como estamos viendo estos días, esa reducción del 80% no fue suficiente. Lo que nos dice el modelo es que, si no conseguimos reducir la transmisión del virus (a través de medidas como el distanciamiento social), prohibir viajes o cerrar fronteras solo nos da un poco más de tiempo. Como se puede ver en la gráfica superior, solo reducir la velocidad de transmisión (r=1.00, r=0.75 y r=0.25) tiene un impacto significativo en la evolución de la epidemia.
Y en esto el timing es esencial. Volviendo al modelo de Lai y Talem sobre Wuhan, las conclusiones nos dicen que, si las medidas de aislamiento social se hubieran retrasado una, dos o tres semanas más, el número de casos se habría disparado tres, siete y 18 veces respectivamente. Es decir, con la evidencia disponible, tomar medidas rápido era (y es) la gran clave para frenar el coronavirus.
Lo que aprendió China y el resto del mundo no
Con toda esta información encima de la mesa, parece legítimo preguntarse si, a mayores, la gráfica que muestra la diferente evolución de las provincias chinas (excepto Hubei) y el resto de países del mundo es también un caso de "aplanamiento de la curva". Como hemos analizado estos días, China no solo ha aplicado medidas draconianas en Hubei, sino que muchas de ellas las ha aplicado en todo el país.
En cambio, la mayor parte de países del mundo ha demorado (o está demorando) las estrictas medidas de distanciamiento social hasta que los brotes locales están descontrolados. Algo que, si hacemos caso a los modelos epidemiológicos más actuales, solo acaba profundizando el tamaño y la intensidad de la epidemia. Siendo estrictos, aún es pronto para adelantar a esa conclusión, pero lo cierto es que mirando los datos es difícil no pensarlo.
Imagen | Dipartimento Protezione Civile