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Musk contra el cerebro: qué hay de nuevo y qué no en los avances que ha presentado Neuralink

Se suele decir que cuando Kennedy dio su famoso discurso sobre por qué habían elegido ir a la Luna, Estados Unidos no estaba ni cerca de poder abordar ese viaje. La dura realidad es que escogían ese reto porque en el resto de opciones (colocar una estación en el espacio u orbitar alrededor de la Luna) había una enorme cantidad de posibilidades de que la Unión Soviética les ganara la carrera.

La clave estaba en escoger algo icónico y estimulante; algo materialmente imposible hoy en día, pero imaginable a largo plazo; algo, en definitiva, que estuviera a la distancia (temporal, financiera y tecnológicamente) perfecta para que les diera tiempo a recuperar toda la ventaja que llevaban perdida. Es la misma estrategia que Elon Musk lleva usando proyecto tras proyecto y Neuralink, con su extraña mezcla de cosas viejas e innovaciones puntuales, es un ejemplo maravillosamente claro.

Neuralink no acaba de explotar

No me iré por las ramas: la inmensa mayoría de cosas que vimos en la presentación de Neuralink del fin de semana no tiene nada de nuevo. Muy especialmente las cosas que más llamaron la atención del público (leer la actividad de cientos de neuronas a la vez, decodificar mensajes sencillos, utilizar sistemas inalámbricos o estimular grupos de neuronas a placer) forman parte del día a día de los laboratorios de neurociencia de todo el mundo.

No es solo que muchos estudiantes de los primeros años de psicología o biología tengan a su disposición sistemas rudimentarios que permiten hacer todas esas actividades con animales de laboratorio. Es que en seres humanos, dispositivos como los implantes cocleares llevan ya décadas permitiendo "introducir" la información acústica del entorno en el cerebro y, en los últimos años, incluso reproducir música directamente desde internet.

Eso, por supuesto, no quiere decir que Musk y su equipo no hayan presentado algunas cosas muy interesantes (y que, de hecho, haya un salto con respecto a lo que pudimos ver el año pasado). Los avances de su sistema de hilos/electrodos y en el sistema de integración de multitud de ellos son incrementales, pero eficaces; la tecnología inalámbrica capaz de transmitir grandes cantidades de información a tiempo real muestra un uso muy creativo de tecnologías aplicadas; y la posibilidad de cargarlos dispositivos por inducción (algo fundamental teniendo en cuenta que iría dentro del cuero cabelludo) tiene una pinta estupenda y emocionante.

A la vez que desilusionante. Es una paradoja muy propia de Neuralink, una empresa que, como todos los proyectos de Musk, tiene una curiosa capacidad para reunir y organizar todo lo que se ha hecho en un campo y ponerlo a funcionar de forma llamativa. Pero que ofrece poco más de promesas poco específicas para las preguntas que sobrepasan los límites de campo. En este caso, con la información que tenemos en las manos, las mayores innovaciones son de diseño.

Pasos interesantes en un largo camino aún por recorrer

La habilidad del equipo de Neuralink para recoger esa tecnología disponible, empaquetarla y diseñarla de forma atractiva y aparentemente segura es formidable. Todo lo demás: relato, relato relato. Musk habló de tratar la depresión, el insomnio y una docena de otras enfermedades neuropsicológicas; eliminar el miedo de las personas o descubrir la naturaleza de la conciencia. También habló de curar la ceguera, la parálisis o la sordera. Sin embargo, las pruebas, los datos y los estudios brillan por su ausencia.

Deben de estar en algún sitio. Al fin y al cabo, según explicaron, en junio obtuvieron permiso por parte de la FDA para empezar a plantear pruebas en humanos, pero se sabe poco más. En general, Musk fue muy cuidadoso con no dar fechas, ni establecer calendarios cerrados. No hay datos claros ni de lo que van a hacer, ni de lo que han hecho. Y lo cierto es que, en el contexto de lo que se suponía que era (un evento para atraer talento), puede ser comprensible.

Sin embargo, sería inocente no admitir que un evento que se promocionó como la primera muestra de un "dispositivo Neuralink operativo" iba más allá de una campaña de recursos humanos. Se trataba de una nueva escenificación de la misma estrategia de la que hablábamos al principio: centrar la atención en una meta lejana para conseguir apoyo en el camino que aún queda por recorrer.

Por lo que sabemos hasta ahora, Neuralink está a años luz de cualquiera de sus 'promesas' más interesantes. De hecho, ni siquiera parecen haber solucionado satisfactoriamente problemas clave como el mantenimiento de los equipos dentro del cerebro. La buena noticia es que van avanzando y, aunque es difícil estimarlo con exactitud, parece que están haciendo avanzar a toda la disciplina. Eso, más allá de todos los problemas que se pueden derivar del proyecto, es una buena noticia.

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