La semana pasada, mientras Pfizer anunciaba que las dosis de las comprometidas iban a retrasarse y las autoridades se enzarzaban en una polémica a cuenta del cambio de criterio del reparto ordenado por el Ministerio de Sanidad, Melilla sorprendía a propios y extraños al haber puesto el 102,1% de las dosis recibidas. Pero ¿cómo es posible? ¿Cómo se pueden poner más vacunas de las que llegan?
La explicación la daba el mismo viernes el consejero de Salud Pública de la ciudad autónoma, Mohamed Mohand, se pueden obtener seis dosis con los 0,3 ml que deben inocularse de cada vial de vacuna en vez de las cinco previstas originalmente por el fabricante. No es algo que descubrieran únicamente los responsables de salud pública de Melilla; de hecho, al poco de empezar las vacunaciones con esta vacuna los sanitarios descubrieron que era posible no solo sacar una sexta dosis, sino incluso una séptima.
Es una buena noticia. Excelente, incluso. Sin embargo, no está exenta de dudas. Al fin y al cabo, la pregunta de "si sacan más de las mismas, pinchan menos de lo que deben" se ha escuchado mucho estos días. Es una duda comprensible, pero la realidad es que la dosis es siempre la misma: el misterio de la sexta dosis tiene una resolución mucho más sencilla.
El espacio muerto
Para preparar una dosis de la vacuna, la vacuna descongelada debe diluirse en su vial original de 0,45 ml con 1,8 ml de una solución de cloruro de sodio y, del vial diluido, se extraen 0,3 mL con una jeringa de 1 mL. Cuando los primeros sanitarios hicieron notar que había viales en los que había más de cinco dosis, la confusión fue más que importante. Al principio, se pensó que el problema se debía a que algunos viales se habían llenado excesivamente. Un poco más tarde descubrieron que el secreto estaba en las jeringuillas.
Concretamente en que cada jeringuilla deja cierta cantidad de líquido entre el émbolo y la aguja que termina por ser desperdiciada. Es lo que queda en el denominado "espacio muerto". Sin los sanitarios usaban jeringuillas normales, el vial daba para cinco vacunas; si utilizaban jeringuillas especiales, podían aumentarse el número de dosis. Basta hacer una sencilla cuenta para darse cuenta de que el vial diluido (2,25 ml) tiene, efectivamente, más de siete dosis (2,1 ml).
El problema es extraerlas. Aunque no lo parezca, la logística de una campaña de vacunación es muy complicada. Más aún con vacunas como estas que tienen apenas seis horas de vida útil. Incluso teniendo jeringuillas apropiadas, conseguir alargar las dosis un 20% es complicado: necesita de operadores expertos y de procesos que aún no nos ha dado tiempo a perfeccionar. Sin embargo, la campaña no ha hecho más que empezar y, poco a poco, iremos perfilando los problemas (y apurando los viales tanto como sea posible).