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La histórica multa contra Monsanto hace temblar el mundo de la agrotecnología: Bayer ya pierde más de un 15% en bolsa

250 millones de dólares por daños y 39 millones más como compensación. Esa es la cantidad que Monsanto, el gigante agrotecnológico recientemente comprado por Bayer, ha sido condenado a pagar a Dewayne Johnson, un jardinero de 43 años.

Contra la evidencia científica disponible que lo considera seguro, el jurado popular de California entiende que el cáncer terminal que sufre el jardinero fue provocado por el uso de Roundup y RangerPro, dos marcas comerciales de la empresa usan glifosato en su composición.

La demanda ha sido histórica porque es la primera que se llevaba a juicio la relación entre el herbicida y el cáncer. El glifosato, uno de los herbicidas más usados del mundo, aún tiene más de 5.000 demandas abiertas en EEUU. Se avecinan malos tiempos para Bayer, pero como veremos no solo para ellos.

Un juicio histórico

Waywuwei

En 2012, Dewayne Johnson fue contratado como jardinero por el consejo escolar de Benicia, una pequeña ciudad de la bahía de San Francisco. En 2014, Johnson fue diagnosticado con un linfoma no Hodgkin. Durante el tiempo que trabajó en Benicia, Johnson usó los herbicidas de Monsanto cada 12 días, unas 30 veces al año.

Con esa premisa, y durante ocho semanas, un jurado popular ha examinado las pruebas sobre esa posible relación y ha recibido mucha atención porque es la punta de lanza de otras 5000 demandas que esperan juicio en EEUU. El fallo del viernes ha sido todo un bombazo en el mundo de la agrotecnología.

Según el jurado popular, Monsanto habría actuado con “malicia” (por no avisar correctamente de los posibles efectos cancerígenos) y sus herbicidas habrían** contribuido “sustancialmente” a la enfermedad** de Johnson. Monsanto, como era esperable, ha anunciado que recurrirá la sentencia.

¿Es cancerígeno?

A las puertas del juzgado, el abogado de Johnson, Brent Wisner, declaró que el veredicto del jurado mostraba que la evidencia contra el producto era "abrumadora" y que "cuando tienes razón, es realmente fácil ganar". Sin embargo, a nivel científico, esa "evidencia abrumadora" brilla por su ausencia.

Sí, en 2015, la IARC calificó el glifosato como "probablemente cancerígeno para los humanos”. La misma categoría que la carne roja. No obstante, todas las autoridades sanitarias y el consenso científico coinciden en que es seguro cuando se usa adecuadamente.

Eso es porque con un uso razonable resulta muy extraño que los niveles ni siquiera se acerquen a los peligrosos. Para hacernos una idea, algunos expertos estiman que una persona debería comer por día alrededor de 16,8 kg de soja durante dos años para igualar la dosis que se ha planteado como cancerogénica. Es decir, sobre el papel la sentencia no tiene sentido científico. Johnson no pudo exponerse a dosis peligrosas del producto si hizo un uso adecuado del herbicida.

Problemas para Bayer y para muchos más

A decir verdad, no muchos analistas esperaban este fallo hace un par de meses. Por eso ha sido todo un terremoto. Monsanto salió rápido a confirmar que "la decisión no cambia el hecho de que más de 800 estudios científicos, las conclusiones de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos y las autoridades reguladoras en todo el mundo respaldan el hecho de que el glifosato no causa cáncer y no causó el cáncer del señor Johnson", declaró el vicepresidente de la empresa, Scott Partridge, también a las puertas del Tribunal.

Por parte, Bayer explicaba que "sobre la base de las conclusiones científicas, las opiniones de las autoridades reguladoras en todo el mundo y la experiencia práctica de décadas usando glifosato, está convencida de que el glifosato es seguro y no causa cáncer". Pero eso no ha impedido que la empresa alemana caiga más de un 15% tras la apertura de las bolsas hoy lunes.

Y todo esto nos devuelve a las complejas relaciones entre la ciencia y la justicia. Hay muchos casos: Hace unos días, veíamos como una decisión del Tribunal de Justicia de la Unión Europea aplicaba a CRIPSR una legislación diseñada para un conjunto de técnicas completamente distinto. En los últimos años hemos visto como los tribunales reconocían enfermedades que como la hipersensibilidad electromagnética.

La complejidad para diferencias ciencia, mala ciencia y pseudociencia y, sobre todo, la complejidad para comunicar esas diferencias empieza a ser un problema que va más allá de lo educativo para invadir el terreno sanitario, político y judicial. La sentencia contra Monsanto plantea dudas que solo el futuro podrá contestar.

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