Ayer saltó la noticia: un grupo de investigadores chinos publicaba en PNAS, una de las revistas más prestigiosas del mundo, que habían descubierto una nueva cepa de gripe que con "potencial pandémico". La variante gripal estaba infectando a cada vez más cerdos en el país, podía infectar a los humanos y, quién sabe, ser la protagonista de la próxima gran pandemia.
O no. En realidad, no. Aunque la G4, como la han denominado, se trata de una cepa (de matriz aviar) para la que los seres humanos no tendríamos inmunidad y, efectivamente, podría mutar para transmitirse con gran facilidad en humanos, lo cierto es que lleva años en cerdos y no parece que provoque síntomas de importancia. Pese a los titulares grandilocuentes, se trata de un virus más. Como explicaba en Nature Robert Webster, un investigador especializado en esta enfermedad, "simplemente no sabemos si ocurrirá una pandemia hasta que ocurre".
¿Qué sabemos de la cepa G4?
Esta cepa es fruto de un proceso que se suele denominar "reordenamiento". Cuando varios virus de la gripe conviven en un mismo organismo, se puede dar un fenómeno de intercambio genético que genere nuevas cepas. Este parece ser el caso: la G4 es fruto de la combinación de tres linajes: uno similar a la gripe típica de las aves euroasiáticas; otro relacionado con la H1N1 de 2009; y, por último, una variante norteamericana de esta última que incorporaba genes de la gripe porcina.
Como parte de los esfuerzos por controlar las zoonosis, el equipo dirigido por Liu Jinhua de la Universidad Agrícola de China (CAU) han analizado unos 30.000 hisopos nasales tomados de cerdos en mataderos en 10 provincias chinas (y otros 1.000 hisopos de cerdos enfermos examinados en el hospital veterinario de su escuela). Las muestras arrojaron 179 virus de la gripe porcina. La gran mayoría de los cuales eran subtipos de esta cepa o alguna de las otras cinco que conforman el linaje aviar G de Eurasia.
Eso hace que, sobre el papel, la G4 sea candidata a ser vigilada muy de cerca. Al fin y al cabo, la cepa H1N1 ya hizo de las suyas hace más de una década y puso al mundo al borde de una pandemia realmente crítica. Sin embargo, conviene no sacar este tipo de estudios de su contexto. En primer lugar porque no hay que olvidar que, aunque la gripe salta muy fácilmente de cerdos a humanos, esas cepas raramente tienen capacidad de contagiarse entre humanos.
En segundo lugar, esto forma parte del trabajo habitual de los virólogos. No es nada excepcional que aparezcan virus con "potencial pandémico". Hace unas semanas se anunciaba, por ejemplo, que se habían encontrado centenares de coronavirus similares al SARS-CoV-2 en murciélagos selváticos chinos. Es decir, muy probablemente en condiciones normales ninguna de las dos noticias (ni la de los coronavirus, ni la de la G4); pero no vivimos condiciones normales.
¿Estamos realmente ante una "pandemia potencial"?
Como decía Webster, no sabemos qué será una pandemia hasta que tenemos una pandemia y, por lo tanto, teorizar sobre las posibles mutaciones de la G4 que se está moviendo entre los cerdos chinos es algo bastante gratuito. Podría tener sentido, como señalan los autores del estudio, avanzar en el desarrollo de vacunas y en el estudio de la cepa para poder adelantar algo de trabajo en caso de que detectemos un cambio importante. Pero, más allá de eso, poco más se puede hacer además de monitorizar la circulación de la cepa.
No obstante, hay que tener en mente que vivimos tiempos especialmente sensibles a este tipo de noticias y descubrimientos. Como ocurrió, por ejemplo, en el contexto del brote de listeriosis de verano de 2019 y el boom del interés en este tipo de problemas sanitarios, es razonable pensar que el interés público decaiga conforme la crisis pierda fuerza.
Por eso, en general, hemos de ser cuidadosos con este tipo de estudios porque pueden generar una sensación de "Pedro y el Lobo" y erosionar los esfuerzos por mejorar los sistemas de alerta temprana y monitorización. Nadie sabe cómo saldremos de esta crisis y, precisamente por eso, conviene tener claro qué y cuándo algo es una amenaza. Y es que incluso siendo escrupulosos, las epidemias siempre tienen capacidad de sorprendernos.
Imagen | Kenneth Schipper
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