El Gobierno espera recibir las primeras dosis de la vacuna contra el COVID-19 "a primeros de año": qué significa esto y cómo nos afecta

"Esperamos que esta semana o la semana próxima se puedan firmar algunos contratos más. En concreto con la compañía Pfizer y con algunas otras compañías y las primeras dosis, si todo va bien, deberían llegar si todo va bien a principios del año que viene. Si todo fuera muy muy bien, incluso a finales de este año, pero vamos a decir que a principios del año que viene". Esta misma mañana Salvador Illa, el ministro de sanidad, respondía así a la pregunta de cuándo llegarán las primeras dosis de las vacunas a España.

Los prometedores resultados de la vacuna de Pfizer han devuelto el asunto a la primera plana de la actualidad, pero ¿qué significa exactamente esto? ¿Qué implicaciones tiene para cada uno de nosotros? Sobre todo porque, poco después de asegurar que "a principios de enero podremos empezar una fase de vacunación", el mismo Illa reconocía que hasta mayo no se podrá "tener a un porcentaje de gente suficientemente relevante vacunada". Es decir, cinco meses después de que lleguen las primeras dosis a España.

¿Son realistas las fechas que maneja el Gobierno?

Depende de lo que entendamos por "empezar una fase de vacunación". Al fin y al cabo, la llegada de las primeras dosis a España es sencilla. De hecho, hay algunas vacunas que se están fabricando (o se fabricarán) en España. El problema, como de costumbre, es más complicado. La distribución de vacunas se basa en complejos contratos entre España, la UE y las distintas compañías farmacéuticas. Algunos de los cuales, como el de Pfizer, no están cerrados.

Si nos centramos en este caso, España espera recibir 20 millones de dosis (es decir, la cantidad suficiente para vacunar a 10 millones de personas). No obstante, la logística de la vacuna de Pfizer es muy complicada: necesita conservarse a -70 grados y, sencillamente, no disponemos de infraestructura suficiente como para conservar y manejar esa cantidad de vacunas a esa temperatura.

Como explicábamos hace unas semanas, la compañía trabaja para resolver todos estos problemas de implementación. Pero, objetivamente hablando, si finalmente Pfizer es la vacuna de referencia el problema que se le presenta al Sistema Nacional de Salud es más que importante. Y lo peor es que problemas de este tipo afectan (en mayor o menor medida) a todas las vacunas: dependiendo de sus características supondrán retos importantes que habrá que abordar de formas distintas.

Lo razonable es que, a día de hoy, teniendo en cuenta que la Unión Europea negocia con siete vacunas, los países hubieran desarrollado planes de vacunación para cada una de ellas. No obstante, buena parte los detalles de esos planes dependen en buena medida de los resultados finales y de asunto como su eficacia para mayores de 65 grados o su capacidad para reducir la 'infectividad' del virus. Es decir, que no sabemos quiénes, cómo y cuándo serán inmunizados con la vacuna y probablemente (viendo los tiempos que manejamos) no lo sepamos hasta después de que las primeras vacunas lleguen a España.

En ese sentido, como llevamos comentando desde que empezó la pandemia, no es razonable esperar que (incluso si todo va bien) las vacunaciones masivas empiecen ni a finales de año, ni en enero. Lo más probable es que la logística no esté muy avanzada hasta marzo, con todo lo que eso conlleva. Sí podremos ver "empezar una fase de vacunación", pero más por una cuestión simbólica que por otro motivo.

¿Son realistas las fechas del Gobierno? Lo cierto es que algo han aprendido de los últimos reveses y los anuncios son ahora lo suficientemente inespecíficos como para que se puedan cumplir si todo va bien. Eso sí, debemos entenderlos de forma poco ambiciosa. Que lleguen las primeras dosis tendrá escasa relevancia real (aunque sea buena noticia)

¿Cómo de importante es el tiempo?

Sin criterios claros sobre quién recibirá los primeros lotes, ni un plan de vacunación ya prefigurado y dotado económicamente, los prometedores resultados de la vacuna de Pfizer han revolucionado la escena política en torno al COVID-19. De eso no hay duda. Sobre todo porque, mientras escribo esto, Europa "está negociando con seis vacunas más". La mayoría de las cuales (si no todas) se basan en la misma idea: abordar el virus a través de la misma proteína.

Es decir, las buenas noticias de una u otra vacuna van más allá de ellas mismas y repercuten en todas: apoyan la idea de que los investigadores están en el buen camino. Si no es Pfizer, será AstraZeneca, Moderna o cualquier otra. Porque una vez hemos encontrado un punto flaco, la cuestión es encontrar la mejor vacuna que la aproveche. Pero encontrarlo, lo hemos encontrado.

Por eso, estamos entrando en una nueva fase de la pandemia. Si realmente estamos cerca de tener un amplio ramillete de vacunas disponibles, la clave central de los próximos meses es estar preparados para que conseguir la inmunidad poblacional cuanto antes. Eso requiere un enorme trabajo sanitario, logístico, educativo y social que aún hoy está por llevarse a cabo. Esperemos estar, esta vez sí, a la altura de las circunstancias.

Imagen | Jose Maria Cuadrado Jimenez

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