Descubrir un nuevo tratamiento que funcione es solo la mitad del trabajo. Es algo que necesita millones de euros, cientos de personas y decenas de años, pero que no sirve de nada si no llega a los hospitales. Parece una obviedad, pero lo cierto es que a medida en que los procesos de fabricación de tratamientos se vuelven más complejos, caros y alambicados: una buena parte del mundo queda fuera del impacto de los nuevos medicamentos.
Como podemos ver, por mucho que no hablemos sobre esto normalmente, la investigación sobre cómo producir medicamentos es crucial. Ahora el Instituto Roslin de Edimburgo, a los que conoceréis de otros éxitos como la oveja Dolly, están intentando modificar gallinas genéticamente para convertirlas en fábricas vivientes de proteínas humanas.
¿Qué fue antes el huevo o la medicina?
La aparición de las terapias de anticuerpos monoclonales fue una bomba en la medicina de las últimas décadas. El bevacizumab, por ejemplo, se usa en el tratamiento de distintos cánceres de colon, mama, pulmón (no microcítico) o riñón. Y el trastuzumab (pese a que solo se puede usar para tratar tumores que sobrexpresan la proteína HER2 o presenten amplificación del gen HER2) ha demostrado ser eficaz con el cáncer gástrico, el de mama y el de esófago.
Sin embargo, producir este tipo de proteínas es bastante complejo. Tanto el Bevacizumab como el trastuzumab se producen cultivando células de ovario de hámster chino en laboratorio. El resto de métodos o son más complejos o conllevan procesos de procesamiento que los convierten en inviables. Eso encarece los tratamientos y hace de barrera a su producción barata internacional.
El enfoque de Roslin es distinto. Anteriormente ya se había probado esto de producir proteínas en la leche o huevos de distintos animales, pero los investigadores escoceses parecen ser los primeros en desarrollar un sistema bien definido para utilizar los huevos de gallinas modificadas genéticamente para producir proteínas humanas.
Para ser justos, los huevos ya se usan en el desarrollo de medicamentos: sin ir más lejos, ahora que tenemos encima la epidemia anual, se usan en el proceso de fabricación de la vacuna de la gripe. Lo que ocurre es que en este caso el enfoque es ligeramente diferente porque se necesita introducir una variación genética para que produzcan las proteínas en la clara del huevo, pero el resto del proceso industrial es similar.
Del laboratorio a la farmacia
De todas formas, es pronto para cantar victoria. Como explican los investigadores, su trabajo se ha centrado en la producción de proteínas de alta calidad para su uso en investigación. El equipo, probó con dos proteínas concretas, la IFNalpha2a relacioanda con los tratamientos inmunológicos del cáncer y el macrófago-CSF que se está usando para estimular la reparación de tejidos.
El quid de la cuestión es que los resultados son tan buenos tanto en calidad como en cantidad (solo hicieron falta tres huevos para producir una dosis clínicamente relevante) que sugieren que hemos encontrado un nuevo método de producción de proteínas barato, rápido y seguro. Uno que aún tiene mucho por desarrollar.
En la medida en que las gallinas ponedoras pueden llegar a poner 300 huevos al año y que se pueden extraer grandes cantidades de las proteínas de las claras con un sistema de purificación simple el enfoque podría ser una excelente alternativa a los métodos que se usan hoy por hoy. No tiene efectos secundarios en los animales y simplificará el proceso para llevarlo por todo el mundo. Aún falta mucho por hacer, pero no es una mala noticia para empezar el lunes.
Imágenes | Instituto Roslin
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