Cada cierto tiempo hablamos del Test de Turing, la famosa idea de que una máquina será inteligente cuando no seamos capaces de distinguirla de una inteligencia natural. Normalmente es para comentar que aún no hemos conseguido superar el test. O para explicar que, si lo hacemos, es con alguna trampa que otra.
Pero hoy podemos decir que lo hemos conseguido. Aunque es cierto, también hay trampa: un equipo de investigadores italianos ha conseguido crear bacterias artificiales capaces de comunicarse con bacterias naturales sin ningún tipo de problema. Es un pequeño paso para la resolución de los tests de Turing, pero un paso enorme para la biotecnología.
El nacimiento de las células artificiales
Estas células artificiales son diminutas estructuras muy parecidas a las bacterias normales que están diseñadas para producir N-acil homoserina lactonas (AHLs) unas moléculas señalizadoras que están implicadas en "la percepción del quorum" un sistema de coordinación en poblaciones de bacterias que regula su expresión genética en respuesta a la densidad poblacional.
Como vemos, esta molécula es especialmente interesante para estudiar la coordinación bacteriana. Cuando se introducen las bacterias artificiales en una población, se puede estudiar con mucho detalle la respuesta del resto de bacterias. El resultado es que, nada más entrar en la población huésped, comenzaban a 'conversar'.
¿Una nueva vía para atacar las infecciones?
En el fondo, las bacterias artificiales son estructuras programadas para detectar ciertas moléculas secretadas de forma natural y responder con otras señales químicas. Es decir, estamos hablando de una tecnología que puede permitirnos, permitidme la expresión, "pastorear bacterias" por primera vez.
De hecho, esta ha sido la primera aplicación que ha puesto en marcha el equipo de la Universidad de Trento. Se preguntaron si, usando este tipo de bacterias artificiales, se podría interferir en la actividad de otras bacterias causantes de enfermedades. Y, efectivamente, pueden hacerlo.
Se entiende ahora porque decía que es un gran paso para la biotecnología. En plena crisis de las resistencias antibióticas, esta vía podría ser una nueva estrategia para combatir las infecciones. Aún es pronto para saber hasta dónde podremos llegar. Pero cualquier avance que nos permita reenfocar el problema de las superbacterias, es una noticia excepcional.
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