Israel decidió abrir los colegios, Dinamarca También; Israel fracasó, Dinamarca no. El 6 de abril, mientras buena parte de los países europeos estaban sumidos aún en los momentos más tensos de la pandemia, Copenhague decidió que era hora de empezar a pensar en cómo re-abrir las escuelas. Ese día se notificaron 278 casos nuevos en una población que no alcanza los seis millones.
El 15 de ese mes, con 185 casos declarados, el sistema educativo se abrió para los alumnos de primaria y los estudiantes que estaban a punto de graduarse. Dos semanas después, el R0 -- el "ritmo de reproducción" del virus -- había pasado de 0,6 a 0,9. Eso hizo que países como Alemania retrasaran la apertura de sus escuelas, pero Dinamarca siguió adelante. Hoy se considera un caso de éxito a nivel internacional: esto es lo que podemos aprender.
Lecciones de Dinamarca
Grupos pequeños... Los planes iniciales establecieron que los niños se agruparan en grupos de 10 ó 12 alumnos. Esos grupos tendrían asignados de forma permanente a un maestro con la idea de que funcionaran como compartimentos estancos. Es decir, como explica el epidemiólogo Diego Bassani, con la idea de que los alumnos solo se relacionaran entre ellos. Se reorganizaron los calendarios para que las entradas fueran escalonadas y, siempre que fuera posible, se habilitaron todos los accesos al centro para evitar aglomeraciones en la entrada.
...y aislados entre ellos. Uno de los objetivos del Ministerio de Educación era que no hubiera contacto estrecho entre distintas cohortes de edad. Esto era sencillo en las aulas, pero en el recreo se hacía más complicado. Por ello, se dividieron los patios en zonas separadas, se prohibió a los niños jugar con alumnos que no estuvieran en sus grupos de referencia y, para minimizar el contacto, las autoridades reservaron los parques públicos para niños en horario escolar. De esta forma, las escuelas podía usarlos.
Este aislamiento se extendía a adultos (padres y profesores) en el ámbito escolar. Por eso, los alumnos de primaria estaban de forma permanente 'vinculados' a un solo profesor y los padres tenían prohibida la entrada al centro.
Espacio, espacio y espacio. El Gobierno puso en marcha una iniciativa de coordinación para poner a disposición de las escuelas todo tipo de hoteles, bibliotecas, museos o centros de conferencias que estuvieran cerca de su zona de influencia. De esta forma se trataba de descongestionar los centros y se intentaba
Higiene y prueba/error No obstante, no siempre se podía garantizar la distancia de seguridad. En ese caso, la normativa exigía que todo el material se limpiara dos veces al día. Además, como medida de seguridad, se acordó que los niños se limpiarían las manos, como mínimo, cada hora y media (así como antes y después de ir al recreo, al servicio o al comedor); esta medida acabó por abandonarse cuando algunos niños desarrollaron problemas dermatológicos leves.
Pero el número de reproducción subió
Efectivamente, durante la primera semana de mayo las autoridades sanitarias danesas alertaron de que el R0 del virus estaba creciendo y que era importante mantenerlo por debajo de 1. Esto generó mucha polémica tanto dentro como fuera del país. No obstante, al examinar los datos, se vio que los fueron precisamente los niños que no habían vuelto a las escuelas (entre 13 y 19 años) los que sufrieron mayor aumento de infecciones.
El gobierno danés interpretó que el repunte se debía realmente a un cambio técnico que había coincidido con la apertura de los colegios: el aumento del número de PCRs que se estaban haciendo en el país. Como en muchos otros países, en Dinamarca durante las primeras semanas de la crisis, las PCRs se concentraron en personas con síntomas medios y graves. Eso se fue ampliando a medida que se introducían sistemas de rastreo (y el número de contagios, consecuentemente, creció).
Con todo eso en mente, Educación puso en marcha un plan para incorporar a todos los alumnos tratando de respetar las medidas implementadas. La primera iniciativa fue reducir de dos a un metro la distancia de seguridad. Eso permitió recuperar mucho espacio útil y testar si se traducía en un repunte mayor de casos. El 18 de mayo se abrieron los institutos para la educación secundaria y el 27 se incorporaron el resto de alumnos. Luego, progresivamente, se fueron retirando las reglas de distanciamiento dentro de las clases de cara a recuperar la normalidad educativa, pero se mantuvieron entre cursos y con los adultos.
¿No han tenido rebrotes?
Lo cierto es que sí, a finales de julio y principios de agosto la segunda ciudad del país, Aarhus, sufrió un brote que situó el área metropolitana por encima de los 100 casos por cada 100.000 habitantes. No obstante, y aunque se aplicaron medidas a nivel local (trabajo desde casa, bachiller on-line, restricciones en hospitales y residencias, cancelación de festivales y grandes reuniones, etc...), se optó por no tocar las guarderías, la primaria y la secundaria.
Tiene su explicación. Si hay una idea clave que está surgiendo de la gestión de la crisis es que los brotes en las escuelas dependen directamente de los brotes en la comunidad. Las escuelas pueden tener diversos roles en la pandemia y es necesario intervenir en ellas para usarlas, en la medida de lo posible, como cortafuegos. Sin embargo, de poco sirve lo que hagamos en ellas si no tenemos herramientas operativas para controlar la pandemia a nivel comunitario. Esa es una lección que también podemos aprender del caso danés.
Imagen | Kristijan Arsov
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