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El creador del SegWay ahora va a por la fabricación de órganos humanos, y cree que en diez años esta será una revolución cotidiana

Dean Kamen no paraba de encontrarse con un joven en silla de ruedas que se veía constantemente limitado por la arquitectura urbana. Se puso a solucionar el problema y creó una silla de ruedas que acabaría desembocando en su particular revolución para la movilidad urbana, el Segway.

Los Segway no acabaron sustituyendo a los coches, como Kamen esperaba, pero desde luego han inspirado a todo un sector. Ahora este prolífico inventor está inmerso en una cruzada aún más ambiciosa: crear órganos humanos de forma automatizada, y su optimismo al respecto es contagioso.

Un inventor que no para quieto

Lo cuentan en un reportaje en OneZero, donde comienzan haciendo un repaso del pasado de Kamen como inventor. Con el Segway había mucha expectación, pero cuando se lanzó en 2001 la cosa no acabó cuajando tanto como Kamen esperaba. La firma acabó en manos de Ninebot, que sigue lanzando nuevos modelos año tras año y por ejemplo sorprendió en el pasado CES con el S-Pod, una silla de ruedas que parecía inspirada en la del Profesor X.

Tras vender la empresa en 2009 a James Hesselden —que se mató en un accidente en su propio Segway al caer por un precipicio—, Kamen buscó otros retos.

Su empresa, DEKA Research & Development, emplea a 800 ingenieros con los cuales ha lanzado desde prótesis robóticas de brazos para soldados con ese miembro amputado hasta una unidad de diálisis doméstica para evitar a los pacientes tener que ir a las clínicas y hospitales a tratarse sin olvidar ese proyecto llamado Slingshot para hacer llegar agua potable a toda la humanidad.

Sin embargo su proyecto actual es probablemente el más ambicioso de su vida. Todo comenzó en diciembre de 2016, cuando logró ganar un contrato del Departamento de Defensa que tenía como misión fabricar tejidos y órganos para transplantes. Kamen tenía entonces 65 años, pero parece estar más fresco y dispuesto que nunca.

Los 80 millones de dólares del contrato han servido para crear el llamado Advanced Regenerative Manufacturing Institute (ARMI), un consorcio de 170 empresas e instituciones de investigación que han elevado el presupuesto a un total de 300 millones de dólares.

Con ese dinero ha fichado a ex-directivos de la FDA, científicos e ingenieros y se ha aliado con universidades y prestigiosos departamentos de investigación para lograr su objetivo: crear las herramientas y las máquinas necesarias para producir en serie órganos humanos.

Fabricando tejidos y órganos como si fueran chips

Los avances en creación y cultivo de órganos humanos han sido notables en los últimos 15 años. Uno de los logros más destacables fue el que logró el doctor Anthony Atala en 1999, que logró cultivar una vejiga y transpartarla en un paciente. Como en otros casos, la técnica consiste en crear un "bio-andamiaje", la estructura sobre la que se asienta y cultiva el órgano final, que se nutre de las células del paciente para que ese órgano no sea rechazado en el transplante.

Para Kamen el proyecto era análogo al que las empresas de Silicon Valley crearon para desarrollar semiconductores "así que pensé, ¿por qué no hacemos lo mismo con tejidos vivos? Debe haber una forma de hacer una gran cantidad de ellos a un coste realista para el público americano que tiene una necesidad acuciante cuando les falla un órgano".

Junto a ARMI Kamen y sus socios han creado también el llamado BioFabUSA, la entidad que se encargará de fabricar esos órganos cuando el proceso esté listo. Como detallaban en Politico en un reportaje de 2017, El trabajo se desarrolla en lo que fue una gran factoría textil a mediados del siglo XIX en New Hampshire. Es allí donde distintas divisiones están trabajando en proyectos paralelos para llegar a ese mismo fin.

Una de esas divisiones está desarrollando ligamentos cruzados anteriores, por ejemplo, y aunque el proceso es por ahora manual la idea es automatizarlo. La producción de ese segmento de 7 centímetros basado en las células madre del paciente lleva 45 días, pero en BioFabUSA indican que ya han logrado reducir los costes y el margen de error con su proceso de fabricación del tejido.

En 10 años esto será algo normal, promete Kamen

Los equipos de ARMI están actualmente trabajando en cinco nuevas líneas de producto dirigidas a músculos, huesos e incluso en unas prometedoras células beta productoras de insulina que podrían plantear una revolución espectacular para los enfermos de diabetes de tipo 1. Esos equipos también están colaborando con el Texas Heart Institute en el desarrollo de una línea de producción de corazones de niño.

También hay esfuerzos para el desarrollo de pulmones que se imprimirían con impresoras 3D: allí se crearían esos bio-andamiajes de los pulmones que contarían con bronquios y unos 500 millones de alveolos. A partir de ahí una vez más el pulmón se cultiva gracias al uso de células del paciente.

Los avances y esfuerzos de ARMI y sus socios son diversos y llamativos, pero no todo el mundo es optimista. Algunos especialistas como el doctor Giuseppe Orlando, investigador en medicina regenerativa y cirujano en el Wake Forest Medical School, afirma que aún quedan 50 años para que lleguemos a ver lo que Kamen promete.

Sin embargo Kamen parece tenerlo claro. "¿Tardaremos 50 años? De ningún modo. ¿Serán 25? ¿Cinco? No hay una fecha clara", indica, pero apunta a su propio pronóstico: "en 10 años que te transplanten una parte de un órgano defectuoso será tan común como otros muchos procedimientos médicos".

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