Hay un viejo chiste de psicólogos en el que una rata de laboratorio le dice a otra "¿Sabes? Creo que he condicionado al investigador: cada vez que le doy a esta palanca, me da de comer". Parece una provocación, pero tiene sentido. Y si lo entendemos en un sentido amplio, mucho sentido.
Una idea parecida estaba detrás de la famosa metáfora de "El gen egoísta" y la que asoma de este estudio sobre cómo ciertas bacterias intestinales 'controlan' la dieta de sus huéspedes. Un descubrimiento que puede abrir todo un mundo de posibilidades
¿Que qué te apetece comer hoy? Pregúntale a tu intestino
No es ningún misterio que la alimentación cambia (modifica o influye en) el equilibrio del intestino. No todas las bacterias que tenemos ahí (y que nos ayudan en distintos procesos digestivos) necesitan los mismos nutrientes: la pizza hawaiana favorece a unas y el cocido maragato a otras. Eso hace que nuestra alimentación cambie la composición de bacterias.
Pero lo que acaba de descubrir un grupo de investigadores es que esos equilibrios se retroalimentan: la flora intestinal tiene mecanismos que consiguen alterar directamente la dieta de los huéspedes. De esta forma, esas bacterias ayudan a equilibrar la dieta y ajustarla a las necesidades.
Todo parece indicar que la coevolución entre bacterias y huéspedes ha permitido esta "simbiosis": el misterio es cómo ciertos microorganismos ayuden detectar qué nutrientes nos faltan y cómo nuestro cerebro interpreta esas señales.
¿Qué come la mosca del vinagre?
El equipo de investigadores ha hecho sus trabajos con la mosca del vinagre (Drosophila melanogaster). A distintas poblaciones de la mosca se les dio distintos tipos de nutrientes y, posteriormente, se les dio a elegir entre distintos tipos de comidas. En este caso, las moscas escogían correctamente el tipo de comidas que contenían los nutrientes que les habían sido retirados.
Las moscas del vinagre (sin bacterias) dejaban de comer proteínas, aunque las necesitaran
Pero, en cambio, si se retiraban distintas bacterias del intestino de la mosca, las moscas tenían grandes dificultades para alimentarse correctamente.
Esto es así porque las bacterias intestinales "parecen inducir algún tipo de cambio metabólico que influye directamente sobre el encéfalo y el organismo y que simula un estado de saciedad proteínica", explicaba Zita Carvalho-Santos, miembro del equipo
Nuevos caminos para la dieta del futuro
¿Tiene aplicación directa en humanos? No, aún no. Y no porque la idea no sea buena, ni porque haya razones para dudar del papel de las bacterias en nuestro equilibrio nutricional. Si no, sencillamente, porque mientras la mosca del vinagre tiene solo cinco bacterias distintas, los seres humanos tenemos cientos de ellas.
¿Podríamos diseñar nuestro microbioma para querer consumir más productos 'saludables'?
De todas formas, es un camino muy interesante: Este descubrimiento sientas las bases microbióticas para entender por qué unas veces nos apetece un tipo de comida y otras veces, nos apetece otra...
Desde hace año sabemos que el microbioma tiene un papel esencial en problemas como la obesidad, ahora se abre un camino muy poderoso con el que podemos no solo modificar la forma en la que nuestro intestino procesa la comida, sino la misma comida que nos apetece comer.
Imágenes | John Tann
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