"El ejercicio es una de las formas más potentes y mejor estudiadas para proteger el cerebro del deterioro cognitivo relacionado con la edad". De hecho, cada día está más claro que tiene un papel muy importante en la prevención de riesgos neurodegenerativos (desde el Alzheimer a un buen número de demencias congénitas raras). El problema es que no todos los adultos mayores no pueden hacer ejercicio regularmente.
Pero ¿Y si no hiciera falta? Un equipo de investigadores de Eli & Edythe Broad Center for Regeneration Medicine and Stem Cell Research de la Universidad de California en San Francisco se han encontrado con un curioso fenómeno que podría responder esta pregunta de una forma extremadamente curiosa: que, al menos en ratones, el plasma sanguíneo transmite los efectos restauradores del ejercicio al cerebro de sujetos ancianos y sedentarios.
¿Cómo es posible? ¿Cómo funciona?
La idea no es nueva. Muchos investigadores han buscado terapias que puedan conferir algunos de los mismos beneficios neurológicos en personas con bajos niveles de actividad física. Sin embargo, la escasa comprensión de los mecanismos por los cuales el ejercicio es neuroprotector han convertido todos esos intentos en un callejón sin salida. Ahora, la cosa ha cambiado.
El estudio recién publicado en Science muestra que, tras el ejercicio, los hígados de los ratones secretan una proteína llamada Gpld1 y que los niveles altos de dicha proteína (en sangre) correlacionan con una mejor función cognitiva en ratones de edad avanzada. Por otro lado, han descubierto que la misma enzima también se encuentra en niveles elevados en la sangre de los humanos mayores que hacen ejercicio regularmente.
Al encontrarse con esto, solo faltaba una pregunta más para cerrar el círculo: comprobar que el aumento de la cantidad de Gpld1 producida por el hígado podría conferir muchos de los mismos beneficios cerebrales que el ejercicio regular sin necesidad de realizarlo. ¿Por qué? Porque, como señalaba el profesor de la UCSF Saul Villeda, eso significa que podría abrirse la puerta a crear una píldora que produjera los mismos beneficios cerebrales que el ejercicio.
La pregunta por la píldora no es una boutade. Los investigadores ya han demostrado que los factores biológicos presentes en la sangre de los ratones jóvenes pueden rejuvenecer el cerebro de los ratones envejecidos. De la misma forma, los factores de la sangre de los ratones más viejos pueden provocar un deterioro cognitivo prematuro relacionado con la edad en ratones jóvenes. El punto flaco es que, por muy vampíricos que queramos ponernos, el plasma sanguíneo no es una terapia demasiado cómoda y versátil.
De ahí que lo interesante de este estudio es que "sugiere que, al menos algunos de estos beneficios, sí podrían estar disponibles algún día en forma de medicamento". Ahora queda lo más complicado, encontrar ese medicamento. Aunque, en un tema tan potencialmente lucrativo, podemos esperar que mientras hablamos ya haya muchos equipos trabajando en ello. Tiempo al tiempo.
Imagen | Anupam Mahapatra
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