El pollo es quizás uno de los alimentos predilectos en todo el mundo y seguramente el último plato con pollo que te comiste provenía de un ave criada con la asistencia de antibióticos, una tendencia que se repite de forma alarmante en toda la industria de animales para el consumo humano.
Maryn McKenna una periodista independiente especializada en salud pública, y galardonada escritora de libros como ‘Superbug’, ha lanzado esta semana su más reciente libro titulado ‘Big Chiken’ donde aborda la tremenda encrucijada en la que se encuentra la industria de los alimentos y la salud pública en el mundo entero, con la aparición de nuevas bacterias resistentes a los antibióticos fruto del abuso de estos fármacos por varias décadas.
Tal como explica McKenna en su libro, los antibióticos permitieron desde comienzos de los años 50s, que las pequeñas granjas de los pueblos se transformaran en enormes factorías, con la posibilidad de criar animales a escala industrial y en menor tiempo, cambiando para siempre la forma como nos alimentamos.
No obstante, hemos tenido que pagar un alto precio a cambio de esta conveniente producción de comida en masa. Tan solo en Estados Unidos el 80% de los antibióticos que se comercializan no son usados en humanos, sino que, en cerdos, gallinas, pavos, vacas y otros animales de corral. Estas toneladas de antibióticos usados por años han traído como consecuencia la aparición de bacterias resistentes a los antibióticos, las cuales se estima podrían causar la muerte a más de 10 millones de personas para el año 2050.
El problema no es el uso, es el abuso
El uso de antibióticos en los animales como menciona la autora no es el problema en sí, la cuestión es el abuso de los mismos. Para ejemplificar el asunto, McKenna indica que en el mundo entero se aplican cuatro veces más dosis de antibióticos a los animales que, a los humanos, y lo que es peor, es que a diferencia de los humanos, que solo los consumen cuando se encuentran enfermos y en pequeñas dosis, en la granja, todos los animales son sometidos a altas dosis de antibióticos aunque no se encuentren enfermos, como una medida preventiva.
Lo que este abuso de antibióticos ha producido a lo largo de estas décadas, es el nacimiento de nuevas bacterias resistentes a los mismos, las cuales se las han arreglado para sobrevivir e infectar a los humanos que consumen estos alimentos, creando una nueva generación de enfermedades en las personas, muy difíciles y en algunos casos hasta imposibles de tratar. Por años las farmacéuticas estuvieron desarrollando nuevos antibióticos para luchar contra este nuevo tipo de bacterias una y otra vez, hasta el punto en que ya no les está resultando ni económicamente ni científicamente viable seguir en ese juego del gato y el ratón.
Todo esto ha llevado a la ciencia a plantarse una preocupante pregunta: ¿Qué vamos a hacer cuando los antibióticos ya no sean efectivos? El uso de los mismos de forma indiscriminada en la industria de los alimentos nos ha estado empujado de forma acelerada a una era post-antibióticos muy simular a lo que se vivía en el mundo antes de la adopción de la penicilina de forma masiva en 1945, cuando una simple infección podría llevar a una persona a la muerte al no existir nada en la medicina tradicional capaz de combatirla.
El panorama en Colombia
De acuerdo a la Federación Nacional de Avicultores de Colombia FENAVI, en el país no hay una regulación suficientemente sólida para hacer controles al uso de medicamentos en animales destinados al consumo humano, y advierten que, en América Latina, se emplean antimicrobianos que en países como Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea, no se permiten.
Entre los antimicrobianos para animales de consumo humano, prohibidos a la fecha por la Administración de Medicamentos y Alimentos, FDA (por sus siglas en inglés) figuran los nitrofuranos, las fluoroquinolonas, el cloramfenicol, el dimetridazol y el ipronidazol. Algunos de estos agentes a pesar de ser controlados en Norteamérica podrían estar siendo usados de forma más libre en otros países, al no existir reglamentaciones claras respecto a su uso responsable.
Incluso en la agricultura y erradicación de cultivos ilícitos, el glifosato, que se comercializa como herbicida, está patentado por su fabricante, Monsanto, como antibiótico. Por lo tanto, es considerado como el antibiótico más utilizado en la agricultura, capaz de atacar la vía ácido shikimico, parte del mecanismo para producir ciertos aminoácidos en las plantas y los microbios. Lo que genera con su uso a largo plazo, la resistencia de las malas hierbas a la aplicación de herbicidas.
Una pelea que es tan antigua como la penicilina
Muchos se preguntan ¿cómo llegamos hasta este punto?, y ¿que se puede hacer al respecto? Bueno, la cuestión es que existen muchos intereses económicos y políticos involucrados, pero una sencilla salida, o al menos un paso en la dirección correcta a esta problemática, es iniciar la reducción progresiva del abuso de antibióticos en la avicultura y similares. Algo que los productores no van a abrasar de forma tan abierta, por reducir sus tasas de crecimiento en los animales, alargar su tiempo de crianza, y aumentar la tasa de mortalidad de sus animales.
La lucha contra el abuso de los antibióticos en la cría de animales es tan antigua como los mismos antibióticos. Desde sus primeros usos en animales, los científicos ya advirtieron de los potenciales efectos negativos sobre los humanos que esta práctica podría llegar a tener. Sin embargo, las presiones generadas por los grupos económicos lograron moldear las leyes durante años a su propio beneficio prácticamente hasta el año 2013, cuando la administración de Obama en Estados Unidos por primera vez comenzó a tomar cartas en el asunto, regulando el uso de ciertos tipos de antibióticos a los productores de alimentos. No obstante, como la propia McKenna explica en su libro, esta historia con diferentes ángulos y lados polarizados aún tiene mucho por desarrollar y es incierto si en el futuro se logrará frenar la aparición de más super-bacterias resistentes a los antibióticos.
Posición actual del Consejo Internacional de Avicultura
Desde el año pasado, el Consejo Internacional de Avicultura (IPC por sus siglas en inglés), había comenzado a trabajar en la declaración de una posición oficial pertinente al uso de antimicrobianos en una reunión del grupo realizada en Portugal. El documento fue terminado en abril de este año, tras un encuentro en Cartagena, donde la organización adoptó una nueva posición a favor del uso responsable de antimicrobianos en la granja.
“El IPC seguirá el curso científico para promover la reducción en la industria del uso de antimicrobianos, mientras que también garantizará que, cuando se utilicen antibióticos, se cumplan con las directrices establecidas por las organizaciones internacionales”, señaló James Sumner presidente el IPC.
De acuerdo a la posición de Sumner, “el IPC reconoce que la resistencia antimicrobiana es una preocupación mundial y que la industria avícola debe adoptar prácticas de manejo que reduzcan el uso de esos antimicrobianos para los cuales la resistencia podría representar un mayor riesgo global” por lo que la organización se ha comprometido a cooperar con los gobiernos locales y las organizaciones de la salud, para generar políticas que promuevan la reducción del uso de antibióticos en las granjas.
En Xataka Colombia | Cuatro virus similares al Zika llegarán a Colombia pronto, advierten especialistas
Ver todos los comentarios en https://www.xataka.com.co
VER 0 Comentario