Animales y coronavirus: todo lo que sabemos hasta ahora sobre si las mascotas pueden contagiarse (y contagiar al ser humano)

El 27 de marzo de 2020 una tigresa del zoológico del Bronx en Nueva York empezó a toser. Una tos seca y persistente. El parque llevaba cerrado desde el día 16 y, en principio, nadie le prestó demasiada atención hasta que empezó a perder el apetito. Sin embargo, cuando su cuidador dio positivo en coronavirus, saltaron todas las alarmas.

Y efectivamente, Nadia, que así se llama la tigresa malaya de 4 años, se ha convertido en el único animal que por el momento ha dado positivo por coronavirus en Estados Unidos. Sin embargo, es otro caso más que plantea dudas sobre el papel de los animales en la transmisión del virus.

Al fin y al cabo, es probable que, a lo largo de estos meses, hayamos escuchado noticias de contagios en un perro en Hong Kong o un gato belga. Sin embargo, la Organización Mundial para la Salud Animal siempre ha mantenido que eran casos aislados y que, con la información que tenemos, no había de qué preocuparse. Ahora que empiezan a surgir nuevas investigaciones, es buen momento de ver si esto sigue siendo así.

Entonces, ¿pueden contagiarse las mascotas?

Vlad Tchompalov

Ahora, un análisis (aún no publicado) del Harbin Veterinary Research Institute señala que los gatos podrían infectarse con el coronavirus y contagiar otros gatos. También ocurre con los hurones. No obstante, el trabajo considera poco probable que perros, pollos, cerdos o patos contraigan el virus y sean capaces de contagiarlo.

El equipo, liderado por el virólogo Bu Zhigao, inoculó el virus SARS-CoV-2 varias docenas de animales que suelen convivir con el ser humano y estudiaron cómo evolucionaba la carga viral de los sujetos. Sus datos señalan que mientras que el virus se replica poco en perros, pollos, cerdos y patos, en el caso de hurones y gatos lo hace eficientemente. Eso sí, solo en los gatos se ha encontrado evidencia del virus en sus flujos respiratorios.

Los datos son provisionales, pero lo cierto es que esto apuntala las principales ideas a entender dinámicas del virus en el mundo animal. “Con el SARS y el MERS hemos tenido situaciones similares”, decía Michael Ryan, director ejecutivo del Programa de Emergencias Sanitarias de la OMS, hablando de los contagios esporádicos de mascotas. “La cuestión central es si los animales están asociados con la transmisión de la enfermedad”.

¿Son vectores de la enfermedad?

Roberto Nickson

"La respuesta es no", se respondía el mismo Michael Ryan. Y es que, en efecto, la Organización Mundial para la Salud Animal lleva meses recogiendo todos los reportes de animales infectados y, hasta el momento, todo parece indicar que ningún animal doméstico es capaz de secretar suficiente cantidad del virus como para infectar a un ser humano por vía respiratoria. Ni siquiera los gatos.

De hecho, aún en el caso de que pudieran llegar a transmitir el SARS-CoV-2 sobre el papel, los registros epidemiológicos parecen dejar claro que eso no está ocurriendo y que se trataría de un vector de contagio muy muy pequeño. Es decir, se encontraría a mucha distancia de las principales vías de contagio que son, fundamentalmente, de persona a persona.

¿Qué ocurre si consumimos carne de un animal con el virus? Como hemos visto, no hay indicios de que los animales de granja desarrollen la enfermedad (ni tengan altos niveles del virus) y, en todo caso, las medidas de seguridad alimentaria limitarían de forma natural la llegada de esa carne al mercado. No obstante, como hemos comentado en otras ocasiones, lo cierto es que el calor desnaturaliza el virus y le hace perder su capacidad infectiva; por ello, el problema estaría en la manipulación de la carne que, como siempre, debería de hacerse de forma higiénica.

Eso no quiere decir que no se deben mantener las debidas medidas de seguridad. Al contrario, autoridades sanitarias como el CDC norteamericano no solo recomiendan hábitos estrictos (lavarse las manos, mantener limpias a las mascotas y consultar con el veterinario) sino que recomiendan proteger a las mascotas mientras se esté enfermo para reducir el riesgo de que se contagien. Al fin y al cabo, que no tengamos evidencias (y más en un momento como este en el que todos los recursos de investigación están focalizada en humanos), es mejor no descartar ninguna opción por poco probable que parezca.

Imagen | Jae Park

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