Todos aquellos que disfrutamos leyendo sobre ese universo de cosas que están a medio camino entre la pseudociencia y la conspiración mundial estamos de enhorabuena: hay un nuevo invitado a la fiesta.
Si no teníamos suficiente con los chemtrails, el wifi y el resto de ondas electromagnéticas, los productos químicos indetectables, la Tierra Plana (o la Tierra Hueca), la energía del Reiki, las emociones que causan cáncer o los remedios milagrosos para enfermedades inventadas, ahora tenemos también al 5G. Sí, como suena, el 5G.
La conspiración del 5G
Siendo sincero he de confesar que no conocía los nuevos movimientos que trataban de parar el 5G antes incluso de que llegue a nuestras ciudades. Fue Ben Collins, reportero de la NBC, el que se adentró, por casualidad, en los grupos de Facebook y los canales de Youtube donde se está cocinado a fuego lento el miedo al 5G.
En un hilo mitad hilarante, mitad terrorífico repasa algunas de las ideas más llamativas. The Fullerton Informer sostiene que el 5G es sistema desarrollado para conducir a la vacunación obligatoria. Más de 800.000 visitas. Otro vídeo defiende sobre cómo se usará para el control mental. Más de 700.000. “¿Para qué?”, os estaréis preguntado. Para convertir a todo el mundo en armas a merced del complejo político militar nos explica este vídeo con más de 300.000 visitas.
Mi intención inicial era desmontar las distintas teorías, pero tras ver un buen puñado de horas de vídeos y charlas me he dado por vencido. No se tratan de teorías nuevas, son una amalgama de viejas acusaciones que comprenden el control mental, el envenenamiento, la enfermedad de algún tipo o la destrucción del ser humano.
No hay nada que pretenda articularse de forma meramente coherente y por una buena razón: pese a que llevamos hablando del 5G durante años, hasta hace pocos meses no se había concretado definitivamente el estándar tras las pruebas piloto y el análisis de las distintas alternativas.
¿Qué es el 5G?
“5G” es como llamamos a la tecnología y los estándares de comunicación inalámbrica de quinta generación. Y básicamente es una extensión (un desarrollo, una evolución) del actual 4G LTE. Un sistema que nos permitirá llamar, escribir y navegar por internet a una velocidad de transferencia muchísimo más alta permitiendo a más dispositivos conectarse al mismo tiempo.
En principio, es la generación que intenta conseguir un internet móvil realmente rápido en ambas direcciones que nos permita manejar vídeos en Ultra HD o modelos en 3D casi sin pestañear. Para que nos hagamos una idea, el 5G permitiría multiplicar la velocidad de la red entre 10 y 20 veces.
Por lo demás, no es peligroso. Al menos, no más peligrosos que las ondas que estamos usando hoy en día. La única diferencia real es que las bandas de alta frecuencia que usa tienen mucha capacidad, pero sus longitudes cortas de onda hacen que se bloqueen con más facilidad y que necesitemos más antenas en entornos urbanos.
Sobre el papel, el 5G es una tecnología casi imprescindible para sobrevivir al cuello de botella electromagnético que existe en las grandes aglomeraciones urbanas. Eso sí, sus limitaciones tecnológicas harán que, a nivel rural, no tenga mucho desarrollo.
Entonces, si es seguro, ¿por qué se vuelven a repetir los argumentos?
Llegados a este punto, mi explicación es casi antropológica. Carlo Ginzburg tiene un libro llamado "Historia Nocturna" en el que estudia cómo fue posible que todos los procesos celebrados en Europa contra la brujería entre los siglos XV y XVII pudieron ser tan parecidos. Y es que si hacemos caso a las descripciones de las actas judiciales, los aquelarres eran celebraciones sorprendentemente homogéneas en la mayor parte del viejo continente (incluso en regiones separadas cultural, social y políticamente).
En su investigación, Ginzburg descubre que prácticamente las mismas prácticas habían sido atribuidas consecutivamente a leprosos, judíos y finalmente brujas a lo largo de los últimos siglos de la Edad Media y los primeros de la Moderna. Leyendo la monografía se ve cómo existen ciertas ideas (a veces de origen popular, a veces de origen culto) perviven en la sociedad y emergen reiteradamente con distintos 'chivos expiatorios'.
Necesitaríamos una investigación histórica y social más amplia para indicar que, efectivamente, se trata de un fenómeno similar, pero esa es mi hipótesis de trabajo y los estudios que tenemos sobre el tema van en esa línea. El miedo al 5G usa los mismos argumentos que el miedo al wifi, los productos químicos o las vacunas: una amalgama de ideas sin sentido científico, pero que encuentran su articulación social una y otra vez.
Quizá eso es lo que hace, también, que combatir ciertos movimientos pseudocientíficos sea algo tan complejo: se trata de un sustrato ideológico y cultural que se organiza frente a los distintos problemas sociales de formas distintas, pero muy similares. El problema va más allá de la mera alfabetización científica. Es cuestión de tiempo, como ha ocurrido tantas otras veces, que aparezca un nuevo chivo expiatorio.
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