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“23andMe dice que mi marido y yo somos primos”: cómo cambia la vida cotidiana en la era de los test genéticos baratos

La semana pasada, The Cut publicó una pieza muy curiosa. Liane Kupferberg Carter contaba cómo habían recibido ella y su marido los análisis de ADN que se habían hecho con 23andme. Lo que había empezado como una idea simpática a instancia de uno de sus hijos, había acabado una revelación sorprendente: ¡Eran primos!

Terceros, eso sí. Kupferberg Carter describe muy bien las dos caras de los análisis de ADN y nos invita a reflexionar sobre cómo las nuevas tecnologías (que poco importan si son test de ADN o sistemas de reconocimiento facial) están cambiando cosas que hasta ahora ni siquiera sabíamos que podían cambiar.

Los insondables caminos del ADN

Kupferberg Carter explica que el análisis de ADN les aportó dos informaciones muy distintas. La primera fue que su hijo era efectivamente su hijo. Ahora podía decirlo con alivio, pero recordaba cómo, poco después de dar a luz, una enfermera le había acercado a “su bebé” para darle el pecho y, casi por accidente, se había percatado de que esa que tenía entre los brazos era una niña.

El asunto se resolvió, pero la duda siempre quedó ahí. ¿Y si se habían vuelto a equivocar y su hijo no era biológicamente su hijo? El tres de 23andMe resolvió la cuestión y la tranquilizó: el joven era hijo suyo y de su marido. Sin embargo, también confirmaba que las muestras analizadas eran suyas.

Algo que hacía a la otra información, la de que ella y su marido eran primos terceros, irrebatible. Compartían tatarabuelos. En el texto, Kupferberg Carter cuenta su historia de amor y cómo entre bromas procesaron la noticia. Es una historia preciosa. También por cómo acaba, por cómo la autora se explica el resultado en base a cosas como la mítica homogeneidad genética de los judíos asquenazíes (algo que dista mucho de estar demostrado). No es seamos primos, es que la tecnología no está madura; parece decir.

La genética de las pequeñas cosas

Mientras recorremos la historia de amor de Kupferberg Carter no podemos dejar de preguntarnos (con ella) si todas esas similitudes entre marido y mujer tienen un fondo genético, si son el uno para el otro porque los genes son egoístas y tienden a buscar coincidencias para replicarse.

La "democratización" de los análisis de ADN está alumbrando zonas oscuras de la realidad

Quizá esto sea una de las cosas más emocionantes del asunto: vamos a poder estudiar con todo detalle la genética del enamoramiento y la intimidad. Y vamos a poder hacerlo en sociedades abiertas y diversas como las actuales.

Hemos hablado largo y tendido sobre cómo la "democratización" de los análisis genéticos está alumbrando partes de la realidad que, hasta ahora, estaban ocultas. A veces, son asesinos; a veces, son extraños vínculos familiares. Pero siempre son cosas interesantes porque nos dan información importante sobre quiénes somos.

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