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La Tierra atraviesa una nebulosa desconocida, pero ya tenemos una pista sólida acerca de su origen: parece proceder de una supernova

La Nube Interestelar Local, la nebulosa que está atravesando nuestro sistema solar, es un monstruo con un diámetro aproximado de 30 años luz. Este dato no es el único que los astrofísicos han sido capaces de estimar. También han concluido que nuestro sistema solar se adentró en las profundidades de esta inmensa nube de gas y polvo hace no más de 150.000 años y no menos de 44.000 años, y también que continuará atravesándola durante un periodo que durará entre 10.000 y 20.000 años más.

Obtener esta información requiere llevar a cabo muchas observaciones y resolver cálculos muy complejos, algo que, sin duda, es muy meritorio. Sin embargo, hay un dato esencial acerca de esta nebulosa que los científicos aún no conocen: su origen. Esa es la gran incógnita. Ponerle nombre es fácil, pero conocer con precisión cómo se ha formado es un reto. Los investigadores que la están estudiando han formulado varias hipótesis, pero un hallazgo muy reciente del físico nuclear Anton Wallner refuerza la idea de que la Nube Interestelar Local fue originada por una supernova relativamente reciente.

Una supernova delatada por un elemento químico muy peculiar

Antes de seguir adelante nos viene bien repasar qué es una supernova. Si os apetece conocer la vida de las estrellas con todo detalle, desde el momento en el que nacen a partir de una nube de polvo y gas hasta que mueren, os sugiero que leáis el artículo que enlazo aquí mismo porque en él lo explicamos de una forma asequible que cualquier persona con curiosidad puede entender. En cualquier caso, una supernova es una explosión extraordinariamente energética que tiene lugar en los estadios finales de la vida de una estrella.

Algunas supernovas brillan más durante unos segundos que las galaxias que las contienen, lo que nos permite hacernos una idea precisa de lo violenta y energética que es la explosión

Algunas supernovas brillan más durante unos segundos que las galaxias que las contienen, lo que nos permite hacernos una idea precisa de lo violenta que es la explosión. Su origen suele estar ligado a las estrellas más masivas, de manera que cuando han agotado la mayor parte de su combustible su núcleo queda constituido por hierro, un elemento químico del que no pueden obtener más energía mediante reacciones de fusión nuclear. Cuando se detiene la producción de energía la estrella pierde el equilibrio hidrostático, y ya no hay vuelta atrás.

El núcleo se contrae de forma súbita debido a la contracción gravitacional, que ya no es contrarrestada por la presión de radiación, y esto provoca que las demás capas de material caigan bruscamente sobre él, rebotando con una violencia extrema y saliendo despedidas hacia el medio estelar con una velocidad muy alta. Acaba de producirse la supernova. En cualquier caso ¿por qué el equipo que dirige Anton Wallner está razonablemente convencido de que la Nube Interestelar Local procede de una supernova relativamente cercana en el tiempo?

La respuesta a este pregunta reside en el hierro-60. Este elemento químico es un isótopo radiactivo del hierro que tiene 60 nucleones: 26 protones y 34 neutrones. Su naturaleza radiactiva provoca que sea inestable y decaiga completamente en no más de 15 millones de años, por lo que una vez que ha transcurrido ese tiempo los núcleos de hierro-60 se habrán transformado en otros elementos químicos en busca de una configuración menos energética y más estable. Un apunte importante: el hierro-60 es uno de los productos resultantes de las descomunales descargas energéticas de las supernovas.

Lo curioso, y este es el núcleo del hallazgo, es que Wallner y su equipo han encontrado en dos ubicaciones distintas sedimentos marinos con trazas de hierro-60. Para medir su antigüedad han utilizado un espectrómetro de masas extremadamente sensible, y han concluido que este elemento químico tiene una antigüedad aproximada de 33.000 años, por lo que cuando llegó a la Tierra nuestro sistema solar ya estaba atravesando la Nube Interestelar Local, algo que podemos deducir si tenemos presentes las fechas que hemos repasado en el primer párrafo del artículo.

Otro dato importante en el que merece la pena que reparemos es que nuestro planeta tiene aproximadamente 4.500 millones de años. Como hemos visto, el hierro-60 decae completamente en no más de 15 millones de años, por lo que, al margen de la datación que ha sido posible hacer gracias al espectrómetro de masas, es imposible que las trazas encontradas por Wallner y su equipo procedan de la nube de polvo y gas que dio origen no solo a la Tierra, sino a todo el sistema solar. Aún quedan muchas preguntas por responder, y el propio Wallner plantea dudas acerca del origen tanto del hierro-60 que ha encontrado como de la Nube Interestelar Local, pero es probable que poco a poco los científicos consigan ir desentrañando este enigma.

Imágenes | NASA, ESA, and G. Bacon | NASA/ESA, The Hubble Key Project Team and The High-Z Supernova Search Team
Más información | Universidad Nacional de Australia

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