El pasado lunes 5 de octubre Madrid sufrió un atasco descomunal. La lluvia, las colisiones y la hora punta hicieron estragos en la capital española y provocaron enormes aglomeraciones de tráfico. El problema se ha repetido hoy, y desde Xataka no podemos evitar preguntarnos qué está haciendo la tecnología para ayudar en estas situaciones.
Lo cierto es que no demasiado: a pesar de que hay aplicaciones que nos ayudan a tratar de evitar estos atascos -con Waze a la cabeza- e incluso modelos de simulación que intentan prevenir esas situaciones y mejorar la fluidez del tráfico, nos enfrentamos a una realidad difícil de simular: las carreteras son las que son, los conductores son los que son, y existen demasiados factores que afectan al tráfico.
¿Por qué hay atascos?
En la Wikipedia se afirma que las congestiones de tráfico "ocurren cuando un volumen de tráfico genera una demanda para un mayor espacio del que ofrece la carretera", lo que da lugar a la saturación de la misma. En los atascos hay muchos factores implicados que causan o agravan esas congestiones, y la mayoría de ellos "reducen la capacidad de la carretera en cierto punto o durante cierta distancia".
El gran volumen de vehículos, las obras en carretera, los accidentes y la meteorología son factores que inciden en el tráfico, y a pesar de los esfuerzos de las entidades gubernamentales -nuestra DGT hace tiempo que ofrece cumplida información sobre el tráfico tanto en su página web como en Twitter- o los datos que proporcionan la televisión y sobre todo la radio, esa información no resuelve el problema.
La tecnología debería ayudar, pero lo cierto es que las mejoras propuestas tanto a nivel teórico como a nivel práctico tienen una validez limitada. Las teorías matemáticas, por ejemplo tratan de equiparar el tráfico como la mecánica de fluidos, y hay estudios como la conocida teoría de tres fases del tráfico de Boris Kerner que derivan en los modelos de congestión del tráfico que sirven no tanto para resolver el problema como para estudiarlo.
Mucha teoría, poca práctica
Esos estudios se complementan con otros como el que por ejemplo realizaron diversas entidades académicas y que de nuevo trataron de analizar el problema desde el mismo punto de vista que la mecánica de fluidos. El problema, como ellos mismos indicaban en la introducción al estudio, era que presuponían demasiadas cosas, y en particular algunas poco realistas como el hecho de que "todos los conductores se comportan de forma idéntica y bajo las mismas leyes, y todos son completamente predecibles".
Investigadores de diversas universidades japonesas también trataron de estudiar el problema en una carretera circular con atascos "fantasma": aquellos que se producen cuando en una carretera se alcanza la capacidad máxima y todo el tráfico se congestiona por el simple frenazo de uno de los conductores. Ahí es donde se produce el efecto onda que se puede apreciar en este vídeo.
Aquel estudio demostró que el efecto en estas carreteras era idéntico al que se producía en atascos reales, y el problema residía simplemente -no había obras, ni problemas meteorológicos, ni un accidente, todo era "normal"- en los conductores humanos, que introducían "fluctuaciones" al modelo. Como explicaban aquellos investigadores: "si se hubiera creado un experimento con robots conduciendo en un círculo perfecto, la ruptura del flujo no se hubiera producido. El error humano es necesario para causar las fluctuaciones en el comportamiento".
Los estudios sobre este tipo de problemas son numerosos. En el MIT "jugaron a Tetris" para tratar de resolverlo, los ingenieros de HERE trataron de lanzar su iniciativa Predictive Traffic, y desde luego hay un debate al alza sobre el impacto que el coche autónomo tendrá en esas congestiones -algunos afirman que las hará aún peores-, y si podríamos incentivar el uso de otros medios de transporte -como las bicicletas- para minimizar estos problemas.
De la predicción a la difícil solución... pasando por los videojuegos
Como señalaban nuestros compañeros de Motorpasión hace tiempo, en realidad predecir los atascos de tráfico es relativamente sencillo. Lo difícil es evitarlos. Los sistemas de conteo de vehículos se unen al uso de GPS y sistemas conectados y el estudio de otros factores -tipo de vía, previsión meteorológica- para evaluar las posibilidades de que el atasco se produzca, y de hecho empresas como IBM han hecho avances en este tema.
Pero aunque podemos adelantarnos a la generación de un atasco, lo de evitarlo es otra cuestión, y aquí el que hubiera menos coches en circulación sería evidentemente lo más deseable. Hay soluciones como las que planteaba el artículo y que se centran simplemente en posponer la salida -en Japón hay experimentos prometedores al respecto- y aquí esa información de tráfico con aplicaciones como Waze u otras ayudas puede ser vital.
La simulación de estas situaciones también podría ayudar en el futuro: en la ciudad china de Jilin (4 millones de habitantes) la empresa NTT Data realizó una simulación de las condiciones del tráfico en un servidor que a partir de esos datos realizaba recomendaciones de mejora de ese tráfico. Con ese método se logró que todos los vehículos en el área afectada circularan su velocidad en 1 o 2 km/h (no parece mucho, pero lo es en un atasco), y que los tiempos de llegada de los autobuses mejorara en un 7% de media.
Estas situaciones no se limitan al ámbito real, y curiosamente algunas de esas ideas se han visto trasladadas al segmento de los videojuegos. En Euro Truck Simulator 2 algunos usuarios se quejaban de cómo los atascos en el videojuego arruinaban la experiencia a pesar de que el juego era precisamente eso, un simulador. No es el único juego en el que estas situaciones son más que posibles.
La cosa va más allá: en Steam se vende el juego Traffic Jam Simulator 2016 que precisamente "juega" con ese concepto y ofrece dos modos de juego: el primero, realista, con coches que se mueven lentamente en el atasco, y el segundo, un modo "locura" en el que podremos dar rienda suelta a esos instintos básicos que surgen en esas situaciones en carretera... pero sin las implicaciones que tendría hacerlo en la vida real. Una forma curiosa de liberar tensiones.
Es probable que ese futuro hiperconectado en el que los coches también se comunicarán entre sí nos presente una potencial solución fiable (pero probablemente no total) a los atascos, pero hasta entonces lo cierto es que la tecnología, que desde luego ayuda, no permite minimizar el impacto de estas situaciones como nos gustaría.
En Xataka | El próximo Ford se conduce él solo en los atascos (y lo hemos probado en Alemania)
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