Un hallazgo trascendental en el propósito de resucitar especies extintas ocurrió recientemente en virtud de un estudio conjunto entre el Museo Sueco de Historia Natural y la Universidad de Estocolmo y publicado en la revista Genome Research.
Básicamente se trata del aislamiento y la secuenciación de moléculas de ARN de un espécimen de tigre de Tasmania a partir de tejidos de un ejemplar conservado en una colección del museo.
La muestra disecada, de más de un siglo de antigüedad, permitió la reconstrucción de transcriptomas (una colección de todas las lecturas de genes presentes en una célula) de piel y músculo esquelético de una especie extinta. Es algo que nunca antes se había logrado.
"Resucitar al tigre de Tasmania o al mamut lanudo no es una tarea trivial, y requerirá un profundo conocimiento tanto del genoma como de la regulación del transcriptoma de especies tan reconocidas, algo que solo ahora está empezando a revelarse". --Emilio Mármol, autor principal del estudio.
Los investigadores esperan que sus hallazgos prueben ser claves en los esfuerzos internacionales para resucitar especies extintas, incluidos el tigre de Tasmania y el mamut lanudo, así como para estudiar de forma eficiente y rápida la estructura del ARN de virus con potencial pandémico.
Víctima de la colonización
El tigre de Tasmania, también conocido como lobo de tasmania o tilacino, fue un marsupial carnívoro y súper depredador que alguna vez dominó ecosistemas de todo el continente australiano y, por supuesto, la isla de Tasmania.
Esta especie se vio diezmada a finales del siglo XIX, después de la colonización europea de Australia, cuando fue declarada como una plaga y cayó víctima de una campaña organizada que pagaba una libra esterlina por cada animal adulto muerto. El último tigre de Tasmania murió en cautiverio en 1936 en el zoológico de Beaumaris en Hobart, Tasmania, actualmente en ruinas.
Los esfuerzos recientes en lo que los expertos llaman la ‘desextinción’ de las especies se han centrado en el tigre de Tasmania, ya que su hábitat natural en Tasmania todavía se conserva en su mayoría y, de hecho, se considera que su reintroducción podría ayudar a recuperar los equilibrios ecosistémicos perdidos tras su desaparición.
Sin embargo, falta mucho para que la reconstrucción de un tigre de Tasmania vivo funcional pueda siquiera intentarse. Si bien el aislamiento y secuenciación de las moléculas de ARN es un paso importante, se requiere también un conocimiento exhaustivo del genoma (ADN), así como de la dinámica de expresión génica específica de los tejidos y un mapa de la regulación génica. La diferencia es que el hallazgo de los suecos abre la puerta para que esta etapa sea, al menos, posible.
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