Las obsesión contra las pantallas nos hace ver peligros donde solo hay correlaciones (y eso sí que es problemático)

"Basado en nuestros descubrimientos, pediatrias, padres, educadores y políticos deben promover la limitación del uso recreacional de las pantallas y priorizar las rutinas saludables de sueño en la niñez y la adolescencia". Con esas palabras, resumía Jeremy Walsh, investigador posdoctoral del CHEO Research Institute, las conclusiones de un estudio que se publicó ayer en The Lancet Child & Adolescence Health publicó un artículo.

Lamentablemente, basta echar un vistazo al estudio para comprobar que con él en la mano lo único que podemos hacer es seguir investigando. Cualquier interpretación causal que se haga los datos que presentan Walsh y su equipo no sólo es errónea, sino que además es irresponsable. Si queremos hacer recomendaciones sanitarias o educativas, lo mínimo es aportar datos que las apoyen.

Sweat, Step, Sleep and Sit. En 2016, la Sociedad Canadiense de Fisiología del Ejercicio (CSEP) publicó un documento llamado “24-Hour Movement Guidelines for Children and Youth” para ordenar la evidencia científica sobre qué rutinas eran más saludables en la adolescencia y la infancia.

Su propuesta se basaba en una hora de ejercicio intenso (sweat), varias horas de actividad física suave (step), entre nueve y 11 horas de sueño (sleep) y menos de dos horas de comportamientos sedentarios (sit), entre ellos, uso recreativo en pantallas.

El estudio. Sobre el papel, el objetivo del estudio era comprobar si existía alguna relación entre las recomendaciones de la CSEP y la cognición general. Para ello, estudiaron las rutinas diarias de 4.500 niños de entre 8 y 11 años y comparon esos datos con ciertas habilidades cognitivas (memoria episódica, función ejecutiva, atención, memoria de trabajo o velocidad de procesamiento).

Los datos. Efectivamente, el estudio encontró una relación positiva entre las recomendaciones de la CSEP y la cognición global. Es decir, los niños con rutinas parecidas a las de la CSEP puntuaban mejor en los tests. Además, según los investigadores, entre todas las recomendaciones la del tiempo dedicado a los dispositivos era la que tenía más relación con el desarrollo cognitivo tardío.

Lo que se puede y lo que no se puede concluir. Por como está hecho el estudio, no se puede afirmar bajo ningún concepto que abusar de las pantallas lastre el desarrollo cognitivo. Se trata de un estudio observacional (de uno muy pobre, además) y, por tanto, no se puede saber en qué sentido va la relación causal. Es decir, no podemos saber si las pantallas causan un desarrollo tardio o los niños que se desarrollan más tarde usan más las pantallas.

Es más, como estudian muy pocos factores ni siquiera podemos estar seguros que esos dos mantienen una relación causal entre sí. No solo podría haber otros muchos factores en juego, sino que (por lo que sabemos) los hay. Lo hemos repetido muchas veces, pero hoy por hoy el alarmismo está injustificado.

¿Por qué se da por hecha la relación causal? En este caso, no creo que sea un problema de comunicación, sino de la opinión del grupo de investigación. un grupo de investigación dirigido por el mismo autor que propuso las recomedaciones de la CESP. No parece que haya mala intención, pero sí parece claro que podemos sospechar de cierto 'sesgo de confirmación'. Nos pasa a todos.

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