La Campus Party no fue desde luego el primero de este tipo de eventos en nuestro país, pero sí se convirtió rápidamente en el más conocido de todos ellos. Aquella fiesta de la tecnología y la informática reunía a cientos —miles— de usuarios durante unos días, y lo hacía con un particular espíritu que fue evolucionando con el paso de los años.
En las primeras ediciones había una cosa clara: en la Campus compartir era vivir. La red de datos que conectaba aquella maraña de ordenadores permitía jugar en red, acceder a internet con una velocidad nunca vista por la mayoría y, cómo no, intercambiar contenidos. El enfoque cambiaría, pero muchos recuerdan con cariño aquellos tiempos en los que discos duros y grabadoras de CDs y DVDs echaban humo.
Compartir es vivir
Aquello era el despiporre. Las conexiones a internet de aquellos primeros años del nuevo milenio no eran precisamente para tirar cohetes, y aunque muchos usuarios eran expertos usuarios de aplicaciones como eMule, las velocidades para compartir contenidos hacían que este tipo de procesos se alargaran de forma notable.
En la Campus Party desaparecían las esperas. Uno llegaba, dejaba preparado el directorio para compartir —no podías apuntarte si no compartías varios gigas de información— y asistía atónito a la aparición inmediata de un catálogo que era algo así como el Netflix de la época. Podías tenerlo todo, o casi todo, y tenerlo además en apenas unos minutos.
Aquel era un reclamo demasiado poderoso para resistirse —incluso hubo polémica visita de la SGAE a la Campus Party en 2004—, como también lo había sido ya en otras parties en las que los usuarios se dedicaban a tareas más prosaicas. Yo por ejemplo ya había estado hacía mas de una década en una party aún más veterana, la Euskal Party 3 que se celebró en Tolosa, y allí los amantes del Amiga demostraban su capacidad programando demos o creando gráficos y músicas en un maravilloso 'hackaton artístico'.
También compartían, desde luego, pero el trasiego de disquetttes de tres y medio no tenía nada que hacer con esa fiebre comunista que contagiaba a los usuarios de la Campus. Lo tuyo es mío, y lo mío es tuyo. Y de todos los demás, claro. Las redes y aplicaciones P2P ya tenían entonces una popularidad creciente, pero las conexiones de banda ancha no eran tan anchas, ni mucho menos, así que encuentros como el que ofrecía la organización de la Campus Party eran la excusa perfecta para pasárselo en grande dos o tres días jugando en red, aprendiendo... y compartiendo.
La Campus Party se transforma
Aquel enfoque cambió, algo que nos relataban fuentes de la organización consultadas para la realización de este artículo. Las conexiones a internet mejoraron notablemente en los años siguientes, y aquel argumento de venta de la Campus ya no era necesario. El evento se convirtió, como otros del estilo, en unas jornadas culturales con la innovación por bandera. Había juegos, había intercambio de archivos, pero sobre todo había intercambio de conocimiento.
De repente la Campus se convertía en un encuentro en el que hablar de nuevas y "viejas" disciplinas tecnológicas como la astronomía, los robots (CampusBot), el modding, el diseño, la fotografía, la seguridad informática, y, desde luego, el emprendimiento. La implicación de empresas como Telefónica y de incubadoras como Wayra —parte de la multinacional española— hicieron que en la Campus Party también se buscara y se encontrara el talento.
Eso es lo que propuso la organización de la Campus Party, que se adaptó perfectamente a ese esquema y logró convertirse en referente de los eventos tecnológicos que reunían a cientos —miles— de usuarios una y otra vez. La crisis económica y la política hicieron que aquel evento tuviese que abandonarse en nuestro país —lo cuentan muy bien en Clipset— para reinventarse en países como Colombia, México o Brasil, donde el éxito es arrollador y donde ese enfoque dirigido al conocimiento y la cultura ha seguido teniendo muchísimo tirón.
Personalidades como Buzz Aldrin, Lawrence Lessig, Vint Cerf, Ferrán Adriá, Tim Berners-Lee, Steve Wozniak, Kevin Mitnick, John Draper ('Captain Crunch') o Al Gore han pasado por estas conferencias, pero es que la Campus Party ha logrado que los máximos mandatarios de diversos países también se paseen por las sedes de la Campus Party. Lo hizo Juan Manuel Santos Calderón, presidente de Colombia, en 2012, pero también Vilma Roussef, entonces presidenta de Brasil, en 2010.
La debacle de la Campus Party debido a su mala gestión no tiene por qué significar su adiós definitivo: la marca ha sido vendida al empresario italiano Carlo Cozza, que podría mantener un régimen de franquicia para que este tipo de evento mantenga su filosofía en diversos países. Veremos si este nuevo capítulo logra devolvernos lo mejor de un evento que puede que naciera para compartir contenidos, pero que acabó siendo un verdadero referente a la hora de compartir conocimiento.
Imagen | Marcio De Assis
En Xataka | Campus Party: tecnología e innovación que impone récords