Además de por ser el creador del Spectrum, sir Clive Sinclair ha pasado a la historia por estos tres sorprendentes inventos

Los hombres de ciencia polifacéticos no se extinguieron junto al Renacimiento. Es poco probable que alguien consiga siquiera acercarse mínimamente al currículo que nos ha legado Leonardo, pero resulta sorprendente constatar que aún quedan inventores con la tenacidad y la astucia de aquellos que nos ayudaron a dejar atrás la Edad Media y abrazar la Edad Moderna. Sir Clive Sinclair es uno de ellos.

Los entusiastas de la tecnología le estaremos eternamente agradecidos por haber sembrado la semilla de la informática doméstica con vocación popular. El Spectrum en sus diferentes encarnaciones no fue la máquina de 8 bits más capaz desde un punto de vista técnico, pero gracias a su relativamente moderado precio muchos niños y adolescentes de los 80 pudimos tener nuestro propio ordenador personal. Y a través de él descubrimos una pasión con la que sin duda muchos aún seguimos disfrutando.

El Spectrum es el ingenio por el que Sinclair es admirado más allá de las fronteras de su Inglaterra natal, pero su legado va mucho más allá de este popular ordenador personal

No cabe duda de que el Spectrum es el ingenio por el que Sinclair es admirado más allá de las fronteras de su Inglaterra natal, pero su legado va mucho más allá de este popular ordenador personal. Y es que durante sus más de cinco décadas de carrera este pionero ha colocado en el mercado un sinfín de innovaciones que por sí solas lo colocan en la órbita de los grandes genios del Renacimiento.

Curiosamente, Sinclair ha confesado en numerosas ocasiones que los ordenadores nunca han sido su principal área de interés. Siempre se ha sentido más atraído por otras disciplinas, como la automoción o las telecomunicaciones, pero la microelectrónica se consolidó como su principal fuente de ingresos desde los albores de su carrera. Las tres innovaciones que vamos a recoger en este artículo no fueron en absoluto sus mayores éxitos comerciales, pero cuando llegaron al mercado sorprendieron por tener un enorme potencial al que posteriormente otras compañías han sabido sacar partido.

Sinclair Executive: la calculadora de bolsillo más fina del mundo

El corazón de esta calculadora, la primera producida por Sinclair Radionics, la compañía que Sir Clive Sinclair fundó en 1961, era un chip TMS1802 fabricado por Texas Instruments. Este circuito integrado era también en gran medida el responsable de su estilizado diseño debido a que consumía diez veces menos que los chips a los que recurrían las otras calculadoras que podíamos encontrar en el mercado en aquella época.

La Executive llegó a las tiendas en 1972 con un precio de 79,95 libras, una cifra que equivale aproximadamente a algo más de 1150 euros de hoy en día

La primera versión de la Executive llegó a las tiendas en 1972 con un precio de 79,95 libras, una cifra que equivale aproximadamente a algo más de 1150 euros de hoy en día. No era barata, pero, aun así, en aquella época costaba la mitad que las demás calculadoras que tenían unas capacidades similares. Y la de Sinclair tenía una ventaja sobre todas ellas: podía llevarse cómodamente en el bolsillo. Otro hito por el que esta calculadora merece ser recordada: fue la primera en ser fabricada de forma masiva.

Sinclair C5: el vehículo eléctrico unipersonal de los 80

A Sir Clive Sinclair siempre le han fascinado los vehículos eléctricos, por lo que a mediados de los 80 utilizó el respaldo financiero que le había dado su éxito en el mercado de los ordenadores para poner a punto un vehículo completamente eléctrico. Su modelo C5 fue presentado en 1985 como una alternativa urbana a los coches y las motos (solamente podía ser utilizado por una persona), pero el entusiasmo de su creador en esta ocasión duró poco.

El Sinclair C5 alcanzaba una velocidad máxima de 24 km/h y tenía una autonomía de solo 32 km

Poco después de su presentación los medios de comunicación y las organizaciones automovilísticas que lo probaron lo criticaron con ferocidad por su cuestionable seguridad y sus mejorables prestaciones. De hecho, el vehículo alcanzaba una velocidad máxima de 24 km/h y tenía una autonomía de solo 32 km. Las ventas del C5 durante sus primeros meses de vida comercial fueron muy inferiores a las que había estimado Sinclair, por lo que dejó de fabricarse el mismo año en el que había sido presentado. Curiosamente, hoy en día este vehículo tiene miles de seguidores que lo reverencian como lo que realmente fue: una propuesta adelantada a su época.

A-bike: la bicicleta plegable llevada a su máxima expresión

El estrepitoso fracaso comercial del C5 colocó a Sinclair Research al borde de la bancarrota. De hecho, esta fue una de las razones que propiciaron en 1986 la venta a Amstrad de los derechos de la división de computación a la que pertenecía el aún muy exitoso ZX Spectrum. Sin embargo, Sir Clive Sinclair no tenía intención de desistir. En el año 2000 empezó a trabajar de la mano del estudio de diseño industrial hongkonés Daka en una bicicleta muy ligera y plegable que tenía una marcada vocación urbana, y en 2006 llegaron las primeras unidades a las tiendas.

Cuando era plegada la bicicleta A-bike medía solo 67 × 30 × 16 cm, por lo que conseguía reducir su volumen en un 75%

La primera versión de la bicicleta A-bike era completamente de aluminio y pesaba solo 5,7 kg. Algunas de las personas que la compraron aseguraban que no era cómoda, pero tenía una baza que no estaba al alcance de ninguna otra bicicleta del mercado en ese momento: cuando era plegada medía solo 67 × 30 × 16 cm, por lo que conseguía reducir su volumen en un 75%. La vida comercial de esta bicicleta se ha dilatado hasta nuestros días gracias en gran medida a su capacidad de adaptarse a los nuevos tiempos. De hecho, a finales de 2015 llegó al mercado una revisión eléctrica que fue posible gracias al respaldo de una exitosa campaña de mecenazgo en Kickstarter.

Imágenes | Prioryman | Adrian Pingstone | MaltaGC | The Uploader | Amuro Lee

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