Queda aún trabajo por hacer, pero cierto es que con los años el nacer con una característica u otra no nos cierra las puertas que sí se nos cerraban hace solamente unas décadas. hablando de los sesenta, ser mujer era en ocasiones un impedimento para conseguir ciertos empleos, pero por suerte Evelyn Berezin no se rindió y gracias a su empeño hoy los procesadores de texto o las reservas de vuelos nos son algo totalmente familiar.
La evolución tecnológica en las últimas décadas es impresionante y a este respecto siempre nos vienen a la cabeza nombres como Bill Gates o empresas como Apple, pero hay aportaciones menos conocidas que no por eso son menos importantes, y el caso de Berezin es un buen ejemplo. Esta ingeniera informática estadounidense murió el pasado 8 de diciembre a los 93 años, así que no está de más repasar su historia e hitos.
La primera piedra en el camino y su primer logro histórico
En los años 50 y 60 se estaba produciendo ya el germen del boom de la informática. Los ordenadores, aquellas primeras máquinas tan grandes y tan complejas, empezaban a ser una unidad importante en cada vez más empresas pudientes como la NASA, que necesitaba estas computadoras para emprender sus ambiciosas misiones, y no todo el mundo era capaz de saber programar.
Había aún bastante labor humana en aquella computación, lo recordamos precisamente hablando de otra mujer con una carrera admirable: Christine Darden. De hecho, entre Darden y Berezin hay ciertas similitudes hablando de su vida y su carrera.
Evelyn Berezin pretendía completar sus estudios superiores en Empresariales, pero finalmente se licenció en Física en la Universidad de Nueva York motivada por una oferta de trabajo en la que le pedían estos estudios (Darden, que iba para médico, finalmente optó también por licenciarse en Física, aunque unos 20 años más tarde). Una decisión que sería un acierto, sobre todo de cara a un sector que parecía reacio a aceptar la igualdad cuando la Bolsa de Nueva York rechazó su candidatura porque "el lenguaje del parqué no estaba hecho para los oídos de una mujer", como ella misma contaba en una entrevista (casi una autobiografía, en realidad).
"Me quedé petrificada. [...] La manera de la que respondíamos [las mujeres] a esas cosas en aquel momento era distinta de ahora. Respondíamos con inocencia combinada con parálisis. En ese momento las mujeres ni siquiera sabíamos como objetar cuando nos trataban como estúpidos idiotas." Evelyn Berezin
De hecho, aunque se licenciase en Física finalmente encontró trabajo en el mundo de los ordenadores especializándose en crear redes de computación para tareas específicas, aceptando en 1951 un puesto en Electronic Computer Corporation (Elecom) como diseñadora de ordenadores. Posteriormente, esta empresa fue adquirida por Underwood Typewriter Corporation, y con esto Berezin se convirtió en la jefa del departamento de diseño de lógica.
Años después la empresa no compensó la compra de Elecom, y aunque se fusionase con Olivetti despidió a gran parte de la plantilla entre quienes se encontraba Berezin. Aunque ésta sólo tardó dos semanas en encontrar un nuevo trabajo en una empresa llamada Teleregister, donde consiguió en 1962 uno de sus logros más importantes: desarrolló el primer sistema computerizado de reservas para aerolíneas para United Airlines, el primero de ese tipo en la historia.
Si no puedes ser vicepresidenta, crea tu propia compañía
Berezin estuvo trabajando en el diseño de lógica de 1951 a 1967, con la aspiración de llegar a ser vicepresidenta de una compañía. Pero en el fondo sabía que nunca lo conseguiría porque en aquel momento "ese trabajo era para un hombre", como ella misma relata.
"Ese trabajo [la vicepresidencia] era para un hombre, y nunca lo conseguiría. Había aprendido la lección." Evelyn Berezin
No obstante, había un camino a tomar, no fácil pero al menos era una alternativa. Mantenía el contacto con algunos ex-compañeros que habían iniciado su propio negocio y les iba bien, quienes le aconsejaban repetidamente a Berezin que empezase su propia compañía.
Y esto fue lo que hizo. En 1969 fundó Redactron con la intención de crear una herramienta que revolucionase el entorno de trabajo a nivel del procesamiento de textos, y dos años después nacía el Data Secretary, un dispositivo que facilitaba la producción de documentos, permitiendo editar, borrar, cortar y pegar texto y liberando a secretarias (en aquel momento el principal público diana, un 6% de los empleos en Estados Unidos en ese momento, que no es poco) y demás personal de la tarea de reescribir páginas.
Cuenta Berezin que cuando empezaron a diseñar los procesadores de texto empezaron con especial cautela al diseñar los teclados, de modo que llegaran a satisfacer a esas numerosas secretarias. Aunque lo que supuso un mayor problema fue la memoria y los circuitos integrados, porque en cierto modo la idea de Berezin se anticipaba un poco a su tiempo y hasta 1970 no aparecieron las primeras ROMs.
Relata además algo curioso: así como estos últimos años se habla bastante de Silicon Valley como esa cuna tecnológica y de la innovación (para algo se bautizó como Valle del Silicio), en aquel momento era Long Island la región prometedora en cuanto al desarrollo de circuitos y semiconductores, con empresas como General Instrument, Standard Microsystems o Intel. El Data Secretary empezó siendo un ordenador de aproximadamente 1 metro con 13 chips semiconductores (algunos diseñados por la propia Berezin), sin pantalla y una impresora y un teclado de IBM, y posteriormente evolucionó añadiendo pantalla, mejor memoria, un procesamiento más rápido e impresoras separadas.
La primera máquina se distribuyó en septiembre de 1971. En un año habían distribuido unas 1.020 unidades (596 vendidas, el resto alquiladas u otro tipo de servicio). En total se vendieron 10.000 unidades, cada una por un coste de 8.000 dólares.
No obstante, el éxito no logró hacer que la empresa afrontara costes, lo cual sumado a una recesión económica durante esos años hizo que necesitasen tomar una determinación. Cuenta Berezin que justo en ese momento, cuando el banco les instaba a hacer algo para solucionar la situación, supieron de una empresa interesada en comprar Redactron: Burroughs Corporation, que la compró en 1976.
Un legado que revivimos en nuestra rutina
Evelyn Berezin siguió su carrera recibiendo doctorados honoríficos de varias universidades, trabajando como directiva en otras como la Universidad Estatal de Nueva York y ocupando altos cargos directivos en Greenhouse Management Company y Standart Microsystems entre otras. Un largo currículum en el que destacan ese sistema de reservas para United Airlines, que sirvió a 60 ciudades, y el nacimiento de los procesadores de texto, que con el tiempo dejaron de ser aquellas algo toscas máquinas para ser un software que ahora tenemos tanto local como online.
Es también un recuerdo agridulce en relación a la escalada que la mujer ha tenido que realizar durante siglos por alcanzar la igualdad también en terreno laboral, quizás con algo más de batalla en el sector tecnológico: por una parte es un ejemplo de perseverancia, por otra nos recuerda que hasta no hace mucho se consideraba que había tareas para las que se consideraba que la mujer no era capaz, por serlo. Ella no sólo escribió en la historia los hitos que hemos contado, llegó a fundar su propia compañía y a ser un referente, siendo en 1976 la única mujer que presidía una compañía tecnológica en la lista de mujeres empresarias de BusinessWeek, según el Museo de Historia de la Computación.
"Había muy pocas mujeres en el área de tecnología porque tenían miedo, pero en realidad probablemente hubiesen encontrado menos problemas intentando conseguir un trabajo ahí que en otros campos. He estado en esta industria durante al menos 20 años y creo que podría hacer un mejor trabajo que el del 99% de las personas que he visto en ella." Evelyn Berezin, en 1975 al New York Times
Así que cada vez que escribamos un documento, reservamos un vuelo o realizamos una transacción bancaria en red, lo estaremos haciendo en parte gracias a lo que en su momento hizo Berezin. Y es bonito pensar que en acciones tan cotidianas hay algo de ADN de la labor de esta ingeniera, que nos dejaba hace tan poco.
Imagen | Barbara Nelson
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