Puede que haya algo de fantasía en los datos históricos de los que se tiene un registro, pero el caso es que tras casi todos los inventos hay al menos una historia graciosa o se nos cuenta que fueron fruto de una casualidad. Los sistemas de pago tampoco parecen escapar de esto, y también hay alguna historia curiosa tras la creación de la primera tarjeta de crédito.
Como todo invento, la tarjeta de crédito tiene su germen y de los primeros conceptos o esbozos hubo una evolución hasta que se consolidó el concepto y sobre todo hasta que tomó la forma que actualmente conocemos: ese pedazo de plástico con números a presión y una banda magnética que ha virado a chip (o mejor dicho comparten papel). Llevar efectivo no era siempre posible, agradable o la memoria jugaba malas pasadas, y todo ello desembocó en que naciese y se estableciese un nuevo sistema de pago.
El (supuesto) olvido que supuso una revolución del pago
La comodidad es un buen motor para el desarrollo de nuevos productos y para su venta, y la tecnología suele acabar siendo una ayuda para conseguirlo. Llevar grandes cantidades de dinero es tan incómodo como arriesgado, y esto fue uno de los detonantes de que empezasen a considerare otras formas de pago.
Cuentan en Time que no fue hasta 1888 cuando aparecía el término de "tarjeta de crédito" como tal, aunque lo hacía siendo el elemento de una novela inspirada en un futuro utópico llamada 'Looking Backward', de Edward Bellami. No obstante, hablan de que en realidad el concepto se esbozaba en las sociedades agrarias, dado que era frecuente que hubiese que financiarse las operaciones de agricultura, según Lewis Mandell, autor de 'The Credit Card Industry'.
Explica Mandell que no se quería llevar esas grandes cantidades de dinero para estas operaciones y se empezó a operar con una especie de identificaciones. Unos identificadores que funcionaban para cada tienda y que fueron el germen de las posteriores tarjetas de crédito, aunque no fue hasta principios del siglo XX cuando ya fue un elemento de crédito para un banco, concretamente el Flatbush National Bank of Brooklyn (Nueva York).
Fueron las Charga-Plate las precursoras más directas de la tarjeta de crédito como tal, siendo usada de 1935 a 1950. Se trataba de un rectángulo de chapa metálica con el nombre, ciudad y estado del usuario en tinta a presión.
La tarjeta como tal, ya "tarjeta de crédito", y que resultó un éxito nacía en el Diners' Club de Frank X. McNamara y Ralph Schneider en 1950, sin ser aún de plástico. La idea concretamente nacía de uno de ellos, Frank McNamara, cuando en 1949 se vio sin dinero para pagar en un restaurante de Nueva York al haber olvidado la cartera. Esto lo transmite Business Insider, quienes explican que la historia tiene varias versiones según quién la cuente (e incluso que nunca pasó).
Empezó con 200 usuarios y acabaron con más de 42.000 suscriptores en el primer año, con más de 500.000 transacciones y acabando con más de 300.000 miembros en cinco años. Al mismo tiempo era Alfred Bloomingdale (nieto del fundador de los grandes almacenes Bloomingdale's) fundaba otro negocio de tarjetas de crédito, "Dine and Sign", como contaron en el New York Times.
Fue en 1959 cuando American Express presentó la tarjeta de crédito de plástico con una banda electromagnética, cogiendo el testigo el Diners' Club en 1961. La banda magnética fue una contribución de IBM, y también tiene su historia curiosa. La leíamos también en Time, donde cuentan que lo de fusionar la banda en la tarjeta fue el quebradero de cabeza de los ingenieros hasta que la esposa de uno de ellos sugirió que la planchasen, lo cual finalmente funcionó.
La función de la banda, por cierto, la contaron en detalle en El Economista, siendo una forma de almacenar la información en la tarjeta gracias a la composición química de la misma. De hecho tiene una composición similar a la de las bandas de información de los cassettes de audio y vídeo, algo que recordamos al hablar de los videojuegos que venían en dicho formato físico.
De la banda al chip, y tiro porque me contactless
Según recordaban en Business Insider, no fue hasta 1978 cuando el invento despegó, dado que fue cuando el Tribunal Supremo estadounidense permitió a los bancos cargar un porcentaje de interés a los consumidores extranjeros basado en la banca nacional. Desde entonces los pagos no en efectivo han ido aumentado, y de hecho el Banco Central Europeo reflejaba que la cifra aumenta anualmente aún en los últimos años en su estudio de 2017, con un 49% de ellos siendo con tarjetas de crédito o débito.
No obstante, desde hace pocos años puede que de algún modo se esté dibujando el ocaso de las tarjetas físicas con el crecimiento y la democratización de los pagos móviles, incluso tras pasar a ser contact-less. Sea así o no aún les queda, y viendo cómo van innovando con las tarjetas quién sabe qué se inventará en el futuro, pero con tanta posibilidad de pago es difícil que nazca de una situación similar a la que al parece le ocurrió a McNamara.
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