María lleva 14 horas sentada en una silla alta, en el pasillo superior que atraviesa la Fira de Barcelona, y solo ha hecho dos o tres paradas para comer y para ir al baño. Al salir del pabellón de prensa durante el Mobile World Congress, nos hemos fijado varias veces en su cara de hartazgo y en su megáfono apagado. Apenas habla con sus compañeros de relevos o con algunos asiáticos de vez en cuando que la confunden con un puesto de información.
Pero María no se dedica a eso, María es gestora de multitudes, o "crowd manager" como suelen calificarlo las agencias que ofrecen ese servicio. Hemos hablado con ella y con sus compañeros Laura y Pol, que también desempeñan esa labor, para que nos cuenten en qué consiste tu trabajo.
Jornadas diarias de 15 horas
Si alguna vez has tenido la oportunidad de asistir a un concierto, festival o cualquier tipo de evento multitudinario, es probable que hayas visto a alguna persona subida a una silla elevada (al estilo de un socorrista) y con un megáfono en la mano. Son los "Crowd Managers", o lo que es lo mismo, gestores de multitudes.
En el caso concreto del MWC, al menos en la edición 2019, hay cuatro personas que realizan esa función durante los cuatro días que dura la feria y están repartidos por la planta superior del recinto. En Xataka, hemos tenido la ocasión de hablar con dos de ellas, Laura y María, ambas de 18 años, y con Pol, de 21 años, uno de los compañeros encargados de sustituirlas cuando necesitan hacer una pausa.
Lo primero que les preguntamos es cuántas horas tienen que estar allí sentadas: "Empezamos a las 7 de la mañana y terminamos a las 10 de la noche", nos dice María. ¿Tú también estás 15 horas aquí sentadas cada día?, le preguntamos a Laura: "Sí, aunque el jueves a lo mejor podemos salir antes, sobre las 5", nos dice con media sonrisa.
"Se hace bastante pesado, pero bueno, son cuatro días", reconoce María, y añade: "tenemos un descanso de unos 20-25 minutos para comer y podemos hacer alguna pausa de 5-10 minutos". Y en esos casos, ¿te puedes bajar de la silla y marcharte? "Noooo, tengo que avisar al coordinador por WhatsApp para que mande a alguien que me releve; hasta que no venga otra persona, no puedo irme". Ahí es donde entra en escena Pol, que, junto a otros compañeros "de relevos", se turna con los cuatro "crowd managers" para que las sillas no queden vacías en ningún momento. En su caso, la jornada laboral comienza a las 12 y termina a las 8 de la tarde.
7 euros cada hora que están ahí sentados
Llega la pregunta del millón: ¿sois voluntarios u os pagan por esto? "¡Quién va a ofrecerse voluntario para estar 15 horas en una silla!, nos dice Pol entre risas. Todos ellos están contratados por ARBOX, una agencia especializada en sevicios auxiliares para conciertos, festivales y eventos de todo tipo. Les pagan 7 euros por hora, teniendo en cuenta que son 15 horas de trabajo cada jornada, ganan 105 euros al día. "No es mucho pero me viene muy bien porque estoy estudiando", nos dice una de ellas
¿Y qué hacen desde esa silla? Muy sencillo: vigilar que todo trascurre con normalidad. Su función principal, como nos explica Laura, consiste en controlar que, en caso de un incidente (un incendio, por ejemplo), la evacuación se produce correctamente. ¿Cómo? Dirigiendo a la gente hacia las salidas de emergencia con el megáfono.
"También tengo que avisar si veo cualquier objeto sospechoso, como una mochila abandonada", si alguien sufre un infarto o un desmayo, o si se produce una pelea, una avalancha o un episodio de pánico colectivo.
Eso sí, María nos aclara que "nosotros avisamos pero no atendemos heridos o enfermos ni intervenimos", es decir, su labor consiste en detectar el problema y alertar por el walkie-talkie a sus superiores para que envíen a alguien de seguridad o del servicio médico. Si es una emergencia, directamente deben usar el móvil para alertar porque "es más rápido que el walkie", nos aclara Laura.
"Código negro para explosivos"
Les hemos preguntado a Laura y a María qué requisitos debes cumplir para ocupar un puesto así: "nada en especial, con saber inglés es suficiente", nos dicen. Nos interesa saber si han recibido un curso o formación específicos, pero las dos nos responden que "un curso como tal, no, pero el viernes pasado (tres días antes de que empezara la feria), tuvimos una reunión". "Bueno, yo, al ser de relevos, no tuve una reunión solamente", reconoce Pol, "me tocó ir a las reuniones de todos los puestos de información y vigilancia del MWC".
Ese día, según nos cuentan, les explicaron por encima qué tenían que hacer, les mostraron las salidas de emergencia y les dieron "el protocolo". ¿Y en qué consiste ese protocolo? "Son cuatro hojas de papel grapadas que tengo aquí", dice María, y le pedimos que nos las enseñe.
Además del mapa de evacuación que hay en la imagen superior, el protocolo les explica qué deben hacer en los diferentes escenarios: objetos personales desatendidos, acciones que requieran asistencia médica, pánico colectivo, incidentes con armas, evacuación parcial o total, persona desaparecida y muerte súbita.
En cualquier caso, María nos explica que hay un procedimiento clave para cualquier situación: si tienen cualquier duda de que algo pueda suponer un riesgo para las personas o instalaciones, tienen que comunicarlo inmediatamente al Puesto Avanzado de Seguridad (PAS). "Por ejemplo, si veo una mochila rara que nadie recoge durante un rato, tengo que acercarme y observarla, olerla, escucharla", dice Pol, "si me parece sospechosa, aviso por el walkie, y si no, hay que llevarla a Objetos Perdidos".
"También tenemos unos códigos para avisar de algo a través del walkie", nos comenta Laura, "código negro para explosivos y código rojo para incencios incontrolados, por ejemplo". Efectivamente, miramos el protocolo y vemos que también existe un código amarillo para incendios controlables con extintores y un código verde para indicar el fin de la emergencia. Les preguntamos si han tenido que avisar de algo grave, y, por fortuna, todos nos dicen que no.
"La mayoría de gente ni nos mira"
¿Y cuándo no ocurre nada a qué se dedican? Pues a lo que hemos comentado al principio: observar que todo trascurre con normalidad. Eso es lo único que deberían hacer en teoría, porque en la práctica, Laura y María nos cuentan que muchos piensan que son puestos de información y, como tal, se dirigen a ellas para preguntar cualquier duda. Y eso es algo que podemos corroborar nosotros porque en apenas 20 minutos han venido cuatro personas a preguntar por el cuarto de baño, la sala de prensa y el restaurante.
"La mayoría pasa por delante y ni nos mira, pero también hay alguno que nos hace fotos porque le resulta curioso que estemos aquí sentadas", nos dice María encogiéndose de hombros. Además, mientras charlábamos con Pol, un compañero suyo se ha acercado para pedirle que avisara a seguridad porque a un periodista acababan de robarle dos cámaras. Antes de proceder a ello, Pol nos dice: "¿Ves? También estamos para este tipo de cosas", aunque en estos casos hay que usar el móvil, "si hacemos estos avisos por el walkie nos regañan porque debe estar libre para emergencias".
Nos despedimos de él para que pueda dar el aviso y nos marchamos. Al día siguiente María vuelve a estar en lo alto de su silla y Laura en la suya, mientras Pol recorre el piso superior con su walkie en la mano por si cualquiera de sus compañeros necesita que le sustituya. Por suerte, para ellos y para los asistentes, todo trascurre con normalidad.
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