Desde hace décadas Japón ha sido uno de los países referencia en tecnología, tanto por el número de empresas importantes a nivel mundial que han nacido en este país como por la innovación y las ideas que se llevan a cabo. Y un campo en el que se han sabido diferenciar de manera histórica ha sido en el desarrollo de inodoros electrónicos, con tazas repletas de funciones que van mucho más allá de integrar una cisterna.
Algo que se ha convertido en cierto modo en emblemático y que llama la atención sobre todo a quienes no hemos nacido allí, dado que es una tendencia que no se comparte en otros países, teniéndonos que conformar con sistemas mecánicos que se limitan a vaciar la fosa séptica. En Japón la electrónica se sobreentiende en los inodoros y existe en cierto modo un culto en torno a ellos.
La electrónica que te cambia la vida
A primera vista no tienen por qué llamar la atención sobre un inodoro normal, dado que el diseño, la forma e incluso los acabados se mantienen independientemente de que integre circuitos o botonera. Pero las apariencias engañan y estas tazas, a diferencia de las corrientes, tienen gran variedad de funciones según modelo y precio (llegando a costar hasta 3.000 dólares):
- Calefacción
- Chorros de agua templada: con temperatura y presión ajustables en ocasiones.
- Secado con aire templado
- Sistema de eliminación de olores: con un ventilador y un conversor catalítico.
- Nebulizador automático: se activa con el acercamiento del usuario.
- Control remoto para spray y otras funciones
- Limpieza automática
- Solución antibacteriana
- Función de enema
- Luz LED nocturna
- Lavado masculino/femenino
- Opciones para niños
- Ahorro de energía
Así, la característica básica (y puede que más popular) es la boquilla que emerge para emitir el chorro limpiador (hay una para el usuario y otra para limpiar la taza). Ésta jamás toca al usuario y tiene su propio sistema de auto-limpieza tras cada uso, y el usuario elige con el control de botones qué zona quiere lavarse.
El calor también es algo bastante popular y deseado en cuanto a estos inodoros (después veremos hasta qué punto hay nostalgia de esto). Así, la temperatura puede regularse tanto de la taza como del agua que sale en los modelos que tienen esta función, también la presión. Aquí siempre habrá una configuración de fábrica que no es al azar ni mucho menos, dado que tanto la presión como temperatura de fábrica se adecuan a lo que los investigadores japoneses consideran óptimo y beneficioso (en cuanto a estreñimiento y hemorroides).
Otras características llamativas son la integración de sensores de proximidad que, ante la llegada del usuario, activan el inodoro poniendo en marcha la calefacción. Y no sólo cuidan los aspectos higiénicos y aromáticos, en ocasiones estos WCs emiten música relajante (algunos modelos de la marca Inax reproducen Frühlingslied Op. 62 de Mendelssohn) .
Pero el ingenio de los fabricantes no se va por la fosa séptica. Lejos de limitarse a mejorar las funciones que hemos visto, incorporan otras que no dejan de ser llamativas como la integración de electrodos que emiten pequeñas descargas eléctricas para medir el porcentaje de grasa corporal.
Esto, de hecho, lo inició Matsushita y provocó que Inax contraatacase con un inodoro que brillaba en la oscuridad al detectar al usuario por infrarrojos. Más tarde, fue Toto (de la que hablaremos ahora) la que presentaba WellyouII, un inodoro que mide el azúcar en la orina recogiendo una muestra con un brazo mecánico retráctil.
Otro efecto de la especificación en estos extras, que hacen que estas tazas tomen carácter más de spa que de WC, es que los inodoros electrónicos de gama más alta sean un objeto de lujo, algo aspiracional. Que el usuario no quiera volver al inodoro mecánico estándar una vez ha usado uno de éstos, como explicaba Farhad Manjoo en el New York Times tras haberlos probado.
[...] Incluso el más básico da sensación de lujo, y una vez has empezado a usar uno jamás volverás a querer uno sin extras. Probé el primer inodoro con calefacción hace dos años [...] y, tras usarlo una vez [...], no quería abandonar el baño. Me pregunté cómo la gente puede vivir si uno de ellos, e inmediatamente despilfarré 350 dólares con uno para mí.
El culto al inodoro electrónico
La higiene suele ser importante en las culturas más desarrolladas y la japonesa no es una excepción, más bien todo lo contrario. De hecho, las palabras que definen la limpieza se pueden usar indistintamente para hablar de algo bello, y esta relación entre belleza y limpieza es uno de los aspectos que facilitó la penetración de estos inodoros multifunción en este país.
Otro aspecto es el ecológico. Además de usar menos agua que los inodoros convencionales (y adaptar la cantidad que emite el chorro según el género del usuario), hacen que se use menos cantidad de papel higiénico, cuyo uso también tiene su impacto ambiental. De hecho, el ahorro de agua, detergente y energía es uno de los reclamos que los fabricantes de estos inodoros usan.
Una de ellas, la más representativa, es la empresa Tōyō Tōki (conocida como Toto), la compañía que en 1980 presentó la serie Washlet G, la marca comercial para estos inodoros iniciando lo que posteriormente se popularizaría en el país. De hecho acabó bautizando al producto en sí, dado que con la palabra Toto o washlet se produce metonimia (como decir 'Coca cola' para referirse a un refresco de cola o 'Danone' a un yogur), y en numerosas ocasiones vemos que se alude a 'Toto' para hablar de uno de estos inodoros electrónicos.
Así, Toto es una de las pocas compañías que ha dado el salto internacional y desde principios de los 90 se instaló en territorio estadounidense. La empresa incluso tiene planes de crear una galería educacional en Manhattan, es decir, un centro en el que la gente pueda conocer la tecnología de la compañía (y las virtudes de esos fantásticos inodoros de origen japonés), como informaban de nuevo en el New York Times tras hablar con Bennett Friedman, propietario de AF New York, un distribuidor de baños y cocinas entre cuyas marcas encontramos Toto o Kohler.
Del impacto de estas tazas techies en los usuarios hablaremos a continuación, pero a modo de anticipo y a colación de mencionar a Friedman, éste afirmaba textualmente al periódico que pasar de uno de estos inodoros electrónicos a uno estándar es, literalmente, "volver al neolítico".
Otra compañía importante en el mundo de los WCs electrónicos es Inax, empresa que hemos mencionado al hablar de las características que solemos encontrar en los dispositivos. Su jefe de marketing, Masahiro Iguchi, también apuntaba en este mismo artículo del NYT que en el hogar japonés el baño es "el único lugar donde puedes estar solo y sentado tranquilamente", y esto es otra idea que puede haber ayudado a establecer ese culto al baño perfecto del país (más allá del inodoro).
La conversión: cuando pruebas uno ya no quieres otra cosa
Nacer y crecer con estos inodoros tanto en casa como en baños de sitios públicos y establecimientos hace que éstos formen parte del entorno natural de los japoneses, de modo que el no disponer de los mismos puede suponer un impacto en su rutina. Un cambio que precisamente no es para bien, o al menos así lo explicaba Ayako Otoshi (en el artículo del NYT que enlazábamos justo antes) en referencia a cómo echaba de menos la calefacción en la taza, tanto que en su nuevo hogar en Brooklyn instaló dos Totos.
Pero no se trata sólo del "efecto costumbre". Se dice que los viajes en ocasiones te hacen pensar a otros niveles o incluso te transforman, y en referencia a los inodoros electrónicos, Japón (y los países asiáticos en los que también se han popularizado) tiene bastante culpa. Además del de Otoshi, el NYT recogía el testimonio de algunas personas que quedaron cautivadas por estas tazas electrónicas tras haberlas probado durante un viaje por Asia.
Robert Aboulache (estadounidense) ya fue advertido a Japón: los amigos que lo habían visitado le comentaron que iba a amar los inodoros. Y según cuenta éstos no se equivocaron, dado que quedó fascinado con las funciones que tenían, citando la de camuflar los sonidos, y explica que al volver a casa y verse con su taza estándar habitual tuvo una sensación de decepción, de que aquello "no era lo mismo". Tanto que tres días después compró un Toto online para casa.
Nosotros no hemos podido resistir la curiosidad y hemos preguntado en Weblogs S.L. por experiencias con los washlets. Efectivamente, algunos compañeros que visitaron Japón vieron estos inodoros, como Miguel López, que nos cuenta que con 24 visitaba Tokio y que alucinó bastante cuando vio uno en un restaurante. Se pasó 10 minutos pensando si atreverse a pulsar los botones, finalmente se atrevió aunque comenta que con los ruidos y el no saber qué iba a pasar daba cierta intranquilidad.
Alejandro Nieto nos cuenta que se sorprendió al ver uno en un centro comercial que tenía hasta perfume, pero que lo que realmente le gustó más es que el sistema de rellenar la cisterna es a través de un grifo para lavarse las manos (algo primitivo pero que ahorra mucho agua). Eso sí, a sus padres sí pareció fascinarles dado que en su casa se instalaron uno (no era Toto, era Roca que también tiene su línea de WCs electrónicos).
Por su parte, Pilar Fernández alucinó bastante con el hecho de encontrárselos en sitios públicos, como en estaciones de trenes. De hecho matiza que el aseo estaba muy limpio, y que de las funciones le sorprendió que las tazas dispusiesen de chorros según género.
Orgullo patrio
Siendo algo que se conoce en gran parte por el desarrollo que han tenido en Japón, los inodoros electrónicos llegan a ser incluso algo simbólico. ¿Y qué mejor que un símbolo del país para recibir a los millones de turistas que lo visitan anualmente? Eso pensaron en la compañía Toto, que en mayo de 2015 inauguraba una muestra de la experiencia con su producto y con un baño bastante particular en el mismo aeropuerto Narita, en Tokio.
Como vemos en el vídeo, en Toto no entienden de discreción (o la reservan sólo para el uso de su producto) y las paredes de la exposición son pantallas LED de colores fuertes y siluetas que bailan. Lo que textualmente buscaban según PSFK era que se pudiesen "experimentar los elementos de la cultura japonesa que son difíciles de expresar en palabras" (y la verdad es que es posible que lo consiguiesen en cierto grado).
La penetración de los inodoros electrónicos es tal que son utilizados por el gobierno del país como medida de la prosperidad y del grado en el que los hogares adquieren bienes de valor, como reportaba Quartz en abril de 2015. En su gráfico vemos la progresión en los últimos años, un tema que explicaban a raíz del artículo de Manjoo en el que cita el dato de que un 76% de los hogares japoneses disponían de uno.
La expansión internacional de la tecnificación del retrete
No obstante, el éxito de los "inodoros pro" no ha quedado estrictamente dentro de las fronteras niponas. Tras el apreciable aumento en Japón, los WCs electrónicos han experimentado cierto auge en otros países asiáticos y más allá, y esto ha ocurrido según Jason Fitzsimmons, vicepresidente de ventas de Toto en Estados Unidos, por la cuestión del papel higiénico que comentábamos al hablar del impacto ambiental, según informaba Manjoo en su artículo.
El papel higiénico no estaba disponible fácilmente y era visto casi como un lujo, e incluso cuando lo tenías la calidad del mismo era baja.
Así, en la actualidad aún vemos un mayor número de inodoros convencionales en lo que se refiere a fuera de Asia, y no parece esbozarse ninguna tendencia que indique que esto vaya a cambiar en lo que respecta a Europa y América. Pero en Estados Unidos la empresa Toto lo ha intentado y según Fitzsimmons las ventas aumentaron un 20% por año consecutivamente desde 2010.
Un crecimiento que no fue cosa de pocos tiempo ni mucho menos, dado que la marca introdujo los inodoros electrónicos en el país a principios de los noventa. El ejecutivo alude al mismo motivo que procuró el éxito en oriente: los aspectos culturales. Mientras que en Japón y algunos países de Asia la cultura con respecto a la higiene facilitó la acogida, en occidente "la gente no estaba culturalmente preparada", según Fitzsimmons, coincidiendo con esa sensación que contaba Miguel López.
Esto liga también con la opinión de Kyle Bazylo, de Bidet.org, que comenta en el mismo artículo que aún hay mucha gente que lo ve raro (de Asia y América). De hecho, la pareja japonesa que citábamos antes, los Otoshi, explicaba que solían tener que explicar cómo funcionaba el Toto a sus invitados, tranquilizándolos y explicando las funciones como si estuviese promocionando el producto en una de las muestras que los fabricantes acostumbran a hacer como la que veíamos antes.
El inodoro del futuro: aún más espectacular
Hoy en día hablamos mucho de inteligencia artificial o realidad virtual, pero en la electrónica de consumo los sensores siguen siendo bastante protagonistas. Lo son también en los inodoros electrónicos, ya que actualmente la tendencia es a añadir sensores médicos que puedan medir el pulso o la tensión arterial además del porcentaje de grasa o el azúcar en la orina como veíamos antes. Es decir, que se conviertan en un centro doméstico para la salud, según explicaba Matsui, ingeniero de Matsushita, ya en 2002
Como no podría ser de otra manera, el control por voz tampoco se queda fuera. Tras habituarnos a tenerlo en el smartphone y con el actual auge de los asistentes del hogar, también hay inodoros que responden a comandos de voz. Algo que Ryosuke Hayashi, de Toto, no representó mucha dificultad.
No es nada complejo hacer que respondan a la voz humana. Si dices a la máquina "Quiero el agua más caliente" o "Quiero más presión en el spray", la máquina responderá automáticamente.
Veremos cómo se las ingenian los fabricantes para seguir innovando en la industria del WC electrónico (¿inodoros inteligentes? Quién sabe), pero de momento estas tazas no pasan desapercibidas y menos aún para quienes cualquier tipo de botón o circuito nos llama la atención. También habrá que ver si se produce una expansión internacional más allá de Asia y los Estados Unidos y Europa se contagia de la fiebre por el wahslet.