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Todo el lío de la bancarrota de Mars One, explicado: vida, muerte y posible resurrección del proyecto espacial más polémico

Si hacemos caso a sus planes iniciales, a día de hoy los equipos de Mars One deberían estar ultimando los preparativos para enviar los primeros módulos habitables rumbo a la que sería la primera colonia humana en Marte. Pero no. Todo parece indicar que actualmente los equipos del proyecto están más ocupados tratando de recuperar el control de la compañía ante la quiebra declarada por los tribunales suizos.

La noticia de la quiebra saltó ayer gracias a S. Vineyard, un usuario de Reddit que se percató de. Desde entonces las informaciones han sido muy caóticas. ¿Significa esto la muerte del proyecto o es solo una fase más en la polémica vida de Mars One?

Ir a Marte (casi) como derecho

En agosto de 2012, la Curiosity llegaba a Marte generando muchísima atención sobre el planeta rojo. Fue entonces cuando empezamos a oír hablar de ‘Mars One’, una pequeña fundación holandesa que aspiraba a llegar al planeta rojo antes que nadie.

Desde el principio sabíamos que Mars One estaba extendiendo cheques que no iba a poder pagar: la idea de poner seres humanos en la superficie marciana en 10 años era inviable incluso con mucho más medios de los que podía poner en juego el proyecto. Lo que no sabíamos a ciencia cierta es si se trataba de un proyecto bienintencionado (con grandes dosis de optimismo e ingenuidad) o de una enorme campaña de marketing con intenciones perversas.

"No obstante, y por motivos que se me escapan, con el tiempo Mars One logró atraer a numerosos inversores y se hizo con un nutrido y respetable grupo de asesores técnicos. Las posibilidades de ir a Marte seguían siendo nulas, pero al menos el proyecto ya no parecía un trabajo de fin de curso de primaria", decía Daniel Marín en 2015. Y era cierto: Mars One, durante un segundo, pareció poder convertirse en algo más.

Pero fue breve. Según la planificación original, el primer satélite debía de construirse en 2014. Sin embargo, en 2013, las fechas se aplazaron. El satélite se lanzaría en 2018 y la primera misión tripulada en 2024. Durante un par de años más, muchos medios seguimos dándole cobertura al proyecto. Injustificadamente, debo añadir, debimos ser mucho más críticos. Pero ya en 2015, con la lista de seleccionados en la mano, explicábamos que la situación ”pintaba mal. Muy mal” y hablábamos de abiertamente de "gran estafa".

¿El fin del proyecto?

Cada vez con más retraso y con una avalancha de críticas a sus espaldas, Mars One quedó fuera de juego. Desde diciembre de 2016, cuando un grupo inversor suizo compró las empresas del proyecto en Reino Unido, One estaba formado por dos entidades: una fundación holandesa sin ánimo de lucro (Mars One Foundation) y una sociedad cotizada suiza (Mars One Ventures AG). Es precisamente esta última empresa la que parecer haber entrado en quiebra.

Como explicaba S. Vineyard, el registro comercial del Cantón de Basilea consta que “por decisión del 15.01.2019, el Tribunal Civil de la ciudad de Basilea declaró la compañía en bancarrota con efecto a partir del mismo 15 de enero a las 15.37 horas y la disuelve”.

Desde Xataka nos pusimos en contacto con el proyecto y con varios de los seleccionados para realizar el viaje. En un primer momento, nos explicaron que la quiebra se trataba de un malentendido financiero y que estaba en vías de solucionarse. Posteriormente, Mars One emitió un comunicado en el que explicaba que estaban tratando de salir de la bancarrota y que, en cualquier caso, la Fundación seguiría en marcha independientemente del futuro de la empresa.

El futuro de la exploración privada

Es complejo saber en qué fase estamos. Mientras el proyecto busca inversores a los que involucrar, no debemos olvidar que mucha gente ha invertido mucho dinero y esfuerzo en un sueño que cada vez parece más difícil que se vuelva realidad. Me temo que Mars One nos acompañará bastante tiempo, pero la posibilidad de realizar el viaje cada vez es más lejana.

Todo esto debe hacernos reflexionar sobre lo que ha cambiado el espacio. Hace unos años, decía que el principal problema de las Agencias Espaciales es que habían perdido el monopolio del espacio y, aunque sostienen la inmensa mayoría de los desarrollos tecnológicos, están teniendo problemas para adaptarse al nuevo ecosistema.

Porque, aunque son las agencias las que soportan el grueso de la investigación espacial, eran los nuevos actores (SpaceX, Blue Origin o el ahora malogrado Mars One) los que se estaban llevando el gato al agua comunicativamente. Más que privatizarse el espacio, lo que estaba privatizándose era la magia. Si se confirma la caída definitiva de Mars One, será todo un aviso a navegantes para los miles de empresas que han surgido al abrigo de esta moda espacial: la magia atrae financiación, pero tiene las patas muy cortas.

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