"Nadie consideró esto. No habíamos pensado en eso". Y con esas palabras, Gwynne Shotwell, presidenta y directora de operaciones de SpaceX, explicaba cómo era posible que su empresa, que planea mandar miles de satélites al espacio en los próximos años, no hubiera pensando en el impacto del proyecto en los telescopios de todo el mundo.
De hecho, lo que empezó como un puñado de quejas descoordinadas por parte de los astrónomos se ha convertido en una crisis corporativa que amenaza con empañar lo que se quería vender como uno de los proyectos aeroespaciales de más incidencia en el día a día de la humanidad: la creación de una red verdaderamente global de internet satelital.
¿La solución? Intentar quitarles el brillo.
"Vamos a resolver el problema"
La misma Shotwell ha anunciado que el revestimiento se comenzará a probar en al menos uno de los 60 nuevos satélites que se lanzarán a finales de este mes. ¿Por qué sólo uno? Fundamentalmente porque actualmente no existen materiales antireflectantes que no afecten negativamente al rendimiento de los satélites y, pese a que la presión internacional les obliga a mover ficha, incluirlo en los 60 es demasiado arriesgado.
En una primera fase esperan reducir el brillo hasta que sea invisible a simple vista porque "eso preservaría el cielo nocturno para el público en general" (aunque no resolvería el problema científico). Posteriormente, mediante "prueba y error", SpaceX irá mejorando el revestimiento antirreflectante para garantizar la seguridad y rendimiento de los satélites.
Sin embargo, este anuncio no ha convencido a todo el mundo. En el fondo, estamos hablando de llenar la órbita cercana de la Tierra con casi 50.000 satélites en los próximos años y eso, por mucho que se consiga reducir un poco el brillo de los dispositivos, conlleva una fuente enorme de interferencias.
Sobre todo, porque como han señalado numerosos astrónomos la mejor solución sería instalar los satélites en una órbita más lejana (como están haciendo o tienen previsto hacer alguno de los competidores de Starlink), pero eso incrementaría mucho los costos y las exigencias técnicas de la red de SpaceX.
Sin embargo, algo es algo. No debemos olvidar que el espacio, hoy por hoy, es algo muy parecido al 'Salvaje Oeste': no hay regulación, ni se la espera en un tiempo razonable. Por eso mismo, pese a las medidas que ha anunciado SpaceX, todo parece indicar que la "batalla" entre Starlink y la astronomía moderna no ha hecho más que empezar.
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