La semana en que la Voyager 2 se echó una siesta: tras un susto interestelar, la sonda recupera la normalidad

El 25 de enero y tras no ejecutar la maniobra de recalibrado magnético, buena parte de los instrumentos y partes no esenciales de la sonda se apagaron en seco. A más de 18.000 millones de kilómetros de la Tierra, con una latencia de comunicación de 17 horas y una tecnología de los años 70, aquello se parecía mucho a una sentencia de muerte.

Pero los equipos de la NASA no se amilanaban. Las dos Voyager estaban programas con numerosas rutinas de protección contra fallos de funcionamiento. Tanto el apagón (respuesta programada a un abuso de energía) como la solución debían llegar de esos sistemas y desde el día 28 de enero los técnicos llevan apagando equipos para tratar de recuperar la sonda.

"Y a los tres días"...

Sorprendentemente, la Voyager 2 ha reanudado la toma de datos científicos en el espacio interestelar. Los ingenieros de la NASA están analizando el estado de los instrumentos después del apagón. Y muy especialmente el generador termoeléctrico radioisotópico (RTG) que suple de energía a la misión.

Por la descomposición natural del material dentro del RTG, la sonda pierde unos 4 vatios al año de energía útil. Los técnicos apagaron el calentador primario para compensar la falta de energía y había miedo que en alguno de estos picos energéticos (como los que provocaron el apagón) se dañe el equipo.

La buena noticia es que, por ahora, no parece haber problema y a la Voyager 2 le queda mucha vida en su viaje hacia las entrañas del universo. Que sea por muchos años.

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