Se llama 'Artemis'. Tras 45 años sin pisar la Luna, la NASA decidió en mayo que volvería a la superficie del satélite para 2024. Pero del 'dicho' al 'hecho' hay 384.402 kilómetros de distancia.
Y es que para ir a la Luna no solo necesitamos nuevos cohetes, nuevos módulos de alunizaje e, incluso, nuevos sistemas para habitar el satélite. Necesitamos también trajes. Los necesitamos imperiosamente porque, aunque a veces se nos olvida, un traje espacial no es un traje, es una nave espacial en miniatura. ¿Dónde están esos trajes?
Sin diseñar trajes desde 1977
"La NASA todavía no tiene un traje [para ir a la Luna] porque la decisión se ha tomado repentinamente", razonaba Pablo de León, profesor en la Universidad de Dakota del Norte. "Por un lado, tenemos la orden de llegar a la Luna en 2024; por el otro, no hemos desarrollado nuevos trajes espaciales desde 1977".
De León lleva razón solo en parte, en las últimas décadas se han desarrollado algunos prototipos que no han hecho más que evidenciar que hacer un traje realmente versátil es un asunto bastante complejo. Ellos mismos, en la UND, ha pasado los últimos años diseñando un prototipo de traje espacial lunar NDX-2 y sabe de lo que habla.
La misma NASA presentó en 2014 el traje Z2 teóricamente destinado a usarse en la superficie de otro planeta. Se trataba de un desarrollo interno en un estado muy inicial y que la agencia no parece haber actualizado desde entonces. Es decir, alguna propuesta se ha hecho, pero como señala De León ningún proyecto serio. Y esto, como señalan en Futurism, hace que la cifra de 2024 sea vista cada vez con mayor escepticismo.
¿Dónde están los trajes?
Por lo que sabemos, la NASA no ha firmado ningún tipo de acuerdo para trabajar en el asunto y desarrollarlos no será rápido. El mejor ejemplo es el proyecto para actualizar los trajes con los que los astronautas realizan paseos espaciales arrancó en 2007 con un presupuesto de más de 200 millones de dólares. En 2017, cuando un informe interno avisó de que se estaban quedando sin trajes antiguos, el desarrollo estaba a años de tener un traje viable.
Al fin y al cabo, como señalaba De Leon en 2015, "contener a un ser humano en cualquier cosa es, ya de por sí, muy complejo". Y en este caso tiene que ser algo "móvil, bastante cómoda y que te permita trabajar" en la superficie de un satélite con unas condiciones como las de la Luna. Como decía Balzac, «la indumentaria es, a la vez, una ciencia, un arte, un hábito y una predisposición natural». En ningún sitio esto es más cierto que en el espacio.
No hay que olvidar que la tecnología básica que hay detrás de los trajes espaciales fue diseñada en 1935 por un español, el granadino Emilio Herrera, cuya "escafandra estratonáutica" estaba pensada para ser un traje espacial avant-garde. Sus prototipos, incluían termómetros, barómetros, sistema de respiración, visera antivaho de tres cristales e incluso un micrófono. El traje lunar necesita su revolución y más vale que sea pronto porque si no es así todos los proyectos se quedarán en agua de borrajas.