Proxima Centauri está, como quien dice, aquí al lado. A 4,25 años luz de nuestro Sol, algo que hace esta enana roja especialmente interesante, Más interesante aún es saber que hay un planeta, Proxima B, que la orbita y que estaba a una distancia que hacía probable la existencia de agua en su superficie y, por tanto, de vida.
Eso cada vez es más difícil de defender, sobre todo porque Proxima Centauri no para de emitir llamaradas que hacen que las condiciones en Proxima B no sean probablemente paradisiacas. La última de esas llamaradas, registrada en marzo de 2017, hizo que la estrella multiplicara por 1.000 su brillo habitual durante 10 segundos.
Estar a una distancia adecuada de una estrella no es suficiente
La astrónoma del Carnegie Institution for Science, Meredith MacGregor, explicaba cómo ese "24 de marzo de 2017 no fue un día normal para Proxima Centauri". Su equipo descubrió una enorme llamarada gracias a los datos del sistema ALMA localizado en Atacama, Chile.
Según esos datos, esa llamarada estelar, causada por un cambio en el campo magnético de la estrella, probablemente causó daños importantes en Proxima B.
"Es probable que Proxima B fuera arrasado por radiación de alta energía durante esta llamarada", explicaba MacGregor, que añadía que este tipo de emisiones de radiación habrían "evaporado cualquier atmósfera u océano y esterilizado la superficie, sugiriendo que la habitabilidad pueda requerir algo más que estar a la distancia adecuada de la estrella anfitrión para tener agua líquida".
Proxima B sigue existiendo, pero las expectativas que existían sobre su habitabilidad se ven enfrentadas a la realidad de esas llamaradas de radiación. Afortunadamente hay otras alternativas.
Vía | Popular Mechanics
Más información | Arxiv (PDF)
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