El estudio de los planetas es tan útil como interesante pero no sólo éstos pueden aportar información de gran valor científico. Como vecinos también tenemos un gran número de asteroides y ahora OSIRIS-REx ha llegado a Bennu, uno de éstos, pero no uno cualquiera.
La nave ha completado así un viaje de unos dos años desde que se lanzase el día 8 de septiembre de 2016. No se trata de una de esas sondas que morirá por la ciencia como Cassini, sino que su regreso es muy importante ya que nos ha de traer de vuelta una muestra de ese particular asteroide al que ya ha conocido de cerca.
Un viaje de ida y vuelta y un asteroide "especial"
Los asteroides son rocas de tamaño, forma y movimiento variable, sin atmósfera, cola o algún otro elemento propio de cometas o planetas. Pero pese a su aspecto yermo resultan ser un objetivo interesante para lo de siempre: conocernos mejor a nosotros mismos, o mejor dicho a nuestro origen, el del sistema solar y el de la Tierra.
¿Por qué entonces viajar hasta Bennu y no hasta cualquier otro? Porque aunque haya tantos asteroides muchos de ellos no se conocen bien a nivel de superficie y composición, y al final pocos, muy pocos, pasan los filtros que sólo Bennu logró pasar:
- Proximidad: Bemmu está relativamente cercano a la Tierra (unos 2.000 kilómetros), lo cual en este caso era aún más importante al tratarse de una misión de ida y vuelta.
- Órbita: Bennu se mueve de manera circular y no orbita irregularmente como otros asteroides, lo cual sería más inseguro para la misión.
- Tamaño: cuanto más grande sea el asteroide, mejor, ya que los más pequeños rotan más deprisa y suelen proyectar materiales que podrían dañar a la sonda.
- Composición química: como decíamos antes el objetivo es conocer mejor la historia del sistema solar y la Tierra, y por este motivo la composición química reducía los candidatos a doce (a los que se les conoce dicha composición), y de ésos sólo cinco eran propicios para tomar muestras al ser ricos en carbono, lo cual es importante de cara a encontrar moléculas orgánicas. De éstos se eligió Bennu porque estaba más estudiado, de modo que se tenía más certeza de que su superficie fuese conveniente para aterrizar y recoger muestras.
¿Y qué hará exactamente OSIRIS-REx? Antes vayamos con las presentaciones, porque para variar los estadounidenses han hecho su magia con las siglas para que quede este nombre que nos recuerda a reyes y dioses. Se trata de la nave Origins, Spectral Interpretation, Resource Identification, Security-Regolith Explorer, encargada de llegar hasta el asteroide para hacer un estudio sobre él y recoger muestras.
Ahora se encuentra a unos 19 kilómetros de la superficie de Bennu para realizar una exploración preliminar del cuerpo celeste, aproximándose hasta unos 7 kilómetros, con lo que se podrá redefinir la masa, la tasa de giro y la forma del asteroide. Esto servirá para determinar los sitios potenciales para la toma de muestras: 60 gramos de regolitos (es decir, rocas y polvo sobre una superficie inalterada).
60 gramos de récord para la NASA
El principio y el fin de nuestros tiempos siguen siendo dos de los pedales de aceleración que sugieren nuevas misiones espaciales, como es el caso de ésta. La idea es no sólo intentar conocer mejor la formación de planetas, sino también poder determinar con mejor grado qué ocurriría si un asteroide impactase en la Tierra.
Por otro lado está la presencia de ciertos componentes y lo que ya planteamos hace unos meses con esa "fiebre del oro" que parece estar renaciendo más allá de la exoesfera. Los asteroides contienen componentes orgánicos, agua y metales entre otros, lo cual se mira con ojos con sed de exploración y desarrollo económico por parte de numerosas empresas.
Si todo va bajo lo previsto OSIRIS-REx orbitará Bennu el 31 de diciembre a unos 492 metros, con lo cual el asteroide pasará a ser el objeto más pequeño orbitado jamás por un vehículo de construcción humana. Y si finaliza la misión volviendo sano y salvo en septiembre de 2023, será la primera misión estadounidense en tomar muestras de un asteroide y devolverlas a la Tierra, así como recoger la muestra más grande desde la era Apollo.
Imagen | NASA/Goddard/Universidad de Arizona
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