Era abril de 1961 y un autobús blanco recorría una carretera del sur de Kazajistán. Dentro, un chaval de unos 27 años trataba de convencer al conductor para que parara en el arcén. Y lo convenció y nada más parar, el joven se bajó del bus y comenzó a hacer pis en la rueda trasera derecha. Nadie lo diría, pero ese chaval estaba a punto de hacer historia.
Desde aquel 12 de abril, todos los cosmonautas rusos han seguido el ejemplo de Yuri Gagarin, el primer ser humano en viajar al espacio exterior. Se convirtió en un ritual, una tradición sagrada que aquellos supersticiosos pilotos soviéticos cumplían a rajatabla. Tanto que muchas cosmonautas, aunque estaban exentas por motivos prácticos, llevaban muestras de orina para echarlos sobre la rueda.
El problema es que casi 70 años después esa tradición puede estar a punto de acabarse.
"A nadie se le ocurrió poner que era necesario orinar en una rueda"
Y es que Rusia acaba de presentar el nuevo traje espacial (Sokol-M) que sustituirá al Sokol-KV2, un traje que lleva en uso desde verano de 1980. El fabricante, Zvezda, ha utilizado nuevos materiales y lo ha hecho más adaptable a distintos tamaños corporales. Una cucada.
Una cucada que no permite seguir la tradición de Gagarin. "No estoy seguro de cómo podrán (continuar con la tradición), ya que no hemos diseñado la mosca", explicaba Sergei Pozdnyakov, el director de Zvezda, a varias agencias rusas. “Nos pasaron las especificaciones de diseño y a nadie se le ocurrió poner que era necesario orinar en una rueda. Las especificaciones tendrían que adaptarse”.
El problema es que, en la zona de la entrepierna, el nuevo Sokol-M tiene una cremallera diagonal hermética, en el lugar donde el Sokol-KV2 que se usa actualmente tiene una abertura en forma de V. Y claro, la polémica se ha escuchado hasta en Vladivostok. Al fin y al cabo, desde que Titov (el segundo hombre en el espacio) repitiera paso por paso todo lo que había hecho Gagarin, los preparativos de los lanzamientos están llenos de rituales.
Y cada generación ha ido añadiendo los suyos: Cosas como plantar árboles, escribir sus nombres en las puertas del hotel donde se alojan previamente, ver una película del 71 llamada de ‘El sol blanco del desierto' o ser bendecidos por un sacerdote ortodoxo son el día a día de todo viaje espacial con Roscosmos, la agencia espacial rusa.
No está claro si la tradición obligará a rediseñar los nuevos trajes espaciales, pero no me extrañaría. Una cosa es ir en un cacharro de altísima tecnología a 40.320 kilómetros por hora y otra muy distinta es no haber hecho pis en la rueda de un bus unos minutos antes.
Imagen | Sergei Bobylev
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