La Estación Espacial Internacional recibe sus primeras neveras espaciales: con ellas esperan mejorar la dieta de los astronautas

Las misma carrera espacial ha propiciado que la comida de astronautas evolucione, pero aun así sigue basándose en la rehidratación de alimentos y no es, digamos, bocato di cardinale. Pero mientras hay investigadores viendo como llevar a una posible dieta marciana los macarrones con queso, otros han inventado una nevera espacial que obtuvo el visto bueno de la mismísima NASA y ya forma parte del equipamiento de Estación Espacial Internacional (ISS).

Se trata de un proyecto de un grupo de investigadores de BioServe Space Technologies (en la Universidad de Colorado), capitaneado por Tobias Niederwieser, buscando crear el frigorífico perfecto para la ISS. Allí arriba los requisitos a cumplir no son pocos, empezando por el poco espacio disponible y siguiendo con la temperatura y el resto de condiciones que por seguridad ha de cumplir el dispositivo, per parece que FRIDGE aprueba el examen.

Un 2x1 con las dimensiones de un microondas

No, lo de las mayúsculas no es un error. Es que si algo es conocido a nivel internacional de la cultura estadounidense es su grandiosa habilidad para las siglas, y las del proyecto de Niederwieser y su equipo son convenientemente ésas: Freezer Refrigerator Incubator Device for Galley and Experimentation, es decir, FRIDGE ("nevera" en inglés).

Si pensamos en nuestro frigorífico, tenga los años que tenga, quizás podamos identificar los impedimentos que presentaría a la hora de encajar en la vida en microgravedad. El primero es evidente y ya lo hemos comentado antes: el volumen. Y posiblemente caigamos en que ese calor que a veces notamos en alguna de sus paredes no sería adecuado allá arriba.

El astronauta Mike Hopkins trabajando en la ISS. Un ejemplo de que el espacio es un problema en el espacio (valga la redundancia). Imagen: Jerry Wright, NASA

Lo que han logrado con FRIDGE es que tenga el tamaño aproximado de un microondas y que no contenga ventiladores ni partes rotatorias. Además, pensando ya en su instalación en la ISS, para disipar el calor que provoca su funcionamiento se puede conectar al sistema de refrigeración de la estación, de modo que mantenga una temperatura conveniente.

Además, FRIDGE en teoría va a resistir tanto el alto nivel de radiación en el espacio como el poderoso zarandeo que se sucede en fases como la del lanzamiento. Su temperatura interna se puede establecer entre -15 y 48 grados centígrados, aprovechando que FRIDGE es una especie de remake de unas incubadoras que ya tenía BioServe (SABL) y haciendo así que los astronautas tengan un 2x1 (nevera e incubadora).

Tobias Niederwieser y Robby Aaron trabajando en una de las unidades FRIDGE. Imagen: BioServe Space Technologies

La idea gustó a la NASA, tanto que encargó un total de ocho unidades, aunque no todas serán para comida. Dos de ellas sí se emplearán para alimentos (ya están de camino con comida fresca terrestre y con hueco para los que se generan en el huerto hidropónico de la estación) y el resto se usarán como incubadoras de experimentos.

Niederwieser y sus colegas esperan que su invento sirva para ampliar las posibilidades dietéticas de los astronautas (y sobre todo su palatabilidad) y que éstas vayan más allá de la rehidratación. Lo que no conocemos es el coste, el cual tratándose de un remake quizás no llegue a los 23 millones de dólares del inodoro espacial.

Imagen | [https://www.colorado.edu/aerospace/2020/04/23/new-fridge-could-bring-real-ice-cream-space](BioServe Space Technologies)

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