Los vuelos espaciales pueden detener (e incluso invertir) el flujo sanguíneo en la parte superior del cuerpo de los astronautas. Algo que no sería tan importante si, en fin, en la parte superior del cuerpo no estuviera la cabeza. Manías que tiene la anatomía.
La NASA acaba de publicar un informe exhaustivo sobre cómo se las apaña el sistema circulatorio de los astronautas que pasan largas temporadas en el espacio y los resultados dibujan un galimatías de vasos, flujos y presiones totalmente desbarajustados. Dentro estudio.
La sangre volviéndose loca
Publicado en JAMA, el estudio analiza las andanzas de 11 astronautas sanos antes, durante y después de una estancia de seis meses en la Estación Espacial Internacional. Todo bien, todo correcto... hasta el día 50.
Las pruebas con ultrasonido a esa altura del viaje mostraban que más de la mitad de los participantes tenían el flujo sanguíneo de la yugular interna estancado (o invertido). La yugular, como bien sabe cualquier vampiro cuya vida depende en distinguirla de las carótidas, es la principal vía de drenado del cerebro, la cara y el cuello.
Uno de ellos, de hecho, desarrolló un coágulo en la vena durante el velo (y otro, un poco después de volver a tierra). No se lo esperaban: "fue un hallazgo inesperado. No esperábamos encontrarnos ni estasis, ni flujo inverso. Eso es muy anormal. En la Tierra, sospecharíamos inmediatamente un bloqueo masivo, de un tumor o de algo así”, explicaba Michael Stenger, director del Cardiovascular and Vision Laboratory del Centro Espacial Johnson de la NASA y autor principal del estudio.
¿Revendo mi billete a Marte antes de que sea demasiado tarde?
Como es comprensible, estos resultados tienen implicaciones importantes para las misiones espaciales de larga duración. Especialmente para el viaje a Marte y sus meses de viaje en espacio profundo. Sin embargo, está muy lejos de ser una sentencia de muerte para los viajes espaciales.
Las consecuencias potenciales son graves, sí. Muy graves incluso. Pero, como comentábamos ayer, si algo han demostrado los programas espaciales durante este más de medio siglo de exploración es que han resultado ser uno de los proyectos de control del estrés físico más exitosos de la historia de la humanidad.
Ahora queda investigar por qué ocurre esto y desarrollar intervenciones (o tecnologías) que permitan minimizar es estancamiento sanguíneo. Con un poco de suerte, lo que descubran servirá para entender mejor el sistema circulatorio. Al fin y al cabo, como dice el dr. Jan Stepanek de la Clínica Mayo, "la medicina en el espacio es un viaje a la fisiología extrema".
Imagen | Chris Barbalis
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