Lo hemos hablado otras veces, ya podemos ir a Marte. Tenemos las tecnologías, los conocimientos y, si quisiéramos, tendríamos los medios para llevar a un grupo de personas al planeta rojo.
Lo que no tenemos, curiosamente, es a esa gente, ni forma de seleccionarlos. Y, aunque parece un detalle tonto, es algo que tiene preocupados a la NASA: el punto más débil de cualquier misión espacial larga es precisamente que la tripulación acabe odiándose entre sí.
Houston, tenemos un problema (entre nosotros)
Os aseguro que es una cuestión muy seria. Todas las simulaciones que hemos hecho hasta ahora han acabado como el rosario de la aurora. A principios de los años 90, se creó Biosphere 2, un centro que pretendía simular cómo sería vivir en un ecosistema cerrado. No se hicieron demasiados experimentos allí.
Los primeros entre 1991 y 1993, se cerraron por problemas con los sistemas de acondicionamiento (oxígeno, agua, comida, etc.). Pero el último, el que tuvo lugar entre marzo y septiembre del 94, se finalizó debido a una descomunal bronca entre los investigadores que se transformó en una guerra de facciones.
Tan serio es el problema que la NASA lleva varios años manteniendo una misión en un remoto volcán hawaiano para estudiar, en palabras de Kim Binsted, el director del proyecto, “la mejor forma de seleccionar a los astronautas, de componer una tripulación y de apoyarla durante las misiones espaciales de larga duración".
Ocho meses en Marte, provincia de Hawái
HI-SEAS, que así se llama el proyecto, tiene una dinámica muy sencilla: para la misión que empieza ahora, se han seleccionado seis personas (dos mujeres y cuatro hombres) de entre más de 700 candidatos y se les recluirá durante ocho meses en un recinto de 110 metros cuadrados lejos de todo rastro de civilización humana.
Como podemos ver en los planos, las instalaciones del HI-SEAS no están mal: cocina, zona de estar, laboratorios, área de ejercicios, dormitorios individualizados. Quizá lo más llamativo es que pese a que tienen muchas comodidades, son pequeñas. Aunque, claro, esto forma parte del plan de intentar simular lo mejor que se puede el hipotético viaje a Marte.
De hecho, las similitudes no se acaban ahí: para salir al exterior y realizar su trabajo de investigación, deben ponerse trajes espaciales; sólo comen comida y productos como los que se usan en el espacio; y las telecomunicaciones con el exterior tienen un retraso de, por lo menos, 20 minutos.
¿Estamos listos para viajar al Espacio?
Aún hoy, los seres humanos somos el organismo más complejo que tienen que entender los seres humanos mismos. Y esa es la gran pregunta que se hacen todas las agencias: ¿conseguiremos dar el siguiente paso? ¿Seremos capaces de crear equipos que aseguren el éxito de la misión?
No es sencillo. Un vistazo rápido a los grandes viajes marítimos del Historia nos invita a pensar que sí, que, si lo hemos hecho en el pasado, lo podremos hacer en el futuro. Pero si nos fijamos atentamente en esos mismos viajes, en seguida descubrimos que lo que se consiguió fue gracias a tremendos sacrificios humanos y sociales. Unos esfuerzos que nadie está seguro que hoy seamos capaces de asumir
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