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El pueblo de Ávila que se convirtió, por unos minutos, en la capital mundial de la exploración espacial

Ayer, la sonda Schiaparelli llegaba a Marte. Era el primer paso de ExoMars, el mayor proyecto científico para buscar vida en el planeta rojo. La sonda entró en la atmósfera, descendió rápido hacia la superficie y, de repente, se quedó callada.

En ese momento, toda la comunidad científica, cientos de medios de comunicación y miles de aficionados de todo el mundo se giraron hacia un pequeño pueblo de la provincia Ávila con apenas tres mil habitantes. Durante unos minutos, Cebreros fue la capital mundial de la exploración espacial.

Una red para hablar con el cielo

A fuerza de usar el GPS, podemos llegar a creer que comunicarnos con los satélites es algo sencillo. Pero nada más lejos de la realidad, sobre todo cuando esos satélites, naves o sondas se encuentran lejos de la tierra. Los telepuertos son infraestructuras caras y escasas. La Agencia Espacial Europea, sin ir más lejos, no tuvo medios propios para comunicarse con sus misiones interplaneterias hasta 2002.

Ese año se inauguró la Estación de Nueva Norcia en el oeste de Australia y a un par de horas en coche desde Perth. Esa fue la primera Antena de Espacio Profundo de la ESA; la segunda se construyó tres años después en un pequeño pueblo de Ávila, Cebreros.

¿Por qué Cebreros?

Una vez que se construyó Nueva Norcia, se necesitaba que la siguiente antena de la red estuviera geoposicionada a 120 grados de allí. En un principio, la ESA trabajaba con la idea de instalarla en Villafranca del Castillo, muy cerca de Madrid, donde ya tenía otro centro astronómico.

Cebreros era el sitio perfecto: protegido de la contaminación radioeléctrica y con la infraestructura de una antigua estación de la NASA

Pero cuando se comenzó a diseñar la nueva antena, quedó claro que el crecimiento de la telefonía móvil iba a hacer inviable, por pura saturación del espacio radioeléctrico, instalar nada tan cerca del área metropolitana de Madrid.

En ese momento apareció Cebreros. A 60 kilómetros de Villafranca y resguardado del foco radioeléctrico madrileño, la Agencia europea podría reutilizar una vieja estación de la NASA que la agencia norteamericana había mantenido en la localidad. De hecho, Cebreros sirvió de apoyo al complejo de Robledo de Chavela durante las misiones Apolo.

Sin embargo, las reformas que hubo que hacer fueron considerables. La última vez que se había usado la estación fue precisamente para una misión de la ESA, Giotto, que visitó al cometa Halley a mediados de los 80. Y 20 años son muchos años en astronomía.

Desde Ávila hasta el confín del Universo

La Estación de Cebreros se estrenó con la misión Venus Express y ha tenido un papel fundamental en la hazaña de Rossetta y Philae. Por lo demás, Cebreros es un pequeño pueblo entre Ávila y Toledo que se debate si quiere ser la cuna de Adolfo Suárez o una ventana hacia el espacio.

Porque este sólo es el comienzo. La nueva carrera espacial ya se ha hecho interplanetaria y, como estos días con el proyecto ExoMars, durante los próximos años no dejaremos de mirar a Cebreros con la esperanza de que nos acerque un poquito más al Espacio exterior.

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