Hace poco recordábamos que se cumplían 50 años de aquel famoso (y casi fatídico) "Houston, tenemos un problema", pero antes de llegar a esas aventuras espaciales hubo precedentes y no pocos. Del primer paseo espacial de la historia (que no fue de la mano de la NASA, sino de la agencia espacial soviética) hace ya 55 años, y aún resurgen recuerdos de aquel hito y de los apuros que vivieron sus protagonistas.
En concreto, la agencia espacial rusa (Roscosmos) desclasificó una serie de documentos de esta misión que son muy curiosos (casi entrañables). Fotos, escritos y croquis de lo que fueron los primeros pasos de una exploración espacial que ha llegado a ser algo casi "habitual", pero que en ese momento suponía un reto histórico, concretamente de la mano de la nave espacial Voskhod-2 (Восход-2 en ruso).
Desde documentos gubernamentales hasta garabatos
Recordando un poco aquella misión, el 18 de marzo de 1965, a las 11:30 (hora de Moscú), el piloto de la Voskhod-2, Alekséi Leónov, salió al espacio exterior con un traje especial y un sistema de soporte vital autónomo retirándose hasta cinco metros de la nave. Completó con éxito un conjunto de investigaciones y observaciones mientras el comandante de la nave espacial, Pável Beliáyev, controlaba las acciones del piloto y permanecía atento para servir de asistencia a su colega durante esa histórica salida.
Como hemos dicho, lo que Roscosmos hizo público, bien orgullosa, es una colección de documentos previamente clasificados entre los que se encuentran múltiples informes y muchas fotografías. Permaneció oculto hasta el pasado mes de marzo, cuando quizás aprovechando ese 55 aniversario las liberaron.
La agencia mantiene digitalizados informes de reuniones, determinaciones de las instituciones e incluso los cuadernos que usaron los astronautas ya en los interiores de la Voskhod-2. Evidentemente, está todo en ruso, pero aún así es interesante revisar los que son menos administrativos y corresponden a la parte más técnica, especialmente si tenemos nociones de astrofísica.
Así, encontramos firmas y notas hechas por el diseñador jefe de cohetes Sergei Pavlovich Korolev, el director del TsNIIMash (algo así como el Instituto Central de Investigación Científica de Ingeniería Mecánica), políticos del momento y, según detallan en Roscosmos, "otras figuras prominentes de la ciencia y la industria soviética". Hay también una serie de fotos, vídeos y audios que son también un pequeño tesoro para la historia de la exploración espacial.
Como ya hemos dicho, la barrera idiomática es evidente (al menos para quien os escribe), pero no deja de ser bonito y curioso, sobre todo esas partes que tienen pequeños esquemas y diagramas. Si me permitís la apreciación, mi favorito es el libro de registro de la Voskhod-2, el documento principal que guió a la tripulación de la nave, escrito a mano con lápiz y pluma estilográfica (los trazos más "a lo letra de médico", como los que vemos por ejemplo en la página 41, son notas hechas por A.A. Leonov y P.I. Belyaev en pleno vuelo).
Doce minutos y nueve segundos de odisea en el espacio
Algunas veces hemos hablado de lo increíble que fue salir al espacio y llegar a la Luna con la tecnología del momento, con ordenadores menos potentes que muchos móviles de la actualidad. Era ir a lo desconocido en todos los aspectos y es algo que se traducía en pesados (aunque bonitos) trajes espaciales, como el de 20 kilogramos de Yuri Gagarin.
De hecho, el vuelo de Gagarin nos sirve para recordar esa sensación de pesadilla que no era muy extraño vivir en esos primeros intentos de conquista espacial. En las anotaciones que resurgieron gracias a una subasta en 1996 (de entre más de cien objetos de "parafernalia soviética espacial") se encontraron exclamaciones y expresiones como "¡¡¡Mal funcionamiento!!!", "Impacto repentino", "Situación de emergencia" o "¡No tema!", debido a que durante diez interminables minutos de giro descontrolado de la nave a causa de una avería.
Por su parte, Alekséi Leónov permaneció durante 12 minutos y nueve segundos en el espacio, pero tampoco fue un camino de rosas. Como explicaba el propio Leónov, llego el momento en el que casi no podía moverse cuando la presión del oxígeno era tan alta en su traje que quedó muy rígido, demasiado.
Tanto que pensó en que sería una buena solución dejar escapar algo de este aire por una válvula de seguridad y entrar en la exclusa no por los pies como era el plan (y para lo que estaba diseñada), sino de cabeza. Spoiler: sale mal.
No sólo sufrió un gran estrés al forzar esta situación no prevista, casi sufrió un golpe de calor por el aumento de temperatura tras este esfuerzo (seis kilogramos perdió). Pero la paz aún tardaría en llegar porque posteriormente tuvieron que alinear la nave y realizar la entrada en la atmósfera terrestre a mano, dado que no obtuvieron respuesta del sistema de guiado automático.
Al menos hubo final feliz y ambos aterrizaron sanos y salvos. Eso sí, en Siberia y teniendo que pasar la noche en el habitáculo hasta que pudieron recogerles. El propio Leónov lo resumía con una frase tan concisa como cierta: "disponiendo de un traje espacial, un ser humano puede sobrevivir y trabajar en el espacio abierto. Gracias por su atención", y gracias a sus vivencias sabemos que también le preserva en climas extremos de nuestro propio planeta.
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