Borexino, el experimento que desde las entrañas del Gran Sasso italiano estudia los neutrinos de bajas energías, acaba de confirmar la detección de un tipo muy específico de estas partículas, las producidos por el ciclo CNO. Este proceso de fusión nuclear que es secundario en nuestro Sol, pero que se cree que son fundamentales en las estrellas más masivas del Universo.
Lo esbozaron en la 'Neutrino 2020', lo acaba de publicar Nature y, a poco que esta línea de investigación cristalice nos va a servir para obtener un conocimiento profundo de las estrellas y de los elementos que hay en sus núcleos.
Astros ardiendo en la soledad del espacio
Hasta donde sabemos, esencialmente las estrellas se alimentan a través de dos grandes procesos: la cadena protón-protón (pp), que involucra solo isótopos de hidrógeno y helio, y el ciclo carbono-nitrógeno-oxígeno (CNO), en el que la fusión es catalizada por esos tres elementos. Entre las reacciones nucleares tenemos también los procesos triple alfa, pero no nos interesan en este momento. El primer proceso lo conocemos bien porque es el que domina la producción de energía en estrellas de tamaño similar a nuestro Sol. No es una forma de hablar: este proceso produce en torno al 99% de la energía y, por eso mismo, hemos sido capaces de estudiarlo detalladamente.
Estudiar el ciclo de CNO, pese a que sería importantísimo para adentrarnos en la estructura de las estrellas, es otra cosa: algo que hasta ahora ha sido muy muy difícil. Y es que los neutrinos producidos por este mecanismo superan el ruido de fondo en solo unos pocos conteos por día.
Era, efectivamente, un trabajo para Borexino, un detector tan sensible que puede bloquear (o, al menos, contabilizar) la mayoría de las fuentes de ruido de fondo. Y, con estos resultados (la primera evidencia experimental directa conocida para el ciclo CNO) parece demostrarse que este ciclo contribuye con alrededor del 1% de la energía del Sol. Justo como nuestras teorías habían predicho.
Con esta confirmación encima de la mesa, nos acercamos acerca a una comprensión completa de nuestro Sol y, de paso, a un idea más exacta de cómo se forman las estrellas masivas. Algo que, probablemente, definirá todas las pregntas que hagamos sobre este asunto en la próxima década.
Imágenes | Maxim Gromov y Borexino Collaboration
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