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El cementerio de los cacharros espaciales: cuatro misiones espaciales han tenido problemas en los últimos días

“Es cierto. Ha sido un fin de semana muy estresante. Ahora mismo el HST [telescopio espacial Hubble] está en modo seguro mientras resolvemos qué hacer. Ha fallado otro giroscopio”, explicaba Rachel Osten, la directora científica del Telescopio Espacial Hubble. Hace unos meses, ni la NASA, ni la ESA sabían la que se les venía encima.

Porque en lo que llevamos de otoño, varias de las misiones espaciales más exitosas de los últimos años han tenido problemas. El Hubble, el Kepler, el Opportunity o el Curiosity arrastran problemas que hace presagiar que, por mucha pena que nos dé, se acaba una época de la exploración espacial.

La "astronomía espacial" tiene la vista cansada

Efectivamente, este fin de semana, el Hubble entraba "en modo seguro" después del fallo de uno de los tres giratorios que quedaban operativos. Los giroscopios son herramientas esenciales para manejar el telescopio. Se trata de una especie de ruedas que giran a 19.200 revoluciones por minuto y permiten orientarlo y estabilizarlo mientras se toman las imágenes.

Originalmente el Hubble estaba equipado con seis de ellos, pero esta no es una situación insólita: entre 2005 y 2009, ya operó sólo con dos giroscopios antes de que un equipo de astronautas los sustituyera en 2009. “Sabíamos que iba a ocurrir. El último giroscopio duró seis meses más de lo que esperábamos”, escribió Rachel Osten ayer en otro tuit. “Trabajaremos en los problemas y estaremos de vuelta”.

Mientras tanto, Kepler también lo estaba pasando mal. El observatorio espacial especialistas en exoplanetas está prácticamente sin combustible. El 3 de octubre, la NASA lo puso en hibernación mientras decidían qué hacer con él. iniciar otra campaña de observación es arriesgado porque, si el combustible se acaba, no podrían asegurar el satélite y perderían toda conexión con él.

A mediados de octubre, Kepler mandará los datos de la última campaña. Hay dudas sobre si servirán de algo o si los problemas de los motores los habrán hecho inservibles. Ese será el momento cuando se tome la decisión. Sea como sea, y aunque Hubble tiene pensado aguantar hasta 2021, el final de los dos grandes telescopios espaciales se ve en el horizonte.

En Puerto Marte y sin Hilda

Porque, muy lejos de allí, uno de los ordenadores de Curiosity, el rover del tamaño de un automóvil diseñado que explora el cráter Gale, está dando problemas. Desde el 15 de septiembre no puede almacenar información y eso impide registrar datos provenientes de sus instrumentos (o cualquier actividad que realice).

Por suerte, hay otro ordenador a bordo. Cuando se diseñó, se instalaron dos ordenadores capaces de controlar el rover para mantener siempre uno en reserva. En 2013, el Ordenador A ya falló y, como consecuencia perdió capacidad de memoria, pero en principio se encuentra en perfectas condiciones para continuar la misión.

El que no se encuentra es el Opportunity. Después de tres meses en la oscuridad bajo una descomunal tormenta de polvo, la NASA lleva desde el 11 de septiembre intentando reanimarlo. Sin éxito. Los intentos de recuperación (por distintos mecanismos y estrategias) están planificados hasta enero del año que viene, pero cada día que pasa la esperanza se va diluyendo.

¿El final de una época?

El Opportunity estaba diseñado para aguantar 90 días en suelo marciano y lleva 14 años. El Hubble lleva casi 30 años allá arriba enseñándonos las entrañas del Universo. Si algo ha demostrado la exploración espacial es una capacidad para seguir adelante realmente sorprendente.

Pero sí, como os contábamos la semana pasada, la siguiente generación de grandes misiones ya está en marcha; lleva en marcha años. Eso no significa que el resto se jubilen (ojalá el Opportunity nos de otros 14 años de gloria), pero sí que el futuro se está convirtiendo en un lugar terriblemente emocionante.

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