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Aún no estamos preparados para la próxima gran tormenta solar y deberíamos empezar a tomárnoslo en serio

«El 11 de abril de 2018 se produjo una tormenta solar de clase X9. Fue la más intensa jamás registrada. Dos días después, el 13 de abril, la radiación alcanzó la atmósfera terrestre inutilizando todos los satélites y gran parte de los sistemas eléctricos. El planeta quedó en completa oscuridad. Este evento fue conocido como el Gran Apagón». Este era el planteamiento de 'El Gran Apagón', un podcast de ficción en español que nos contaba las primeras horas y días después del fatídico solar.

Pero más allá de la ficción, es cierto que muchos astrónomos e ingenieros llevan años mirando al cielo de reojo a la espera de que una de sus recurrentes tormentas solares nos pille por medio y convierta toda la tecnología actual en un amasijo de chatarra. La noticia de que el sol acaba de emitir dos enormes llamaradas nos ha hecho preguntarnos, ¿estamos preparados para la próxima tormenta solar?

El evento Carrington

Ocurrió el 1 de septiembre de 1859. Richard Carrington estaba en medio de una de sus observaciones solares. Iba todo bien hasta que comenzaron a suceder cosas raras. En eso, creedme, Carrington tenía experiencia: a lo largo de su vida realizó más de 5200 minuciosas observaciones de nuestra estrella.

Una tormenta parecida a la del evento de Carrington tendría consecuencias muy problemáticas para nuestro mundo

Un poco antes del mediodía, una llamarada blanca salió de la superficie. Diecisiete horas más tarde, las auroras iluminaron América desde el norte de Canadá hasta Colombia.

Hay muchísimos testimonios: el 'Mercury Charleston' de Carolina del Sur explicaba que «el mar reflejaba el fenómeno, y nadie podía mirarlo sin pensar en el pasaje de la Biblia que dice 'el mar se convirtió en sangre'. Las conchas de la playa, que reflejan la luz, parecían ascuas en una hoguera» y el 'Diario de Menorca' publicó el 4 de septiembre que «anteayer a hora avanzada de la noche vio una persona fidedigna dos auroras boreales, que si bien eran más diminutas que la que vimos años atrás, no dejaron de causar un efecto maravilloso»

Tras el espectáculo, llegó el caos. Esa misma noche los telégrafos quedaron inutilizados. En Pittsburgh, un telegrafista anotó que la corriente era tan fuerte que los cables del telégrafo estaban a punto de fundirse. Muchos lo hicieron durante y todavía el 2 de septiembre era imposible usar la red por la enorme cantidad de energía que acumulaban.

A esta tormenta solar la conocemos como el evento Carrington y es la mayor que ha golpeado la magnetosfera de la Tierra en la, por así decirlo, "era electrónica". Si no está en todos los libros de historia es porque el telégrafo estaba aún muy incipiente. En 1967, algo mucho más liviano ya volvió loco a medio mundo. Hoy no pasaría nada parecido.

Cuando llegue el gran apagón

En 2008, la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos confeccionó un informe estudiando qué pasaría si otro evento de un tamaño parecido al de Carrington nos alcanzara hoy en día. Y las conclusiones son bastante siniestras: otro evento parecido produciría una interrupción sin precedentes en el metabolismo social, político y económico del mundo.

Los satélites, las redes eléctricas y los dispositivos electrónicos se verían muy muy muy afectados. Y con ellos, las redes logísticas de alimentación y suministros se vendrían abajo. Los daños totales, en el mejor de los casos, se estiman entre uno y dos billones de euros. Sí, no me he equivocado: Billones con 'b'. En el mejor de los casos.

El problema es tan serio que en octubre de 2016, la Casa Blanca emitió una orden ejecutiva para preparar a Estados Unidos antes este problema. Y un par de meses después, la Comisión Europea decía que debíamos empezar a prepararnos. «Un evento de tal magnitud podría abrumar la capacidad de respuesta de una sola nación», advertían.

Para la máxima autoridad de la Unión, la «injustificable ausencia, todavía hoy, de planes de emergencia» ante tormentas solares no tiene ningún sentido. Es cierto. Las consecuencias, basta con leer los informes, pueden ser terribles. Tenemos que estar preparados.

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