Puede que no lo parezca, pero el universo es un sitio sumamente ruidoso. En los vastos dominios de planteas, estrellas y galaxias, abundan las señales de todo tipo y los astrónomos se han acostumbrado a ‘escucharlas’.
Sin embargo, recientemente, los expertos en el espacio se han topado con una señal peculiar, que desafía la explicación convencional. Para decirlo en términos coloquiales, no se parece a nada que hayan escuchado antes.
Esta enigmática emisión, denominada ASKAP J1935+2148, fue detectada por primera vez en medio de la vasta extensión de datos celestes capturados por el radiotelescopio ASKAP en Australia. Su ritmo, que pasa por tres estados distintos en un intervalo preciso de 53,8 minutos, ha dejado a los investigadores lidiando con sus orígenes y propiedades.
El comportamiento de la señal es tan errático como fascinante. A veces, entra en erupción en brillantes ráfagas de ondas de radio polarizadas linealmente, que duran entre 10 y 50 segundos, cada onda alineada en perfecta armonía. Alternativamente, emite pulsos débiles, polarizados circularmente y fugaces, que duran apenas 370 milisegundos. Y luego, desconcertantemente, se queda en silencio.
La Dra. Manisha Caleb, autora principal del estudio, expresó su asombro por la naturaleza triple de la señal, cada estado con características divergentes de los demás. El ojo perspicaz del radiotelescopio MeerKAT en Sudáfrica demostró ser fundamental para analizar estas distintas emisiones, afirmando su origen común a pesar de sus atributos dispares.
La conjetura predominante evita los orígenes extraterrestres, y atribuye la señal a los restos cósmicos de estrellas de neutrones o enanas blancas. Sin embargo, esta explicación, aunque plausible, va en contra de los límites de la física conocida.
Las estrellas de neutrones, famosas por sus emisiones regulares de radio, emergen como las principales candidatas. Sin embargo, el ritmo de la rotación de esta señal, una vez cada 54 minutos, contradice la comprensión establecida de estos remanentes estelares, que normalmente giran a velocidades medidas en fracciones de segundos por revolución.
Por el contrario, las enanas blancas, capaces de revolucionar pausadamente, parecen más adecuadas a la cadencia temporal de la señal. Sin embargo, las propiedades idiosincrásicas de la señal desafían la alineación con el comportamiento esperado de estas reliquias estelares.
Pero, si bien el origen de la señal sigue siendo un misterio, su descubrimiento subraya la complejidad ilimitada del cosmos y desafía nuestra comprensión de la mecánica celeste.
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