Adam Steltzner (NASA): "Soy muy escéptico con la llegada de humanos a Marte en 2030"

Marte está más de actualidad que nunca. ¿Lo más reciente? El más que probable fallido aterrizaje de la sonda Schiaparelli, primera avanzadilla del programa ExoMars, que pretende buscar vida en nuestro vecino. Hace unos meses, se comunicó el hallazgo de lo que podrían ser trazas de agua en la superficie del planeta rojo. Las bombas atómicas de Elon Musk o la película 'The Martian' ponen la puntilla a uno de los mayores objetivos en la carrera espacial contemporánea: colonizar Marte.

Para que nos cuente información de primera mano de cómo va este proceso, hemos hablado con Adam Steltzner, ingeniero jefe de la NASA a cargo de llevar Curiosity a Marte, involucrado en el Laboratorio de Propulsión a Reacción (JPL), así como en otros famosos proyectos como Galileo, Cassini o Mars Pathfinder.

Sobre enviar humanos a Marte en 2030

Xataka: Si no nos equivocamos, los planes de la NASA pasan por enviar un nuevo rover a Marte en 2020 y humanos en 2030. ¿Está yendo todo según lo previsto?

Adam Steltzner: Los planes respecto al nuevo rover en Marte para 2020 están yendo muy, muy bien. Estamos desarrollándolo ahora mismo y hasta ahora hemos cumplido todas las metas programadas. Tenemos muchas ganas de lanzarlo en 2020 con vistas a un aterrizaje en Marte a principios de 2021.

¿Cuál será la misión principal del nuevo rover?

Adam: Recolectar muestras de la superficie de Marte para traerlas potencialmente a la Tierra para que las estudiemos. Será la primera parte de las tres que tenemos previstas sobre el el programa de traer de vuelta un rover de Marte a la Tierra. Y es genial ser parte de él.

"La tecnología no es un problema. Lo que hace falta es una voluntad social y política para enviar humanos a Marte"

¿Qué hay de enviar humanos en 2030? ¿Crees que lo conseguiremos?

Adam: En general siempre soy muy escéptico con planes previstos para 15 o 20 años vista. Cuando proyectas algo para tanto tiempo, es muy fácil planear y que luego no acabe cumpliéndose en el futuro. Por otro lado, creo firmemente que tomar decisiones complicadas es algo que solo hacemos cuando queda poco tiempo. Por ejemplo, yo puedo imaginarme la casa de mis sueños para cuando me jubile, que sería fantástica, tendría una pista de aterrizaje y un avión cerca, pero cuando me toque llevarla a cabo tendría que ser realista y tomar decisiones. Probablemente acabaría optando por algo más modesto, por dinero, por lo que sea, pero no acabaría decidiéndolo hasta que quedara poco tiempo para construir esa casa. ¡Y todavía me queda mucho para jubilarme! (risas)

Por eso, y de un modo similar, creo que es genial que estemos planeando llevar humanos a Marte en la década de 2030, pero me empezaría a preocupar y pensar en ello cuando quede menos tiempo para eso.

¿Cuáles son los principales retos para llegar a Marte?

Adam: En términos de tecnología no tenemos ningún problema. Creo que hoy en día tenemos más tecnología a nuestro alcance para poner humanos en Marte que, en retrospectiva, tenían cuando conseguimos poner un pie en la Luna después de que Kennedy lo anunciara. Estamos mucho más preparados ahora que cuando Kennedy dijo aquello y siete años después lo logramos. No es un asunto de tener la tecnología necesaria, sino de que haya una voluntad social y política para conseguirlo. Y aquí es una buena noticia que haya entes privados que participen en el proceso, pero hay muchos otros factores que se tienen que alinear. En cualquier caso, estoy seguro de que cuando la voluntad sea lo suficientemente fuerte, llegaremos a Marte.

Sobre conducir un vehículo en Marte desde la Tierra

¿Cómo es posible que podamos conducir un vehículo en Marte como Curiosity desde la Tierra?

Adam: Lo primero, con mucho cuidado (risas). No lo controlamos como si tuviéramos un joystick porque hay un tiempo de retraso desde que se envía una señal hasta que se recibe. El tiempo de viaje entre una señal de la Tierra a Marte oscila entre los cinco minutos y casi la media hora, y si incluimos el viaje de vuelta, sería el doble de tiempo, así que nunca podríamos "pilotarlo" desde aquí. Así que lo que hicimos fue incluir un software en el programa que recibe instrucciones básicas como "ve hasta esa roca" o "dirígete hacia este punto concreto". Y ella [se refiere a Curiosity en femenino] se encarga de hacer todas las operaciones necesarias para cumplir lo que le ordenamos. Hay veces que fallaba porque se confundió por alguna razón o porque se encontró algún obstáculo en el camino, pero, para resumir: nosotros le decimos dónde tiene que ir o qué tiene que hacer, y Curiosity se encarga del resto.

Antes comentábamos que el objetivo principal del rover que se enviará a Marte en 2020 es recolectar muestras de la superficie del planeta. ¿Analizará las muestras por sí mismo?

"Trayendo directamente muestras de Marte a la Tierra ahorraríamos mucho tiempo y dinero"

Adam: En el caso de Curiosity, sí, pero con matices. Los rovers recolectan datos y algunas de esas técnicas de recolección incluyen análisis. Curiosity tiene un laboratorio científico muy complejo en su tripa. Ella perfora la superficie de Marte, recupera polvo y otros materiales de esa operación, lo trata con mucho cuidado y lo almacena en su interior. Lleva a cabo diferentes experimentos: rayos X, difracción y muchos otros. Sin embargo, esos datos que recuperamos tenemos que traerlos de vuelta a la Tierra para analizarlos y sacar conclusiones. Así es como lo hacemos ahora.

Sí, pero parece que el próximo paso es traer directamente las muestras a la Tierra, ¿no?

Adam: Eso es. Para misiones como Curiosity o ExoMars, necesitamos imaginar los experimentos que van a hacer falta, construir los instrumentos para llevarlos a cabo y prepararlos para soportar un viaje a Marte y operar en Marte. Pero, claro, cuando obtenemos los resultados de uno de esos experimentos, entonces nos damos cuenta de que necesitamos otro experimento diferente para averiguar lo que queríamos. En ese momento toca esperar 10 o 15 años para construir ese instrumento, conseguir financiación y repetir tooodo el proceso. Pero si traemos las muestras a la Tierra, podríamos realizar cualquier experimento en cuestión de días. Y lo que es mejor, es posible que descubriéramos una nueva herramienta o instrumento que necesitaríamos para descubrir otra cosa en Marte. Ganaríamos mucho tiempo.

¿Podrías hablarnos un poco de las estrategias de hibernación durante el invierno de Marte para ahorrar energía en los vehículos?

Adam: Claro, pero creo que desde la ESA pueden contar mucho más sobre eso, especialmente con Phillae y ahora con la sonda Schiaparelli. Ambas necesitan hibernaciones más largas que Curiosity, por ejemplo. Pero, en cualquier caso, en invierno no llega tanta luz solar a Marte, así que lo que solemos hacer es orientar el rover hacia el Sol y lo ponemos en un modo de ahorro de energía. Almacenamos la energía suficiente para mantener las baterías funcionando durante la noche para sobrevivir. Si no conseguimos eso, el vehículo muere. Y, de hecho, así es como Spirit murió. Quedó atascada en un lugar del que no pudimos sacarla, se llenó de polvo y no tuvimos la suerte de que el viento la limpiara. Hay muchos factores que no podemos controlar, pero el modo hibernación puede suponer el éxito o fracaso de una misión.

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