Un planeta orbitando alrededor de una enana blanca. Un planeta siete veces más grande que ella: eso es lo que un equipo de investigadores del Instituto de Astrofísica de Canarias y otros centros internacionales acaban de descubrir utilizando datos de TESS de la NASA, el telescopio Spitzer y el Gran Telescopio Canarias (GTC).
Mientras que la estrella (WD 1856 + 534) es en torno a un 40% más grande que la Tierra, el planeta (WD 1856 b) tiene aproximadamente el tamaño de Júpiter y orbita a su alrededor cada 34 horas. Para hacernos una idea de la velocidad, basta con caer en la cuenta de que Mercurio tarda 60 veces más en hacerlo alrededor del Sol.
Planetas gigantes, estrellas enanas
El caso es muy interesante porque, por lo que sabemos, el "doloroso parto" de una enana blanca conlleva la destrucción de los planetas cercanos y, en la práctica, casi cualquier objeto que se acerca a ella acaba muy mal parado por la enorme fuerza gravitatoria que ejercen estos objetos espaciales. Al fin y al cabo, es casi literalmente como si hincháramos un Sol como el nuestro hasta que explotara y, acto seguido, concentráramos buena parte de su masa en el tamaño de una Tierra y media.
Sin embargo, a 80 años luz de nosotros, el WD 1856 b ha conseguido acercarse lo suficiente a estrella y mantenerse en perfectas condiciones. Así que la duda, por tanto, es cómo ha llegado allí sin ser destruido por la explosión de la gigante roja, expulsado de la órbita o engullido.
La teoría de los astrofísicos es que el planeta pudiera haberse originado al menos 50 veces más lejos de donde ahora está. Lo suficientemente lejos para no morir achicharrado y que, posteriormente, por diversos mecanismos se hubiera ido acercando a WD 1856 + 534. Sea como sea, el sistema nos va a permitir estudiar nuevos enfoques para estudiar el tránsito de los planetas en estrellas como esta, demasiado viejas y cansadas para darnos una luz útil que utilizar con procedimientos habituales.
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