Hace medio siglo, justo el mismo año que llegamos a la Luna por primera vez, un meteorito se estrelló en Australia. Si bien los meteoritos de por si ya son objetos y materiales especiales, este en concreto tenía una particularidad: traía en su interior el material más antiguo que jamás ha llegado a la Tierra. O al menos, el que hasta ahora hemos encontrado.
Un estudio publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences desvela las peculiaridades de este meteorito que ahora ha sido estudiado en profundidad. Contiene en su interior granos de polvo de estrellas antiguas que tienen una edad mayor incluso que la del Sol (alrededor de 4,6 mil millones de años) y por supuesto nuestro planeta. Una cápsula del tiempo que nos lleva a una época anterior a todo lo que conocemos de nuestra existencia en el planeta Tierra.
Murchison es el nombre que recibe este meteorito que contiene las muestras de polvo estelar. Polvo estelar en forma de granos de no más de varias micras. Los autores del estudio cogieron del meteorito un total de 40 granos/muestras hace tres décadas y ahora, tras muchas investigaciones, han sido capaces de determinar cuál es su antigüedad: entre 5 mil millones y 7 mil millones de años.
Para llegar a estas cifras lo que hicieron los investigadores es estudiar los isótopos del neón dentro de los granos. Los isótopos del neón se crean cuando este elemento interactúa con los rayos cósmicos. En teoría, viendo la abundancia de estos isótopos en el material es posible determinar cuánto tiempo ha estado expuesto el material en el espacio a los rayos cósmicos. Como curiosidad, la sonda Voyager 1 ha sido de gran ayuda en esta investigación, ya que envió datos sobre los rayos cósmicos de fuera del Sistema Solar que han servido para acotar los datos encontrados en las muestras del meteorito.
Atrapando polvo en el espacio
El meteorito que alcanzó la tierra hace más de cincuenta años no es en su integridad de hace 7 mil millones de años, sino tan solo algunas partículas ínfimas que forman parte de él. En realidad Murchison no es más que otro meteorito que ha estado dando vueltas por el Sistema Solar durante un buen tiempo antes de acabar en la Tierra. Pero durante este tiempo se dedicó a atrapar polvo de estrellas.
Hace miles de millones de años, cuando las estrellas a las que pertenece este polvo estaban en el final de su vida útil, comenzaron a expulsar elementos de su composición que al alejarse y enfriarse se va convirtiendo en granos de "polvo". A partir de ahí la radiación de la estrella empuja este polvo que viaja por el espacio. Finalmente es cuestión de que otros astros como el meteorito Murchison vayan atrapando este polvo.
Es lógico pensar que por esa teoría la propia Tierra también debería haber atrapado polvo de estrellas previo al de la formación del Sistema Solar. Efectivamente, aunque la transformación del planeta y los procesos geológicos han ido acabando con él durante los miles de millones de años que han pasado desde entonces. Por otro lado, los diferentes meteoritos que han alcanzado la Tierra también contienen este tipo de polvo, pero no en suficientes cantidades como para que se haya podido analizar su composición y edad, o al menos ninguno tan antiguo como este.
Qué relevancia tiene un material de hace 7 mil millones de años
Aparte de la curiosidad/satisfacción que puede generar poseer un material casi el doble de antiguo que la propia Tierra, lo interesante de este descubrimiento es todo lo que nos puede permitir aprender sobre nuestra existencia en el Universo. Ayuda a entender mejor el ciclo de la formación de este polvo de estrellas.
Según los investigadores, estos datos también corroboran algunas teorías de que la Vía Láctea, nuestra galaxia, no tiene una formación constante y regular de estrellas, sino que ha tenido periodos con mayor formación y periodos con menor formación de nuevas estrellas. La investigación no termina aquí, el equipo de investigadores artífices del estudio planea seguir analizando las muestras y relacionar los datos obtenidos con los que ha enviado también la sonda Voyager 2, que abandonó el Sistema Solar en 2018.
Vía | CNET
Más información | Proceedings of the National Academy of Sciences y Wikipedia