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1060 horas mirando la Gran Nube de Magallanes: un hermosísimo récord de la astrofotografía amateur

Corremos el riesgo, borrachos como aún estamos del éxito del EHT de la semana pasada, de despreciar las cosas pequeñas. Cosas que, aunque es cierto que no cambiarán los fundamentos básicos de nuestra concepción del universo, merecen la pena porque rezuman una belleza tan primitiva y extraña que parecen salidas del sueño de mil artistas surrealistas.

Por ejemplo, esta foto.

La galaxia que no vieron los que nombraron el cielo

La Gran Nube de Magallanes tiene una historia curiosa. Es una galaxia enana satélite de la nuestra que no pasa desapercibida por nadie que pueda verla. Ese es el problema, que desde el Mediterráneo, Oriente Medio o China no se ve. Por eso, permaneció "escondida" durante la antigüedad clásica.

Aunque los astrónomos árabes sí la identificaron y algunos marinos occidentales la glosaron en sus cartas, la astronomía mainstream tuvo que esperar a Magallanes para descubrirla. Por eso, hoy lleva su nombre.

Es una galaxia fascinante. John Herschel se mudó entre 1834 y 1838 a Ciudad del Cabo para poder estudiarla con detalle y llegó a localizar 278 objetos distintos dentro de ella. Ahora, con la maravillosa foto que he descubierto gracias a Guillaume Doyen, se comprende mucho mejor esa fascinación.

Las pequeñas grandes maravillas de la astronomía amateur

La historia es sencilla: cinco franceses aficionados a la astrofotografía se reunieron y decidieron ponerse a prueba. La idea era batir todo un récord mundial de la astronomía amateur: capturar** una imagen de 1060 horas de tiempo de exposición total**.

La imagen es un mosaico formado por 16 piezas que forman una imagen de alta resolución de 204 millones de píxeles. Los astrónomos de 'Ciel Austral', como se llama el grupo de aficionados, usaron los servicios de hosting de telescopios robóticos del Observatorio El Sauce en la región chilena de Coquimbo para recopilar todos los datos durante meses a finales de 2018 y principios de 2019. El resultado fueron 620GB que requirieron cientos de horas de procesamiento para apilar esta maravilla.

Y digo maravilla porque Ciel Austral ha hecho algo relativamente inusual en las fotografías astronómicas a las que estamos acostumbrados. Usaron filtros especiales para enfatizar los componentes químicos ubicados en la nebulosa. Los colores raros nos dejan ver el hidrógeno, el azufre o el oxígeno de forma mucho más incisiva de lo que solemos poder ver.

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