Londres, noviembre de 1983. Viktor Korchnoi, disidente y eterno traidor a la Unión Soviética, llegaba a la semifinal del Torneo de Candidatos para enfrentarse al nuevo prodigio del ajedrez ruso, un Garri Kaspárov que con 20 años acabaría haciendo historia en el ajedrez mundial.
En aquella semifinal pasaron muchas cosas dentro y fuera del tablero, pero aquel enfrentamiento fue además el germen de la carrera de Leontxo García, periodista, conferenciante y durante 35 años verdadera autoridad en el mundo de los 64 escaques. Hemos tenido la oportunidad de hablar con él de ajedrez y tecnología, y esto es lo que nos ha contado.
Lo que pasa fuera del tablero es tan apasionante (o más) que lo que ocurre dentro
Los no aficionados al ajedrez quizás lo vean con esa fama de juego complicado y hasta aburrido. Para los que lo han jugado alguna vez esa definición es totalmente errónea, y 1.500 años de ajedrez probablemente les dan la razón.
Sin embargo no solo el ajedrez es apasionante como juego o deporte: lo es también todo lo que ocurre fuera del tablero. En las últimas décadas hemos visto enfrentamientos que iban mucho más allá del deporte en sí, pero pocos han sido los que han aprovechado ese filón.
Leontxo García (Irún, 1956) es uno de esos pocos. Este conferenciante, presentador, comentarista y periodista español especializado en ajedrez lleva 35 años difundiendo a los cuatro vientos todo lo que sabe de este deporte, que es mucho.
En Xataka tuvimos la oportunidad de ponernos en contacto con él para plantearle una conversación sobre ajedrez y tecnología. Aceptó encantado, y charlamos vía telefónica durante una hora sobre el presente, el pasado y el futuro de un deporte en el que la tecnología e internet han causado un impacto sensacional.
Para García todo empezó en aquellas semifinales del Torneo de Candidatos de 1983. Esos enfrentamientos acabarían determinando quién sería el rival para la defensa del título que por entonces ostentaba Karpov, y la tensión era enorme. La Unión Soviética seguía haciendo del ajedrez una seña de identidad de una nación orgullosa de su legado ajedrecístico, pero no todo le había salido bien en ese esfuerzo.
Korchnoi era la gran espina clavada para el honor ruso. El gran maestro desertó de la URSS en 1976 y se convirtió en un disidente y un traidor a la nación soviética, pero para pararle los pies estaba Karpov. El protegido del régimen comunista logró superarle en el campeonato de Baguio (Filipinas) en 1978 y aplastarle en la masacre de Merano (Italia) en 1981.
Aquellas dos victorias -salpicadas de tácticas conspiranoicas en las que hubo de todo, desde espías a parapsicólogos- convirtieron a Karpov en un héroe nacional en la Unión Soviética, pero Korchnoi parecía dispuesto a tomarse la revancha. Y así llegó a aquella semifinal del Toreno de Candidatos en la que "Victor el terrible", disidente, traidor, odiado en todos los confines de la Unión Soviética, se enfrentaba a la nueva estrella rusa del firmamento ajedrecístico, el joven y agresivo Kaspárov.
Para Leontxo García, que ya llevaba tiempo colaborando con la revista Jaque, aquella era una oportunidad única. El diario vasco Deia le encargó cubrir el torneo, pero él estaba nervioso y preocupado con ese reto.
Xataka: ¿Cómo pasas de prometedor ajedrecista (a los 19 años ya era campeón absoluto de Guipúzcoa) a periodista especializado en ajedrez?
Leontxo García: Yo descubrí que me gustaba mucho escribir cuando era jugador todavía y a veces escribía para la revista 'Jaque' que además se hacía en San Sebastián. Así es como en el 83 descubro que mi verdadera vocación no es intentar ser jugador profesional sino la comunicación y el periodismo. Lo primero que hago para un medio generalista es para el diario vasco Deia. Voy a Londres a las semifinales de candidatos Korchnoi-Kasparov y Smirnorf-Ribli.
Recuerdo que yo iba en el avión de Bilbao a Londres e iba obsesionado con una idea. ¿Cómo voy a conseguir que un no aficionado al ajedrez, alguien que lee el periódico y llega al cine, deportes, fútbol, fútbol, fútbol, ciclismo, pelota, y de pronto ve ajedrez... ¿cómo voy a conseguir que se pare y no pase la hoja? Evidentemente no lo voy a conseguir hablando de la defensa siciliana. ¿Cómo lo voy a conseguir?
Eso me me tenía muy preocupado. Entonces en cuanto llegué a Londres me fui corriendo al hotel donde estaban los jugadores, el Park Lane. Me metí allí por los los pasillos a husmear y de pronto vi lo que me encendió la bombilla. Vi a algunos miembros de la delegación de Kasparov hablando muy amigablemente con miembros de la delegación de Korchnoi. Es decir, estaban haciendo algo que estaba estrictamente prohibido por la ley en la Unión Soviética, que era que un ciudadano soviético tuviese buenas relaciones con un traidor.
Korchnoi era disidente soviético escapado de la URSS. Era un traidor a la Unión Soviética. Después de salir de la URSS ganó el torneo de candidatos y se convirtió en el retador de Karpov en el 78 y en el 81 y bueno, aquellos fueron los duelos más escandalosos de la historia. Había un departamento de la KGB dedicado exclusivamente a obstaculizar todo lo posible a Korchnoi por todos los medios imaginables. Korchnoi era por tanto un enemigo público de la Unión Soviética. Yo tiré por ahí y titulé ese día la crónica previa "En ajedrez sí hay distensión Este-Oeste", aquello encantó en el periódico y yo empecé a tirar de ese hilo y bueno, aquí estoy.
Las máquinas llevan jugando al ajedrez mucho más tiempo del que pensamos
Wolfgang von Kempelen, escritor e inventor húngaro del siglo XVIII, era además un excelente ajedrecista. Acostumbraba a jugar con la emperatriz de Austria, María Teresa, pero un buen día tuvo una idea singular: construir una máquina que jugara al ajedrez. Aquel "autómata" fue presentado en 1769 y era una estructura en la que un maniquí vestido con túnica y turbante estaba sentado ante una mesa con un tablero de ajedrez.
La máquina, conocida popularmente como "El Turco", se convirtió en uno de los prodigios de aquella época. Kempelen logró pasearla por las principales cortes europeas e incluso viajó a América, donde El Turco se enfrentó a reyes, reinas, jugadores profesionales (perdió contra Philidor, considerado el mejor jugador de la época) y grandes personalidades.
Napoleón Bonaparte y Benjamin Franklin sucumbieron ante aquel autómata que paradójicamente no lo era: había un experto ajedrecista escondido en uno de los compartimentos de la estructura que era el que operaba el maniquí e iba siguiendo los movimientos. Para los que no hayan caído en la cuenta, "El Turco" inspiró el nombre de la plataforma Mechanical Turk de Amazon.
Aquel engaño fue efectivo durante décadas, pero sorprendentemente uno de los primeros hitos reales en esa historia de la creación de una máquina que jugara al ajedrez lo consiguió un inventor español, el matemático e inventor Leonardo Torres Quevedo. Leontxo García nos hablaba de su papel en este ámbito y el que también tuvieron dos de los creadores de la informática, Claude Shannon y Alan Turing.
Xataka: ¿Cuáles fueron los grandes hitos de esa aplicación de la tecnología al ajedrez?
Leontxo García: Existe un caso que hay que resaltar porque además es muy significativo por varias razones. Es el de Leonardo Torres Quevedo hace unos cien años. Si hubiera sido alemán, británico o francés seguro que sería muy conocido en el mundo entero y desde luego muy conocido por sus propios compatriotas. Sin embargo, ni siquiera el 5% de los españoles saben quién fue a pesar de que fue uno de los inventores más brillantes del mundo en la primera mitad del siglo XX. Él inventó la primera máquina analógica que jugaba al ajedrez, que daba el jaque mate de torre y rey contra rey desde cualquier posición. Esa máquina se conserva en el Museo "Torres Quevedo" de la Universidad Politécnica de Madrid.
En realidad ese fue uno de los inventos menos importantes de Torres Quevedo, porque el mando a distancia que utilizamos hoy lo inventó él. El transbordador que hoy en día usan los turistas para visitar las cataratas del Niágara lo inventó él. La tecnología de los Zeppelin en realidad no fue de Zeppelin, es la de Torres Quevedo la que funcionó, la de Zeppelin fracasó [Nota del editor]: inicialmente, como explican por ejemplo en JotDown).
Tiene mucha lógica que hacia finales de los años cuarenta los padres de la informática, Shannon y Turing, tomasen el ajedrez como un campo de experimentación de la inteligencia artificial. Los dos eran aficionados al ajedrez, pero aparte de eso se dan cuenta de la idea básica: el ajedrez es infinito para la mente humana porque el número de partidas distintas que pueden jugarse es superior al número de átomos que hay en el universo entero conocido, y sin embargo es finito para una máquina, para una computadora, porque ese número es un uno seguido de ciento veintitrés ceros. Entonces se dan cuenta de que si consiguen que una computadora juegue al ajedrez mejor que el campeón del mundo o que juegue perfectamente al ajedrez, las enseñanzas que hayan sacado de todo ese proceso científico serán sin duda aplicables en otros campos más importantes de la ciencia.
Lo que ellos no se imaginaban es que iba a costar cincuenta años lograr desarrollar esa idea, porque el ajedrez tienen muchas excepciones. Un niño de siete años que sepa jugar puede entender fácilmente esas excepciones: puede entender en un minuto que una dama encerrada en un rincón por sus propias piezas no vale diez puntos hasta que se libere de ese encierro mientras que en esa misma posición un caballo instalado en el centro y que no sea desalojable fácilmente en realidad no vale tres puntos, vale bastante más. Eso que un niño entiende en un minuto costó casi medio siglo que lo entendiese una máquina con un lenguaje de ceros y unos.
La parte buena de todo ese asunto es que lo que IBM y otras muchas empresas gastaron en conseguir que una máquina ganase a Kasparov ha sido aplicado después en muchos campos. Por ejemplo en la fabricación de medicamentos complejos, en la planificación de la agricultura o en el pronóstico meteorológico. Lo mismo ocurre más recientemente con AlphaZero, y creo que ahora la tecnología y el conocimiento empleados para crear AlphaZero se están aplicando en medicina.
La tecnología lo ha cambiado todo en el ajedrez
En 1891 Willem Steinitz (Praga, 1836), el primer campeón del mundo oficial de ajedrez, fue arrestado al ser acusado de ser un espía en suelo norteamericano. La policía de Nueva York detectó que estaba transmitiendo unos singulares códigos a través del telégrafo. Poco después le liberarían: aquellos mensajes no eran más que movimientos de ajedrez que Steinitz estaba enviando para poder jugar una partida por correspondencia.
Y sin embargo, en los Estados Unidos se prohibió el ajedrez postal durante la Segunda Guerra Mundial por ese mismo temor: aquellos códigos podían ciertamente servir para comunicar esos movimientos de ajedrez entre los dos destinatarios, pero también podían ser parte de mensajes cifrados.
Aquella modalidad del ajedrez postal ahora casi olvidada fue enormemente popular durante la última mitad del siglo XIX y la primera del siglo XIX. Muchos de los grandes maestros de aquella época jugaron por correspondencia: Alekhine lo hizo, Max Euwe lo hizo, e incluso Kasparov jugó en 1999 la célebre partida "Kasparov contra el mundo" en la que participaron más de 50.000 personas que votaban a través de internet por el siguiente movimiento. No sirvió de mucho para quienes unieron fuerzas, porque el campeón soviético prevaleció.
Aquella disciplina sigue teniendo una popularidad relativamente destacable con curiosas particularidades -se permite por ejemplo hacer uso de motores informáticos y bases de datos-, pero antes de que internet revolucionase nuestro mundo aquella forma de jugar era una de las señas de identidad de una época que podríamos calificar como más romántica, pero que otros calificarían como compleja a la hora de preparar torneos. Nos lo contaba nuestro protagonista al comparar su época de jugador con la era tecnológica que nos asombra hoy en día:
Xataka: ¿Cómo ha afectado la tecnología al ajedrez?
Leontxo García: Ha afectado muchísimo. El ajedrez de este momento es muy diferente al de hace solamente treinta años. Al igual que se puede decir que probablemente desde el invento de la rueda no hay ningún otro periodo en la historia de la humanidad donde el mundo haya cambiado tanto como en los últimos treinta años, en ajedrez pasa lo mismo: es uno de los campos donde más se han visto esos cambios.
Eso tiene varias ramas. En primer lugar, por ejemplo, las bases de datos. Cuando yo jugaba al ajedrez hace cuarenta años si a mí me invitaban a un torneo, aunque a mí me dijeran con tres meses de antelación quiénes iban a ser mis rivales yo tenía enormes problemas para conseguir información abundante y fidedigna de esos rivales en tres meses. Para conseguirla tenía que cartearme por correo postal con personas que pudiera conocer en esos países para que me enviasen revistas o partidas de esos señores sacadas de algún sitio. Ahora tecleo sus nombres en mi base de datos, que acabo de actualizar ayer y tienen nueve millones de partidas desde el siglo XVI hasta ayer clasificadas perfectamente, y tengo todas las partidas que han jugado en toda su carrera deportiva perfectamente clasificadas.
Por otro lado, los programas informáticos que calculan millones de jugadas por segundo han revolucionado por completo el entrenamiento de los jugadores hasta el punto de crear debates muy agudos ahora mismo. Por ejemplo, a raíz de que en el Mundial Carlsen-Caruana las doce partidas fueran tablas cuando en 1866 el duelo entre Steinitz y Anderssen ganó el primero por 8 a 6 sin que ninguna partida acabara en tablas: la técnica defensiva ha mejorado muchísimo gracias al entrenamiento con computadoras. Por no hablar evidentemente de la técnica de aperturas, hasta el punto de que hay partidas en las que las veinticinco primeras jugadas, a veces incluso más, se hacen de memoria. Esto plantea debates sobre qué hay que cambiar en ajedrez para que sea más atractivo.
No quiero que se me olvide lo que supone internet. El ajedrez es el único deporte que se puede practicar por internet. En este momento, mientras hablamos, puede haber millones de personas jugando al ajedrez por internet. Y no solamente jugando, sino que internet permite retransmitir un torneo en directo con comentarios de grandes maestros, con entrevistas, con imágenes en directo de los jugadores, con primeros planos... pero con una inversión muchísimo menor que la necesaria para dar un partido de fútbol, por ejemplo. Una inversión que puede estar al alcance de cualquier organización de tipo medio alto.
Kasparov era mejor que Deep Blue, pero aún así perdió
En 1951 Turing trató de aplicar su trabajo en inteligencia artificial a un algoritmo que jugara al ajedrez. Terminó de diseñar aquel programa básico y trató de programarlo en una computadora Ferranti Mark I, pero no logró hacerlo funcionar allí. Acabó utilizando aquel código, bautizado como Turochamp, a mano. Retó a su colega Alick Glennie, y demostró que la máquina podía jugar al ajedrez, aunque en aquella ocasión perdió la partida contra el humano.
Casi 60 años después Turochamp fue "resucitado" y llevado a un ordenador para enfrentarse a Garri Kasparov. Fue en un singular homenaje a Turing en 2012 en el que el ex-campeón del mundo aplastó a aquel antiguo algoritmo en apenas 16 movimientos. Kasparov, no obstante, se mostró impresionado por el logro: "supongo que podríamos llamarlo primitivo, pero yo lo comparo con uno de aquellos primeros coches, podrías reirte de ellos pero siguen siendo un logro increíble".
Aquel intento de Turing fue seguido de otros muchos desarrollos destinados a crear la máquina de ajedrez perfecta. Hoy en día casi cualquiera puede crear un sistema de inteligencia artificial que juegue al ajedrez, pero las cosas no eran tan sencillas hace unos años. A pesar de eso los avances fueron siendo cada vez más importantes, y por ejemplo en 1989 el programa Deep Thought de la Carnegie Mellon University -y que luego pasaría a IBM- sería el primero en ganar a un gran maestro (Bent Larsen tuvo ese dudoso honor) en un torneo.
El punto álgido de aquel enfrentamiento entre el hombre y la máquina llegaría en 1996 con el primer 'match' entre Kasparov y Deep Blue. Aquel encuentro hizo que por primera vez el vigente campeón del mundo perdiera una partida contra una máquina en una partida convencional: Kasparov perdió la primera partida, aunque acabaría superando a la máquina 4-2 en el total del enfrentamiento.
Como todos sabemos, Deep Blue acabaría cobrándose la revancha. Un año después una versión mejorada de Deep Blue volvió a enfrentarse a Kasparov, y casi todos creíamos que el campeón del mundo seguía siendo superior a las mejores máquinas. Leontxo García no estaba tan seguro.
Xataka: Cuando Kasparov se enfrentó a Deep Blue por segunda vez en 1997, ¿creías que ganaría?
Leontxo García: No lo veia claro. Durante el primer duelo, Filadelfia, 1996, vi con bastante claridad que la potencia de aquel monstruo era bastante mayor de la que yo pensaba. Aunque yo de informática no entendía nada, veía —y he empleado la palabra "potencia" eligiéndola bien— que potencialmente aquel bicho podía jugar bastante mejor de lo que estaba jugando ese año contra Kasparov. La principal duda era la de que si un solo año iba a ser suficiente para ganar a Kasparov, pero tenía bastante claro que más tarde o más temprano el mejor jugador del mundo iba a ser inhumano.
En realidad lo que pasa en el 97 es distinto. Aun reconociendo por supuesto que IBM hizo un gran trabajo y en buena parte gracias a la colaboración del español Miguel Illescas, que fue contratado por IBM, en ese duelo yo suelo subrayar que no ganó Deep Blue, sino que perdió Kasparov. En ese momento Kasparov jugaba mejor que la máquina pero perdió el control de sus nervios, se obsesionó con la idea de que le estaban haciendo trampas —yo creo que no— y especialmente en la última partida lo que hace Kasparov es absurdo, es incomprensible.
Hay que decir que en 2004 y 2005 se celebran en Bilbao dos encuentros "Man vs Machine World Team Championship" de los mejores jugadores humanos contra las mejores computadoras y las computadoras sobre todo la segunda vez ganan por goleada. Ahí ya queda claro que el mejor jugador del mundo es una máquina pero en el 97 Kasparov aún jugaba mejor que la máquina.
Y el mejor jugador de ajedrez de la historia es...
La historia del ajedrez está repleta de genios y genialidades, y como sucede con otros deportes, resulta muy difícil destacar a unos por encima de otros. Tratamos de poner en aprietos a Leontxo García para saber si tenía sus preferidos, pero esquivó esa cuestión y de hecho nos la acabó cambiando para dar una respuesta interesante.
Xataka: Pregunta inevitable, Leontxo: ¿qué tres jugadores destacarías en toda la historia del ajedrez?
Leontxo García: El problema de este tema es que en ajedrez más que en ningún otro campo cada campeón del mundo ha estudiado profundamente a los anteriores y por tanto en términos absolutos el mejor jugador de la historia es el actual campeón del mundo, Carlsen, que ha aprendido muchísimo todos los anteriores y además de computadoras potentísimas. Carlsen en concreto tiene permiso para conectarse con su portátil a una supercomputadora del gobierno noruego para entrenar.
Si cambiamos un poco la pregunta y me dices qué campeón del mundo ha hecho más por la popularidad de ajedrez, entonces tendría que decir Kasparov, que sigue trabajando mucho en este sentido. Si me preguntaras quién ha sido el más carismático de todos probablemente diría que Bobby Fischer, porque aunque su reinado fuera muy corto y se retirara después logró algo excepcional: en un cortísimo espacio de tiempo le sacó el mayor jugo posible a la coincidencia cronológica con la guerra fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Su duelo con Spassky fue primera página probablemente en todos los periódicos del mundo por lo simbólico que fue. Si me preguntas quién es el mayor genio de la historia del ajedrez, el tema es que no tenemos un termómetro para medir la genialidad.¿La genialidad de Capablanca es mayor o menor que la de Carlsen? Pues no lo sé. Por la información que tenemos de Capablanca, por ejemplo, sabemos que le bastaba mirar una posición y en segundos comprendía qué es lo que había que hacer para ganar, y lo hacía de esa manera propia de los genios que nos parece fácil.
Cuando murió Bobby Fischer, Carlsen fue capaz de definir la genialidad. Leontxo le preguntó qué recordaba de él y Carlsen dijo: "lo que más admiro de Fischer es su capacidad para que nos parezca fácil lo que en realidad es muy difícil"
El día que muere Fischer (17 de enero de 2008) yo estoy en Wijk aan Zee, un pueblo holandés en el que cada año se celebra algo así como el Roland Garros del ajedrez. Muere a media mañana y me avisa mi jefe de El País. Me dice: "Leontxo, ponte a escribir ya, pero que te echen humo los dedos porque te vamos a dar probablemente tres o cuatro páginas". Es entonces cuando pienso qué puedo hacer que sea relativamente rápido y que sea interesante. Entonces me digo, hombre como tengo aquí a casi todos los mejores jugadores del mundo, pues cuando vengan a jugar la ronda de hoy, que me digan algo sobre Fischer y ahí ya tengo una de las páginas cubiertas. Uno de los primeros que viene es Carlsen, que en ese momento tiene 17 años. Le doy la noticia porque no se había enterado y me dice "lo que más admiro de Fischer es su capacidad para que nos parezca fácil lo que en realidad es muy difícil, y yo intento imitarlo". Cuando me despido de él me quedo pensando, "qué suerte tengo, esto es un genio que me acaba de describir la genialidad de otro genio".
Xataka: Es cierto, pero aún así, insisto, ¿el mejor Kasparov hubiera ganado al mejor Carlsen? ¿Al mejor Fischer, al mejor Alekhine?
Leontxo García: Habría que plantearlo de otro modo. ¿Kasparov con la tecnología actual jugaría mejor o peor que Carlsen? El día que Kasparov se retiró en Linares me invitó a subir a su suite en el hotel, estuvimos hablando un buen rato, y me enseñó su sancta sanctorum, su disco duro con no sé cuantos gigas de análisis, en gran parte inéditos, que no había utilizado nunca en una partida. Eso te da una idea de con qué rigor se entrenaba Kasparov con los medios que había en ese momento. Con las computadoras tan potentes que hay hoy, ¿cuánto mejor hubiera jugado Kasparov? Es muy difícil decirlo. Kasparov tenía un régimen de entrenamiento espartano, militar, muy disciplinado. Carlsen es totalmente anárquico, no tiene un horario de entrenamiento, pero está pensando en ajedrez constantemente. Puede estar esquiando o nadando o paseando por la calle y está analizando mentalmente una posición sin tablero. ¿Quién es más fuerte de los dos? Es imposible contestar a esa pregunta.
AlphaZero y la belleza
"Nadie, ni humano ni muina, había jugado tan bien al ajedrez como Alpha Zero". Es lo que declaraba Leontxo García en RTVE al hablar del logro de AlphaZero hace unos meses.
Esta evolución de AlphaGo y de AlphaGo Zero se convertía en uno de los logros de la inteligencia artificial más llamativos de toda la historia al lograr algo inaudito: derrotar a todos los motores de ajedrez desarrollados por humanos hasta la fecha.
Su sistema de aprendizaje por refuerzo se convirtió en el secreto de su éxito. A la máquina solo se le proporcionaron las reglas del ajedrez, sin más: bastó eso para que la máquina jugara millones de partidas contra sí misma, pero aun así solo necesitó 9 horas de "autoaprendizaje" para acabar teniendo un nivel superior al de programas y motores informáticos de ajedrez que llevan en desarrollo años.
El nivel de juego exhibido por AlphaZero fue destacado por el experto español en su comentario de cuatro de las partidas jugadas por este motor (1, 2, 3, 4), pero solo fueron parte del asombro mostrado por la comunidad ajedrecística. Ese nivel de juego planteaba una pregunta obvia, a la que seguía otra muy relacionada con la primera.
Xataka: En esos torneos que ahora se hacen exclusivamente entre programas que juegan al ajedrez, ¿hay rasgos humanos de creatividad, de intuición, de belleza en las partidas?
Leontxo García: Esto es interesante. En general, hasta que salió AlphaZero a mí me parecía muy claro que en ajedrez la belleza es casi exclusiva de los humanos porque en ajedrez la belleza casi siempre es hija del error. Si jugamos una partida yo puedo cometer un error y tú puedes encontrar una combinación bella y brillante que castiga mi error, y tú has creado belleza a partir de mi error. Si tú y yo somos máquinas, como nuestro juego se acerca a la perfección —todavía no se ha conseguido— es muy improbable que cometamos un error suficiente para que el otro lo castigue con una combinación muy brillante. Por tanto aunque las máquinas consigan alcanzar la perfección en ajedrez la belleza será "casi" exclusiva de los seres humanos. El "casi" se ha hecho poco más grande con AlphaZero porque AlphaZero ha descubierto que a veces los sacrificios de piezas se pueden hacer a muy largo plazo. No una combinación en la que sacrificas una pieza ahora y dentro de cinco jugadas la recuperas con creces o das jaque mate o consigues una posición ganadora, sino que AlphaZero en varias de sus partidas más brillantes sacrifica una pieza y la rentabilidad de ese sacrificio no se va a ver hasta veinte jugadas más tarde. Eso sin duda alguna es bello, pero no anula lo que yo he declarado como principio general antes. Aún con las excepciones que AlphaZero nos ha mostrado la creación de belleza el ajedrez será casi exclusiva o será por lo menos muy mayoritaria a favor del ser humano y no de la máquina.
Xataka: Nos hablabas de cómo las máquinas aún no juegan al ajedrez a la perfección. ¿Qué les falta?
Leontxo García: No hay ninguna máquina hoy, ni siquiera la supercomputadora de la NASA, a la que le instales el mejor programa de ajedrez del mundo y pueda jugar perfectamente al ajedrez por lo que te he dicho antes: el número de partidas distintas es un uno seguido de 123 ceros. No existe ninguna máquina que pueda calcular eso. Jugar perfectamente implica poder contestar con seguridad absoluta a la pregunta de "¿cuál es el resultado de la partida, ganan las blancas o es tablas?" ante un juego perfecto de ambos bandos. El hecho de que las blancas hagan la primera jugada puede equivaler a tener el saque en el tenis. Cuando se consiga llegar a ese punto sabremos si un juego perfecto de ambos mandos debe terminar en tablas o en victoria de las blancas.
Internet y el ajedrez silencioso
Hasta no hace mucho para poder hacer un seguimiento de un evento tan importante como un Campeonato del Mundo uno debía asistir físicamente a la sala en la que se celebraba, algo que imponía unos gastos elevados entre viajes y hoteles. Si el aficionado lo vivía desde casa, tenía que esperar a ver la crónica de las partidas en el periódico, por ejemplo; no había muchas más alternativas.
En el Campeonato del Mundo de ajedrez de 2018 celebrado en Londres ha quedado patente lo mucho que se ha avanzado en este tipo de seguimientos. Había multitud de retransmisiones en directo que estaban acompañadas de todo tipo de elementos de vídeo y audio además de herramientas de análisis. YouTube y Twitch, tradicionalmente utilizadas para retransmisiones de eSports, se convertían en soluciones perfectas para expertos y aficionados, que podían seguir en tiempo real lo que sucedía en The College, el emplazamiento situado en el barrio londinense de Holborn en el que se celebraba el campeonato.
Si hay un elemento que haya revolucionado el mundo del ajedrez, ese ha sido internet. Difícilmente otros deportes se han beneficiado tanto de esa gran autopista de la información como el ajedrez, sobre todo porque como nos explicaba Leontxo, eso ha hecho que el número de partidas y de jugadores haya crecido de forma impresionante.
No solo eso: la forma de jugar y sobre todo de aprender y disfrutar del ajedrez ha cambiado mucho. En este segúndo ámbito los nuevos servicios que permiten retransmitir partidas para aprender de expertos e incluso de grandes maestros (a menudo de forma gratuita) han hecho que millones de aficionados tengan acceso a esas retransmisiones de calidad desde cualquier punto del planeta y desde algo tan cotidiano hoy en día como un teléfono móvil.
Xataka: Hablábamos antes del impacto de internet. ¿Se juega ahora más de lo que se jugaba antes?
Leontxo García: Sí, sin duda alguna. Cuando se habla ahora de que el ajedrez ahora es muy minoritario o de que ya no se habla de ajedrez como antes pasa una cosa: de esas dos afirmaciones una es cierta y la otra es falsa. Es cierto que no se habla de ajedrez tanto como antes en los grandes medios de comunicación. Que sea minoritario es falso: al ajedrez se juega mucho que antes, lo que pasa es que se juega, digámoslo así, de una manera silenciosa. Si se pudiesen contar todas los partidas que se juegan en el mundo cada día a través de internet más todas las partidas que se juegan físicamente a lo largo del mundo podemos dar por seguro que se juega al ajedrez mucho más que hace cincuenta años.
Xataka: En el último campeonato del mundo hemos visto ese papel protagonista de YouTube y Twitch a la hora de ofrecer retransmisiones de todo tipo en las que era posible seguir esas partidas. ¿Han revolucionado estos servicios la popularización del ajedrez?
Leontxo García: Es muy fácil de entender que sí: un aficionado está en pijama y zapatillas en su casa cualquier punto del mundo con la única condición de que debe tener una buena conexión a internet. Lo que está recibiendo en directo son imágenes con realización de primeros planos de los jugadores y del escenario, el tablero real, que es donde se ven las jugadas en tiempo real, un tablero de análisis donde un par de comentaristas (generalmente grandes maestros o periodistas especializados) están mostrando lo que puede ocurrir en la partida en directo y está escuchando por supuesto en directo a los comentaristas. El usuario puede a su vez ir comparando esos comentarios con lo que le dice su amigo inhumano, o sea, su módulo con un programa informático que calcula millones de jugadas por segundo y que las está poniendo en un rincón de su pantalla. Además puede estar chateando con aficionados en todo el mundo simultáneamente. Si eso no tiene futuro, ya no sé qué hay que hacer para que algo tenga futuro.
Al ajedrez le falta un empujón de popularidad
Karpov no estrechaba la mano de Korchnoi antes de iniciar la partida en su primera defensa del título ante Korchnoi en 1978. Los medios de comunicación rusos ni pronunciaban el nombre del disidente, y simplemente se referían a él como "el oponente" o "el aspirante".
Korchnoi se ponía unas gafas de espejo para evitar las "radiaciones" que creía que el equipo de Karpov -con hipnotizador en primera fila incluido- emitía para perjudicarle. La delegación de Korchnoi no se quedaba atrás, y en ella había dos miembros de una secta relacionada con la meditación que estaban en libertad bajo fianza tras ser acusados de asesinato.
Esto no es ficción: los enfrentamientos que se vivieron en el 73 entre Fischer y Spassky o los que luego se celebrarían entre Korchnoi y Karpov y, por supuesto, Karpov (el último gran campeón tradicional ruso) y Kasparov (representante de la Perestroika) fueron mucho más allá de los 64 escaques.
Los propios torneos de candidatos daban lugar a situaciones rocambolecas. Spassky llegó a ponerse unas gafas de buceo en la decimoséptima partida de la final del Torneo de Candidatos ante Korchnoi en el 77. El mismo Spaskky que tras aquella legendaria sexta partida que perdió con Fischer en el Campeonato del Mundo de 1973 acabó levantándose tras perderla. No para tirarle las piezas a la cara a su oponente, no. Para aplaudirle. Algo absolutamente inaudito en el mundo del ajedrez que quedó reflejado en la adaptación cinematográfica de aquel duelo en 'El caso Fischer' ('Pawn Sacrifice', Edward Zwick, 2014).
Las historias que ha generado y genera el ajedrez son innumerables, y la inmensa mayoría son casi desconocidas... o ni siquiera han llegado a salir a la luz. Son precisamente parte de un deporte que quizás es menos conocido y jugado de lo que debería. Precisamente sobre eso le preguntábamos a García, algo que le hacía enlazar ese tema con otro al que desde hace tiempo dedica mucho tiempo y esfuerzos: la educación.
Xataka: ¿Qué falta para que el ajedrez sea más conocido?
Leontxo García: Los aficionados al ajedrez que nacimos en la segunda mitad del siglo veinte somos unos privilegiados. Vimos tres grandísimos duelos consecutivos que estaban muy adornados por factores extradeportivos de enorme interés general mucho más allá del ajedrez. Primero el Fischer-Spassky en plena guerra fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Después dos duelos Karpov-Korchnoi que eran el nuevo héroe soviético que había recuperado el honor nacional perdido por Spassky contra el traidor convertido en retador del nuevo héroe. Y luego cuando Karpov es ya el nuevo superhéroe condecorado con todos los grandes galardones de la Unión Soviética resulta que surge en Azerbayán Gari Kasparov, que luego se convierte en el símbolo de la Perestroika, o sea, del espíritu renovador de Gorvachov justo cuando el país más grande del mundo se está cayendo a pedazos.
Hemos tenido mucha suerte. Para que hoy existiera un atractivo parecido del ajedrez para las grandes masas y los grandes medios haría falta una de dos cosas: o que los dos mejores del mundo fueron un israelí y un palestino, o que fueran un hombre y una mujer.
Xataka: O un chino y un estadounidense, ahora que la cosa está tensa
Leontxo García: Eso podría ser una tercera posibilidad. Pero como todas ellas son improbables, hay dos maneras de conseguir que el ajedrez sea mucho más popular, y yo creo firmemente en esto que te voy a decir ahora. El ajedrez mundial y especialmente la Federación Internacional (FIDE) que acaba de cambiar de presidente, tienen que trabajar bien en dos ámbitos.
Primero, en todo lo que tiene que ver con mirar hacia afuera, porque el ajedrez es un mundo muy endogámico. Es decir, comunicación, imagen, mercadotecnia, relaciones con la prensa, con potenciales patrocinadores... todo eso está casi abandonado por el mundo del ajedrez, está muy mal cuidado.
El segundo es el más importante de todos: hay argumentos con base científica más que suficientes para afirmar con rotundidad que el ajedrez es una magnífica herramienta educativa. Por tanto debería introducirse en el currículo escolar en horario lectivo. No necesariamente como asignatura obligatoria, no hace falta que sea así, sino como herramienta transversal por ejemplo junto con la inteligencia emocional transversal a todas las asignaturas o de forma interdisciplinar. Te pongo dos ejemplos. Hay una gran parte de las matemáticas, geometría, álgebra, aritmética... que se puede explicar muy bien a través del ajedrez de una manera muy amena. Otro ejemplo: el ajedrez tiene que más de quince siglos de historia documentada, y por tanto un profesor de historia puede explicar la historia universal de una manera muy amena si la mezcla con la historia del ajedrez en una escuela donde el ajedrez sea popular entre los alumnos. Si se cuidan esas dos cosas, el ajedrez se convertirá en muy popular y puede llegar a ser incluso una actividad de masas.
Xataka: En ese primer apartado, ¿necesitamos más historias paralelas, más películas, más novelas y más historias que permitan conocer esa otra cara del ajedrez?
Leontxo García: Si yo tengo algún mérito en los más de treinta y cinco años que llevo como periodista especializado es el de haber descubierto que el ajedrez es una mina de oro llena de historias y muy poco explotada. Lo que he hecho durante todo este tiempo es sacar ese oro, pulirlo un poco y mostrárselo al público, pero todavía queda un montón de oro por sacar.
En mi libro por ejemplo eso se ve con claridad. Se titula "Ajedrez y ciencia, pasiones mezcladas", lleva seis ediciones y trato de las conexiones del ajedrez con diversas ramas de la ciencia: las computadoras, las matemáticas, la medicina, la psicología, la psiquiatría, la pedagogía (por supuesto), etcétera. Pero además como tú apuntabas si vemos las las conexiones del ajedrez con diversas ramas del arte, con todas las novelas que hay sobre ajedrez, con la con la cantidad enorme de películas que se han inspirado en el ajedrez, etc, si recorremos sus mil quinientos años de historia documentada, tras tanto tiempo hay un montón de cosas muy interesantes y hay miles de personajes apasionantes para hacer una película o una novela sobre ellos.
Cuando yo voy a unto a comentar un torneo y tengo que estar hablando seis horas seguidas evidentemente no estoy seis horas seguidas hablando de jugadas o de variantes, porque en muchos momentos la posición de esa partida es aburrida o no tiene sentido repetir lo que ya se ha explicado sobre cuestiones técnicas. Sin embargo, jamás me he quedado en blanco por no saber qué decir porque el número de recursos para hablar de cosas interesantes que rodean al ajedrez tanto para el aficionado como incluso para el gran público es casi infinito. Muchos redactores jefes no se dan cuenta de que el ajedrez es mucho más de lo que ellos creen. Lo ven como un deporte minoritario y no le dedican espacio, pero en realidad no es tan minoritario como ellos creen, no es tan complicado como ellos creen y sobre todo lo que no se imaginan es que quizás es el deporte más periodístico de todos.
Xataka: Y respecto a ese segundo apartado en el que estás tan involucrado, ¿hay proyectos educativos con el ajedrez como ingrediente fundamental que hayan dado resultados visibles?
Leontxo García: Es pronto porque las experiencias más fiables necesitan tiempo. Ojo, no me refiero a cultivar el ajedrez en los colegios para producir campeones, eso ya lo hicieron en la Unión Soviética. Me refiero a promoverlo como herramienta educativa, que es algo muy distinto. Las experiencias todavía son demasiado recientes para que haya unos resultados "supersólidos", pero sí ha habido resultados interesantes por ejemplo en Armenia, Argentina, España, algunas regiones de Estados Unidos o Rusia...
Xataka: ¿Y en esos estudios, qué beneficios se han detectado?
Leontxo García: Los estudios científicos más serios que hay suelen llegar a conclusiones parecidas. Los alumnos con quienes se utiliza el ajedrez como herramienta pedagógica desarrollan más su inteligencia que los otros en múltiples parámetros incluida la inteligencia emocional y además logran mejores rendimientos académicos sobre todo en matemáticas y en comprensión lectora qué cómo recordaréis son justo los dos ámbitos donde los niños españoles y los de otros muchos países de habla hispana fallan más según el famoso informe Pisa. Además el ajedrez tiene muchas otras virtudes: desarrolla mucho la memoria, la concentración, el espíritu crítico, el pensamiento flexible, el saber perder y ganar, la autocrítica, etc.
Xataka: Sobre ajedrez y educación quizás habría que ampliar el caso de España
Leontxo García: Bueno, España está en este momento a la vanguardia del mundo en cuanto a la aplicación del ajedrez como herramienta educativa porque se están haciendo las cosas bien en general. El 11 de febrero de 2015 ocurrió un milagro en el Congreso de los Diputados: todos los partidos políticos se pusieron de acuerdo en algo. La decisión que tomaron fue el promover el ajedrez como herramienta educativa. En España las competencias en educación están transferidas a las comunidades autónomas, por tanto eso es un compromiso político importante pero no es vinculante para nadie. Sin embargo desde entonces, en solamente tres años, ya hay 8 de las 17 comunidades autónomas que han tomado decisiones en este sentido. En ellas el ajedrez ya se introdujo en horario lectivo, en algunas incluso con estudios científicos paralelos. Globalmente los resultados son muy positivos y yo estoy convencido de que habrá más comunidades autónomas que tomarán decisiones similares pronto.
El ajedrez necesita un cambio
Qiyu Zhou es una jovencísima Gran Maestra (WGM, Woman Grandmaster) de nacionalidad canadiense que quiso tratar de responder a una de las preguntas más importantes del ajedrez en los últimos tiempos. ¿Terminan más partidas que nunca en tablas en estos últimos tiempos?
Es uno de los debates más agrios del mundo ajedrecístico, y el último Mundial de ajedrez lo certificaba. Tras 12 partidas, ni Carlsen ni Caruana habían logrado romper la tendencia: ni una victoria para ninguno, todo fueron tablas. El propio Leontxo García reflexionaba sobre la cuestión en su columna de El País de noviembre de 2018 titulada "Las máquinas hacen aburrido el Mundial de ajedrez".
Esas 12 partidas iniciales -Carlsen ganó el desempate de partidas rápidas- reavivaban un debate que viene ya de lejos y que Zhou quiso atajar con cifras. En su estudio tuvo en cuenta las partidas registradas entre jugadores con una puntuación ELO por encima de 2600 (jugadores de altísimo nivel) de las últimas décadas, y analizó qué porcentaje de ellas terminaban en tablas.
¿El resultado? No se hacen más tablas de las que se hacían antes, aunque ciertamente el número es elevado: aproximadamente el 50% de todas las partidas que se celebran terminan en tablas, pero la tendencia no revela que cada vez haya más partidas que terminen así: el porcentaje baila de año en año, pero siempre sobre ese nivel más o menos "plano" algo por encima del 50%. Lo comentábamos con Leontxo, que reconocía uno de los claros problemas a los que se enfrenta el ajedrez si quiere volverse más atractivo para el gran público.
Xataka: A lo mejor el problema está en algo que comentabas anteriormente Leontxo. En todas las tablas que se han hecho en el último campeonato del mundo. Leí tu columna en El País sobre cómo se estaban debatiendo las posibles alternativas al sistema actual para hacer del ajedrez algo más atractivo para los espectadores. ¿Qué se puede hacer en esa línea?
Leontxo García: Sí, yo estoy convencidísimo de que el ajedrez necesita cambios profundos y urgentes pero a poder ser sin tocar su esencia como juego. Esto nos daría para hablar dos horas, pero de todas las propuestas que hay sobre la mesa a mí me gusta mucho la de Miguel Illescas, que consiste en que toda partida que termina en tablas —hablamos de partidas lentas— es inmediatamente seguida por otra con los colores cambiados y el tiempo restante en los dos relojes. Si esta segunda partida vuelve a ser tablas vuelve a hacerse lo mismo, de modo que cada vez la partida se juega con menos tiempo y es más rápida.
A efectos del ranking mundial las partidas que terminan en tablas se contabilizan como tablas pero a efectos del torneo en cuestión al igual que en el tenis: al final de cada ronda tiene que haber un ganador y un perdedor. Eso sería muy fácil de comprender por cualquier persona, no solamente por muy aficionados, sería atractivo para los medios de comunicación y para los patrocinadores y aumentaría mucho la emoción del ajedrez sin afectar a la esencia del juego.
Ver todos los comentarios en https://www.xataka.com.co
VER 0 Comentario